El Parlament de la XIII legislatura echa a andar este viernes dando un paso adelante y uno atrás. El avance, que será el más paritario de la historia, con un 47,4% de mujeres diputadas, concretamente 64. El retroceso, que por primera vez la extrema derecha tendrá un lugar en el hemiciclo más fragmentado que ha habido, con hasta ocho formaciones. Vox será la cuarta fuerza de la cámara catalana. Habrá todavía otro hecho sin precedentes, que el independentismo tendrá mayoría no sólo en escaños (74), sino también en votos. Saltando de eje, se alza otra mayoría aún más amplia, la de las fuerzas de izquierdas (ERC, PSC, CUP y comunes), que acumulan 83 diputados. Así lo dictaron los catalanes en las urnas el pasado 14 de febrero.
La voluntad inicial de ERC pasaba por cerrar un acuerdo global que fuera más allá del mero reparto de cargos de la Mesa e incorporara la investidura, el Govern e incluso un pacto por los presupuestos. Una alianza que integrara los 82 escaños soberanistas de la cámara (33 de ERC, 32 de Junts, 9 de la CUP y 8 de los comunes). Pero no ha podido ser. Después de sudar tinta, las fuerzas independentistas sólo han podido rubricar un acuerdo de mínimos que llevará a Laura Borràs a la presidencia del Parlament, como candidata de la segunda fuerza independentista más votada en las elecciones. Asimismo, la CUP entrará por primera vez a formar parte del máximo órgano del Parlament. Para allanar el camino por un acuerdo futuro, ERC les cederá una de sus sillas, una secretaría en la Mesa.
Sea como sea, el independentismo tendrá por lo menos cuatro de los siete asientos de la Mesa. Aspiran a un quinto lugar, que estará en disputa hasta el último minuto. Lo más probable es que se lo acaben quedando los comunes.
El acuerdo de Govern, lejos
Más allá de eso, según apuntan fuentes conocedoras de las conversaciones a ElNacional.cat se ha podido avanzar poco para un acuerdo de legislatura y de gobierno. La CUP vuelve a tener la llave de la mayoría independentista y, por lo tanto, de la investidura. ERC y Junts suman 65 diputados, a tres de la mayoría absoluta. Con los anticapitalistas acumulan 74.
Ahora mismo, el escenario más probable apunta a un gobierno exclusivamente de ERC y Junts per Catalunya. No es, ni mucho menos, la opción preferida de los republicanos, que aspiran a sumar como mínimo a la CUP y, si pudieran, a los comunes. En caso contrario, la alternativa pasaría por firmar un acuerdo de estabilidad con los anticapitalistas, para que garantizaran que el gobierno no estará en minoría en el Parlament.
La extrema derecha, arrinconada
El desembarco de Vox con 11 escaños ha desplazado a Ciudadanos y al PP, que con 6 y 3 diputados respectivamente han quedado como fuerzas residuales en la cámara catalana.
Sin embargo, los dos partidos de la derecha son los únicos que han quedado al margen del cordón sanitario que todas las fuerzas del Parlament han acordado construir contra Vox. Un pacto que supera, tras muchos años, el enquistamiento entre bloques —independentista y no independentista— que se han mantenido prácticamente estancos durante dos legislaturas.
El PSC, ERC, Junts, la CUP y los comunes han firmado un decálogo en el que se comprometen a silenciar y apartar al grupo de Ignacio Garriga, en la medida de lo posible. Además de cerrarles el paso en la Mesa y la presidencia de las comisiones, no se les interpelará, para evitar darles minutos. Para rematarlo, se les ha enviado a los despachos de la buhardilla del Parlament.
Investidura, máximo el 26 de marzo
Una vez constituida la nueva cámara, en los próximos 10 días hábiles la presidenta Laura Borràs debe empezar una ronda de consultas para designar a un candidato a la presidencia de la Generalitat. Como máximo el 26 de marzo se tendrá que celebrar la primera sesión de investidura.
Si el aspirante no consigue la mayoría absoluta en la primera votación, pasadas 48 horas tendrá bastante con mayoría simple, es decir, con más síes que noes. En caso de que tampoco se supere esta votación, se abrirá un periodo de dos meses para conseguir materializar la investidura. Si no, automáticamente se disolverá el Parlament y habrá que repetir las elecciones.
Pere Aragonès es ahora mismo el único con opciones reales de reunir los apoyos necesarios. Con todo, Salvador Illa pretende presentar batalla y ya ha anunciado su disposición a pedir que se lo designe candidato a la investidura. A pesar de que al líder del PSC no parece que puedan salirle los números, afirma tener la obligación moral de dar el paso.
La decimotercera legislatura empieza a rodar con un montón de elementos inauditos y el reto de agotar los cuatro años que le quedan por delante.
En la imagen principal, el hemiciclo del Parlament, vacío, espera nuevos inquilinos. / Sergi Alcàzar