"Existe desacuerdo entre Ciudadanos y el PSOE por la estrategia de cómo investir a Sánchez"?. Así replicaba una periodista al portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando, que estaba indignado porque hacía unos minutos Podemos había anunciado que se retiraba de la mesa de negociación. Hernando había explicado que "tenía dudas" que los podemitas "realmente quisiesen negociar" un acuerdo programático. El portavoz aseguraba que "mienten y lo saben, han tardado en sentarse en la mesa de negociación 15 días y ahora en dos se levantan. "Nos han cerrado la puerta en las narices", añadía. De ese modo, parecía reclamarles abandonar la generación de un nuevo documento de acuerdo, en su intento de mirar "a izquierda y a derecha".
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, había dicho que su documento con los naranjas no tenía fecha de caducidad, "pase lo que pase”. És decir, estaba blindado. Pero de golpe, sin que Hernando tuviera tiempo de repensarse la estrategia, alguien preguntó: "Así, ¿de qué manera puede sumarse Podemos al acuerdo que ustedes acaban de cerrar, qué tendrían que hacer ahora"?. Silencio y una de estas explicaciones de los políticos que después de escucharla, deja sin saber si han respondido realmente. Es decir, debían volver a sentarse para formar un gobierno de coalición, abstenerse, hacer enmiendas...?
El otro socio del acuerdo, el presidente de C's, Albert Rivera, había afirmado por la mañana –ante el cuadro El Abrazo de Juan Genovés– que buscaba el apoyo "de los partidos clásicos y constitucionalistas" para sacar adelante el acuerdo que hacía minutos habían firmado PSOE y C's. Rivera nunca se había escondido de su mirada hacia la gran coalición. Por tanto, parece que los socios acababan de firmar un pacto "reformista y progresista", donde no obstante, cada uno buscaba un apoyo diferente: Sánchez, en Podemos, y Rivera, en el PP.
Hernando había asegurado que "tenía dudas" de que los podemitas "quisiesen negociar" realmente un acuerdo de programa
Ya con el documento de 66 páginas recién firmado con C's, la no-respuesta de Hernando sólo podría indicar que la salida para los podemitas no es volver a la mesa, sino la abstención. Más, cuando los podemitas afirmaron que sus medidas no eran compartidas con C's, sino "incompatibles", al par que el PSOE les invitaba a explicar "cuál no es de izquierdas". Quizás era lo que en Ferraz habían querido mucho antes de que el Rey nombrara a Pedro Sánchez. Eso, y no una coalición –a pesar de que suelen decir "no se trata de repartir sillas"–. Por una parte, el texto del comité federal era explícito en cuanto a rechazar referéndums, y Podemos lo lleva sine qua non debajo del brazo. Por otra parte, pueden existir explicaciones relacionadas con la estrategia electoral del PSOE, menos evidentes.
Con las filtraciones del comité federal de finales de enero, la secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, fue contundente afirmando que “no “veía” un gobierno de coalición con Podemos. Asimismo, Javier Fernández, secretario general de la Federación Socialista Asturiana, alertó de los peligros de generar acuerdo con un partido “que está diciendo claramente que quiere ocupar nuestro espacio político”, y que “está propiciando un motín, un motín de las bases contra sus dirigentes". Por tanto, quizás era mejor dejarles lejos de Ferraz.
Fernández, socialista asturiano, alertó de los peligros de acuerdo con un partido que “dice claramente que quiere ocupar nuestro espacio político"
Con el acuerdo de Rivera y Sánchez sellado, el propio portavoz del partido de los círculos, Íñigo Errejón, hizo saltar la alarma. Durante su comparecencia, aseguró que “hoy hemos entendido por qué nuestras negociaciones en la mesa iban tan lentas, porque mientras nosotros trabajábamos, el señor Luis Garicano [de Ciudadanos] redactaba la política económica” del otro acuerdo, apuntó. Hernando aseguró que era "mentira" que los escollos se correspondieran con que ya habían escogido a Ciudadanos. Ahora bien, no era desconocido por los morados que mientras se encontraban los cuatro partidos de la izquierda, el socialista José Enrique Serrano se reunía con miembros de los naranjas, en paralelo.
Así, preguntada por la afirmación de Errejón, la candidata d'IU, Sol Sánchez, explicó a El Nacional que "cuando llevas tanto tiempo sin sentarte, es normal que haya temas que cuestan más de avanzar". Los representantes de Compromís comentaron que ellos habían estado en varias negociaciones en el País Valencià, y que "si alguien no ha estado nunca, puede pensar que es postureo. Pero en realidad el postureo forma parte del juego político, cada uno tiene que defender sus posiciones hasta el final".
Además, también había habido una discrepancia entre PSOE y Podemos sobre un punto de su agenda de negociación. Los morados habían dicho que de las cuestiones que discutían en la mesa "a cuatro", la número seis era "el gobierno de coalición". Pero Hernando había dicho que sólo eran cinco, obviando este último punto y dando una explicación poco clara al respecto.
