De la guerra de las banderas (estelades) a la guerra de las señales de tráfico (en catalán). Cs y el PP han lanzado una ofensiva para (re)introduir el castellano en los indicadores viarios en los municipios y el PSC -en algunos casos, y de manera decisiva- se ha sumado. Es un nuevo frente en la batalla del españolismo para plantar cara a la catalanización en el ámbito lingüístico y simbólico a pie de calle.

Las señales, sea en una calle o en una autopista, no sólo regulan el tráfico. También informan sobre quién lo regula. La lengua lo denota. Por eso, son también símbolos y dispositivos de poder. Aunque el unionismo invoca la seguridad vial y el respeto a la legislación, el trasfondo político de la iniciativa, que ya se ha extendido a varios municipios, es evidente: se trata de (re)espanyolitzar la vía pública, convirtiendo en bilingües los indicadores de tráfico.

De hecho, es una campaña vieja: la puso en marcha en el 2015 Convivencia Cívica Catalana, una veterana entidad españolista impulsada entre otros, por el que fue líder del PP catalán Aleix Vidal-Quadras en los años de máxima beligerancia de los populares con la normalización del catalán y la inmersión en la enseñanza.

La de las señales de tráfico es otra vía para que el Estado recupere la presencia en Catalunya que, según el PP y Cs, le han arrancado en las últimas décadas primero el nacionalismo y ahora su versión independentista. El nuevo envite unionista se produce en plena recta final hacia el referéndum de independencia anunciado por el Govern. La batalla no respetará ni las señales de tráfico.

D'Esplugues a l'Hospitalet pasando por Lleida

Así, a partir de octubre, las señales de tráfico de Esplugues de Llobregat estarán escritas en catalán y castellano después de la moción aprobada por el pleno municipal de marzo a instancias de Cs. El PP le dio apoyo y también el PSC. La alcaldesa, la socialista Pilar Díaz, lo justificó "por imperativo legal", en referencia a lo que establece la legislación estatal, pero lo considera "inútil e innecesario". En el 2018 se prevé que la señalización bilingüe estará lista.

También en l'Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad de Catalunya, con la socialista Núria Marín en la alcaldía, se reintroducirá el castellano en las señales de tráfico. De nuevo ha sido una moción presentada por Cs que tuvo el apoyo del PP, y, parcialmente, del PSC. No obstante, el acuerdo no afectará a las señales existentes: sólo se aplicará a las nuevas o a las que se cambien y sin que se haya fijado plazo.

En Lleida, el socialista Àngel Ros se ha negado a instalar señales con el catalán como única lengua aduciendo que todas las que se ponen desde 2004 siguen la normativa estatal. Además, los grupos de CiU, ERC-Avancem y Crida per Lleida-CUP, han acusado al alcalde de incumplir el reglamento sobre la lengua catalana a raíz de su pacto con Cs. Fruto de este acuerdo ya han aparecido carteles municipales bilingües en la capital del Segrià. Ros, por otra parte, mantuvo una actitud ambigua sobre la retirada de las placas franquistas aún presentes en las calles de la ciudad, que finalmente aceptó.

En cambio, los socialistas de Reus rechazaron la misma iniciativa sobre las señales presentada por Cs. El portavoz socialista, Andreu Martín, señaló que la propuesta de los naranjas es "ideológica" y "hace bandera de manera excesiva con que el catalán tiene un uso superior en la administración".

¿Qué dice la ley española...?

Ciudadanos, como en su día hizo Convivencia Cívica Catalana, usa como arma de su ofensiva para (re)españolizar las señales de tráfico la Ley sobre Tráfico y Circulación de Vehículos a Motor y de Seguridad Vial y el Reglamento General de Circulación. El artículo 56 de la ley citada señala que "las indicaciones escritas de las señales se expresarán, al menos, en la lengua española oficial del Estado". Y el artículo 138 del reglamento establece: "Las indicaciones escritas que se incluyan o acompañen los paneles de señalización de las vías públicas, e inscripciones, tienen que figurar en idioma castellano y, además, en la lengua oficial de la comunidad autónoma reconocida en el respectivo estatuto de autonomía, cuando la señal esté ubicada en el ámbito territorial de esta comunidad".

Con la ley española en la mano, responsables socialistas como la alcaldesa de Esplugues se escudan en la hipótesis de que si las señales en catalán no se cambian, los conductores podrían recurrir las multas que se les impongan y obtener la anulación por el hecho de que la señal no esté en castellano. La realidad, sin embargo, es que la normalidad ha imperado hasta ahora en los municipios donde las señales están rotuladas sólo en catalán.

...y la catalana?

De hecho, la rotulación de las señales en catalán está amparada por la legislación catalana. Así, el catalán es la "lengua propia" y "de uso normal y preferente" de las administraciones públicas catalanas (artículo 6 del Estatut); y general de los entes locales en sus actividades, según la Ley Municipal y de Régimen Local de Catalunya.

También, por la vigente Ley de Política Lingüística, en los artículos 9 y 37. Este último establece que las corporaciones locales, en el ámbito de sus competencias, entre las cuales están las de ordenación del tráfico de vehículos y personas en vías urbanas, tienen que fomentar "la imagen pública y el uso del catalán". Ergo los ayuntamientos se ajustan plenamente a la normativa cuando promueven el catalán en las señales de tráfico. O, cuanto menos, pueden esgrimir la legislación catalana para hacerlo.

¿Cuántas señales hay en catalán y castellano?

El unionismo, como hacía Convivencia Cívica en su campaña del 2015, pide señales bilingües en Catalunya para mejorar la "comprensión" y garantizar la "seguridad vial". Pero también la "legalidad", que encuentran vulnerada no sólo por los soberanistas sino, como se ve, por ayuntamientos con alcalde socialista, y en pleno cinturón de Barcelona.

Según se aseguraba en un estudio elaborado por CCC, sólo el 5,2% de las señales viarias instaladas en Catalunya son bilingües, mientras que en el 94,2% de los casos, el idioma usado única y exclusivamente es el catalán. Este es el terreno perdido que el unionismo pretende recuperar con su nueva ofensiva contra los "guals permanents" y las "zones de càrrega i descàrrega".