La máquina de desinformación de Rusia, que incluye a Julian Assange/Wikileaks o Russia Today, ha entrado en campaña a favor del referéndum del 1-O cargando las redes sociales de mensajes falsos orientados a influir el voto, según explican, al mismo tiempo, este sábado, El País y La Vanguardia. La realidad es mucho más sofisticada, sin embargo, que el análisis amateur de esos diarios, especialmente del madrileño, firmado por su director adjunto.
El debate sobre la independencia de Catalunya en las redes es una conversación real, activa y también extraña, pero no en el sentido que le quiere dar El País, que este sábado abre su portada con la cosa y aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid para mezclarlo con la manipulación de redes durante las campañas del Brexit, Marine Le Pen, Donald Trump... hecha por organizaciones paraoficiales rusas. Enreda, que algo queda.
La prueba que aporta El País es el porcentaje de seguidores falsos (fake) de Julian Assange, que es del 59% según TwitterAudit, una herramienta sencilla que mide esta y otras variables. Bien. El País, según este índice, tiene un 44% de seguidores falsos. Con la misma lógica del reportaje, cabe preguntarse si El País alquila redes de bots –perfiles falsos programados por retuitar automáticamente– para redifundir masivamente sus contenidos a Twitter.
(Para comparar, El Nacional sólo tiene un 10% de seguidores falsos).
El segundo bluff
La otra prueba es la velocidad con qué un tuit en inglés de Julian Assange del 15 de septiembre a las 18:46 ("Pido a todo el mundo que dé apoyo al derecho de Catalunya a la autodeterminación. A España no se le puede permitir que normalice actos represivos para impedir que se vote") obtuvo más de 12.000 retuits y 16.000 me gusta en 24 horas. El diario deduce de eso que hay todo un ejército de bots tras esta gran difusión.
Podría ser, pero no se aporta ningún dato que permita afirmarlo. El País se sorprende de lo que le conviene. Más redifundido que el tuit indepe de Assange ha sido este otro unionista con un enlace del diario ABC:
Este tuit tiene casi 16.000 retuits y 76 me gusta. Casi 4.000 retuits más que el de Assange.
¿Por qué este tuit no llama la atención de El País (ni de La Vanguardia)? Al menos tiene dos rasgos que saltan a la vista de un usuario poco experto. Uno, el perfil no tiene biografía. Dos, la enorme diferencia entre retuits y me gusta, indicador típico de que la viralización se ha hecho a través de una red de bots. La diferencia entre las dos cifras señala una cierta automatización de la redifusión, como también la velocidad a la cual se hace.
Bots unionistas
Las empresas de analítica de redes Websays y Sibilare han hecho una investigación sobre los usuarios más potentes en la redifusión de este tuit. El estudio identifica una red de bots repartidos entre varios países, desde Brasil a Indonesia, que tienen una actividad claramente automatizada y coordinada. Tanto difunden aquella noticia de ABC, como una felicitación en árabe con la bandera de Arabia Saudí el día de su fiesta nacional.
Estos perfiles son variadísimos. Incluso hay uno porno. Para los que quieran entretenerse, son estos: @WhatSincero, @HBK_DB, @gaypotters, @homehoneyhoney, @gabzxaviorz, @Meki_Susan, @kennedyso.
Es decir, de momento, lo que sí se puede confirmar son algunos movimientos anómalos en la difusión de informaciones contrarias al referéndum. Quizá la pregunta sería más bien sería quién está detrás de @marilena_madrid y quién ha contratado sus servicios. Pero eso encaja mal con la película de espías rusos de El País.
Una conversa movida
Más indicios de que la película es dudosa. Websays y Sibilare han analizado una muestra de la conversación en Twitter sobre la independencia de Catalunya de más de dos millones de menciones. Lo que se deduce –como también hacen ambos diarios– es que "hay movimientos sospechosos orientados a alterar la percepción pública de la conversación mediante acciones coordinadas", según el mencionado análisis. Al mismo tiempo, sin embargo, "no hay evidencias suficientes de que estas acciones puedan ser atribuidas exclusivamente a una de las partes".
Tampoco se registra "activismo de tipo convencional en ambos lados, por el cual personas reales –bajo nombre real o bajo seudónimo– usan las redes como antes usarían canales tradicionales de comunicación y debate". Es decir, que la conversación sobre el referéndum en Twitter tiene muchos más participantes, pero buena parte son de carne y huesos –no bots.
En las dos últimas semanas, añade el análisis, los usuarios con menos de 25 seguidores han aumentado en más de un 140% su presencia en la conversación. En la franja inmediatamente superior –entre 25 y 100 seguidores– el aumento es del 50%.
Teniendo en cuenta que, globalmente, los participantes en la conversación digital sobre la independencia se han incrementado en un 25% desde principios de septiembre, estos incrementos anómalos –sigue el análisis– pueden ser atribuidos a tres tipos de tuiteros: recién llegados; usuarios que desarrollan funciones de mera redifusión coordinada (acción de activismo conocida en campañas electorales anteriores, por ejemplo la del PP de las últimas elecciones generales), y también abundante actividad de troleo.
Lo que no se puede confirmar, dice el análisis, "es que estos incrementos provengan de uno de los dos bandos, en exclusiva" como hacen El País y La Vanguardia.
Assange, el malote
Otra constatación del análisis es que la participación de Julian Assange "tiene influencia principalmente entre el público independentista, mucho más que fuera de Catalunya o en otros entornos idiomáticos".
Por otra parte, el aparato ruso de manipulación de campañas opera más bien vía publicidad en Facebook. Eso se sabe desde hace meses, pero esta semana ha sido noticia de relieve en los Estados Unidos, pues el mismo Mark Zuckerberg ha reconocido que les habían sido intoxicados por organizaciones rusas. Twitter, por ahora, ha quedado fuera de sospecha de operaciones de propaganda tan masivas. Pero El País sólo habla de Twitter.
¿Cómo ha llegado a titular que se trata de una "penetración" de la "la maquinaria de injerencias rusa"? Pues aplicando una técnica a la qué últimamente se han abonado para hablar del conflicto Catalunya-Espanya: reportajes que a duras penas informan de nada pero que hacen pensar de aun peor, como los publicados a propósito de la Ley de la Transición, entre otros.
Es cocina delicada: pide componer con maña insinuaciones, dobles sentidos, medias verdades, fuentes anónimas, etcétera. Este sábado aplican un modo más rudimentario. Consiste en asociar el referéndum con entidades, países o personas estigmatizadas por el consenso social o por el prejuicio como "malos" (Assange –¡era tan bueno en otra època!–, Russia Today, Trump, Le Pen, Disobedient Media y todo el catálogo de cocos). Automáticamente, el referéndum queda contaminado por la mala fama de los cocos.
Es una siembra de suspicacias sin pruebas, con fuentes de baja calidad o distorsionadas y pocas o nulas datos. Si querían manchar el referéndum asociándolo a las manipulaciones rusas, no lo han probado. En fin. Todos tenemos un mal día.