Más allá de la represión del estado que golpea día tras día la disidencia, es completamente necesario prestar atención a las consecuencias personales que comporta. Un día te abrazas y compartes una intimidad con quien consideras tu amigo, y al siguiente te enteras de que es un policía nacional infiltrado, que te ha estado utilizando, y que no sabes absolutamente nada de él. "Era un trozo de pan", consideraban las compañeras que habían compartido espacios en los últimos dos años con el agente I.J.E.G, de 29 años y que utilizaba la falsa identidad de Marc Hernàndez Pon, tal como destapó La Directa este martes. El topo ha sido descubierto, se han podido documentar los pasos que siguió para llegar a espacios como el Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans, el sindicato Resistim al Gòtic o el Casal Popular Lina Òdena. ¿Pero y ahora qué? ¿Dónde está? Esta es una de las principales preguntas que se hacen las personas que están intentando lidiar con el hecho de sentirse traicionadas, decepcionadas y engañadas, que no rendidas, porque como dijo el miércoles mismo al Planta Baixa la portavoz del SEPC, Marta Daviu: "Si nos estudian y nos persiguen es porque estamos haciendo bien nuestro trabajo".
Quien se ha hecho decir durante más de dos años Marc Hernàndez Pon fue visto por última vez el 23 de mayo, cuando asistió a la asamblea de Resistim al Gòtic. Dos días más tarde empezó a enviar evasivas a los grupos donde participaba y aseguró que había vuelto a Mallorca -de donde había mentido que era- por un asunto personal, como recopiló La Directa. Lo cierto es que día 28, I.J.E.G publicaba a su perfil personal de Instagram una fotografía en una piscina de unos apartamentos del municipio menorquín de Sant Lluís, tomando el sol y acompañado del mensaje 'jaja', según ha podido constatar ElNacional.cat. Esta fotografía publicada en su perfil forma parte de un álbum mucho más extenso donde el individuo ha ido publicando fotografías en los últimos meses y años, la mayoría de ellas ubicadas entre Menorca -lugar donde es nacido y donde ha vivido toda la infancia y adolescencia- y Madrid, donde la mayoría de las personas de su entorno real pensaban que vivía. ¿Qué significa eso? Durante estos dos años de infiltración el agente de la policía nacional ha tenido una triple vida. La primera y la falsa, asistiendo a Barcelona los días marcados en que había asambleas o actos como si fuera un activista. La segunda, la que hacía creer a las personas próximas: que vivía y trabajaba en Madrid y volvía a Menorca siempre que podía: los allegados sabían que era Policía Nacional, pero no era una cuestión que explicara demasiado. La tercera, la real: una vida a caballo entre Madrid, Menorca y Barcelona en la cual cogía trenes y aviones para asistir a asambleas fingiendo ser un activista de estos espacios, un hecho que escondía a su entorno real, con el que se reunía en paralelo siempre que podía.
La compra de un piso
¿Sin embargo, como una persona de 29 años puede aceptar vivir de esta manera? ElNacional.cat ha hablado con su entorno real, el de Menorca. Los amigos más próximos cierran filas: ha hecho un buen trabajo, es una especie de héroe que merece condecoraciones por haber hecho una misión para acabar con el independentismo. Otros no tan próximos pero sí conocidos reconocen decepción e impotencia, como también estupefacción e intentan entender por qué motivo ha querido seguir este camino: ¿Por ventajas económicas? ¿Por una mejor posición dentro del cuerpo? Lo cierto es que hace poco tiempo, según ha podido constatar este diario, se ha comprado un piso de tres habitaciones valorado en más de 200.000 euros en Maó, Menorca.
Quizás el incentivo económico ha sido importante en todo esto, pero lo que es evidente es el poco cuidado que el cuerpo de la Policía Nacional le ha dedicado. Cuando hacía menos de 24 horas que La Directa había destapado el caso, las redes se llenaban de datos del agente infiltrado: sus fotografías han corrido por todas partes, sus datos personales también, e incluso ya tiene una entrada en la Wikipedia con su nombre real. ¿Como puede ser que la Policía Nacional no se haya preocupado como es debido de proteger los datos del infiltrado, tan poca importancia le da? Después de esta situación, él mismo se ha encargado de eliminar personalmente sus perfiles, tanto los reales como los falsos. Otra cosa que no deja de sorprender entre la sociedad menorquina es la ocurrencia del cuerpo policial español de enviar a una persona de Menorca a una ciudad como Barcelona, el principal municipio donde estudian a los jóvenes de la isla. Y todavía más sorprendente, hacerlo pasar por mallorquín cuando son acentos diferentes. Lo cierto es que cualquier persona habría podido chocar con él en manifestaciones y acciones y haberlo reconocido, sabiendo que es cualquier cosa menos independentista y activista, ya que su trayectoria anticatalanista es sobradamente conocida. De hecho, es una situación que ha pasado: una testigo explica que un día lo encontró y lo reconoció en una de las actividades como activista, pero este negó su identidad real, primero asegurando que se llamaba Marc y después utilizando el nombre de su hermano gemelo, con quién comparte un gran parentesco.