“Las negociaciones iban tan lentas, porque mientras trabajábamos, el señor Garicano redactaba la política económica” del otro acuerdo, dijo Errejón
Con el pacto PSOE-C's atado y bien atado, la campaña de presión que ha venido las horas posteriores al anuncio, deja fuera de juego un acuerdo con los morados, y parece dirigida a reivindicar alguna acción, que no debe pasar por un pacto nuevo. Sánchez afirmó la mañana del jueves: "No espero nada del PP, pero sí de los partidos a la izquierda". "Iglesias tendrá que explicar a sus bases por qué vota en contra de un presidente socialista", decía Hernando, haciéndole la pinza. Por tanto, podrían buscar ejercer presión para la abstención, ante un imposible voto a favor de Podemos –que encontraría demasiados costes.
Además, el tándem PSOE-C's puede tener un aliado en las encuestas, que dan a la baja la tendencia de los podemitas. Es decir: si los morados siguen perdiendo apoyos electoralmente, quizás llegue el punto que encuentren beneficio en investir a Sánchez. Preguntado por esta hipótesis, Errejón dijo a El Nacional que en ningún caso se abstendrían.
Pero sobre qué esperan de las otras izquierdas, ayer IU y Compromís lo clarificaron. Los primeros afirmaron que los socialistas les habían propuesto que podían "revisar" el documento, para incluir alguna enmienda. Los de Alberto Garzón sólo volverían a la mesa de negociación en caso de que estén los cuatro, a pesar de que también pueden hacer aportaciones. Por cierto, que a Garzón le habían dicho la tarde del martes que no había ningún acuerdo firmado con C's, cuando los medios ya preparaban las portadas del día siguiente sobre su firma. Los negociadores afirman que el acuerdo se cerró la madrugada del miércoles.
A Garzón le aseguraron que no había ningún acuerdo firmado con C's, cuando los medios preparaban las portadas sobre la firma
Por su parte, los valencianos han aceptado levantarse de la mesa, sin acceder a revisar ni una coma. "No queremos añadirnos a un acuerdo, queremos firmar uno de nuevo entre todos", han indicado. La explicación se venía a resumir en economía de esfuerzos. Este hecho no deja de inquietar, para un grupo que según periodistas que los siguen habitualmente "cuando el PP gobernaba con mayoría absoluta, cada semana hacían una gran cantidad de trabajo presentando enmiendas".
De hecho, la pregunta que el PSOE hace a la militancia puede apuntar en la línea de que los socialistas quieren un gobierno solo, o como mucho con C's, pero con participación de otras fuerzas en el texto. Una colaboración, sin embargo, poco sustancial, ya que el texto está blindado. La pregunta dirigida a las bases es genérica, y no habla de Ciudadanos, ni de nadie. Según fuentes socialistas, ya que todavía hay que ver si otras formaciones se suman.
"El PSOE ha llegado y propuesto acuerdos con diferentes fuerzas políticas para dar apoyo a la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. ¿Apoyas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista"?, señala
La pregunta del PSOE a la militancia es genérica: no habla de los actores del pacto, ni de su contenido
Sobre la estrategia de Podemos, haría falta un artículo para descifrar su presunta candidez, y como los socialistas trampearon la situación. No está claro. Pero es verídico que PSOE y Podemos son partidos que actúan casi como vasos comunicantes –como la evidencia griega demostró entre PASOK y Syriza–. Las encuestas muestran que buena parte de los votos a la formación morada provienen de filas socialistas, y sobre todo en el sector joven –la generación que se socializó después de la transición. Por lo tanto, el peligro de tener en el propio gobierno a alguien que puede copar la visibilidad y generar un agravio comparativo, existe para dos partidos que luchan en el mismo espacio político. La hipótesis Fernández.
Pero la respuesta más evidente vino con la pregunta de un diputado de provincias en una conversación en los pasillos. "¿Tú quién crees que prefieren Susana Díaz y los barones: Ciudadanos o Podemos"? Díaz pactó con Ciudadanos en el gobierno andaluz, pero el Partido Socialista lo hizo en el País Valencià con Compromís. Sobre este último caso, fuentes consultadas por El Nacional explicaron que en València, el PSOE también había coqueteado con los naranjas para formar un pacto de gobierno.
Hem assistit a un gran teatre que acaba amb el pacte PSPV-C's, gestat a despatxos. Un teatre on s'ha volgut fer culpable Mónica Oltra.
— Compromís (@compromis) 10 de juny de 2015
La situación era parecida, no igual: morados, C's y socialistas sumaban lo suficiente, pero no se entendían. El PSPV se acercó a los naranjas, pero les hacía falta la abstención del PP. Sin embargo, al final los de Mònica Oltra (Compromiso), Podemos y PSPV son los que acabaron gobernando con el Pacto del Botánico.
"Quizás es que al PSOE le da reparo acercarse a Ciudadanos de forma directa, para no ser confundido con la derecha, y también le pasa que se ha dado cuenta de que ya no es el líder de la izquierda", sentenció un interlocutor contactado por El Nacional. Así, parece que en Ferraz ya sólo esperan una abstención de Podemos, al par que este tuit de las negociaciones en el País Valencià suena futurista, con carácter retroactivo, y revelador.