En la sala de máquinas de Calàbria no pueden esconder la resignación, el descontento, incluso la preocupación. Se han encendido todas las alarmas. De ser la primera fuerza municipalista a ser la tercera. Esquerra Republicana se dejó más que 300.000 votos en las urnas el pasado domingo, en las elecciones municipales. También dejaron escapar una victoria tan simbólica como la de Barcelona y alcaldías tan potentes como las de Lleida y Tarragona. Fueron arrasados por el PSC y por Junts per Catalunya. Frente a esto, al día siguiente de los comicios locales, ya se pusieron a preparar el terreno para la batalla de las generales. También hay mucho en juego: fueron la primera fuerza en las dos últimas españolas, las de 2019. Encaran el 23-J como una segunda vuelta del 28-M. ¿La estrategia? Recuperar la bandera independentista y apelar a las emociones con un frente antifascista.
En el cuartel electoral de ERC todavía no han acabado de analizar qué falló en las elecciones municipales. Lo primero que hacen es sacar pecho: "Teníamos muchos elementos en contra y, sin embargo, hemos sacado medio millón de votos". Pero sí que apuntan tres causas de la caída, que son las que quieren revertir. La primera es el "desencanto político", que consideran que afecta más a las izquierdas que a las derechas. La segunda, que no ha habido "conversación nacional" durante la campaña de las municipales. Y la tercera, que en un contexto de "derechización de la sociedad", el PSC "ha capitalizado buena parte del voto reaccionario y españolista". Ponen como ejemplo la victoria socialista en Tarragona, con Rubén Viñuales al frente, un exconcejal de Ciudadanos. Y se ponen deberes internos: "¿Qué aporta votar ERC? Es una pregunta que nos tenemos que hacer".
Sea como fuera, ahora toca elecciones generales, con menos de dos meses de diferencia. Y, ni veinticuatro horas después del porrazo municipal, Oriol Junqueras ya se encargó de revalidar la confianza en Gabriel Rufián como cabeza de cartel en estos comicios. Es prácticamente el único que ha mejorado resultados, en las elecciones de Santa Coloma de Gramenet, pero una mejora escasa: ganando un solo concejal y sin romperle la mayoría a la socialista Núria Parlon, que subió en porcentaje. Desde la ejecutiva de ERC insisten en que es el mejor candidato, que "no hay candidato alternativo" y que es el mejor posicionado para intentar reflotar el partido. "En una política líquida que es más marketing, es el mejor candidato, el que mejor apela a las emociones," justifican fuentes republicanas. A pesar de todo, hay algunas voces críticas dentro del partido por cómo se ha procedido: "Se le ha confirmado sin dar ningún tipo de margen a la militancia". Se ha activado el mecanismo interno que podría desembocar en primarias. Pero nada parece amenazar a la candidatura.
La corriente crítica es hoy por hoy minoritaria. Y desde Calàbria no temen que crezca el malestar a raíz de la derrota en las elecciones municipales. Sin embargo, hay algunas voces críticas con la dirección republicana. Por cómo se ha procedido con la candidatura al Congreso pero también con otros movimientos de Oriol Junqueras, como el de descartar elecciones anticipadas al Parlament (una prerrogativa del president de la Generalitat) o poniendo límites claros al "frente común" propuesto desde Palau. Estas voces consideran que se ha desautorizado la posición institucional de Pere Aragonès. En cualquier caso, las aguas se han calmado a lo largo de la semana. "Hay que pensar lo que se dice o nos haremos daño todos", admiten desde la ejecutiva. Toca cerrar filas. Y coser los descosidos. En este contexto se enmarca la asamblea abierta a la militancia que celebrarán el martes que viene.
El "frente común"
La derrota ha sido sin paliativos. Los republicanos no han podido repetir la victoria en Barcelona, donde pasan a ser la cuarta fuerza, bajando de 10 a 5 concejales. Pero lo mismo pasa en las dos otras capitales de demarcación donde habían ganado hace cuatro años y donde tienen la alcaldía, Lleida y Tarragona. En Girona, los republicanos se mantienen en cuarta posición, por detrás del PSC, Guanyem Girona (la coalición local de la CUP) y Junts. Más de lo mismo en el cinturón encarnado, en el área metropolitana, más allá del caso Santa Coloma. En Sant Cugat del Vallès, que gobierna a la republicana Mireia Ingla, ha perdido 9 en 5 contra Junts. En Badalona, han obtenido solo dos concejales, imposibles para frenar la mayoría absolutísima de Xavier García Albiol. Tampoco han podido evitar que los socialistas se hagan con la vara en Sabadell. Y en Terrassa, donde gobiernan con Jordi Ballart, han pasado de cinco a dos concejales. También han perdido contra el PSC en la Pineda de Mar de Pere Aragonès y en el Sant Vicenç dels Horts de Oriol Junqueras, y contra Junts en la Igualada de Alba Vergés.
En este contexto gana sentido el "frente común" que propone el president Pere Aragonès. En primer lugar, es un intento de Esquerra Republicana de coser los descosidos dentro del independentismo y evitar las fugas a la abstención y a otras formaciones. Han analizado que en torno a un 18% de los votos que perdieron a Barcelona se fueron en los comunes, y una proporción similar a Trias per Barcelona. Y una primera dimensión del "frente común" es puertas adentro. La apuesta por los pactos independentistas en los ayuntamientos y las diputaciones es más clara que nunca. A la espera de cómo se concrete, las conversaciones entre Trias y Maragall avanzan bien, según las diferentes fuentes consultadas. Hhay que rehacer públicamente la unidad. "En Barcelona no podemos hacer nada con el PSC", insisten desde Calàbria. "No haremos cosas raras", dejan claro.
Este frente tiene una segunda dimensión, la más evidente: exhibir la misma unidad puertas afuera ante un enemigo compartido. En este caso, el posible Gobierno de la derecha y la extrema derecha, que amenazaría Catalunya. La traducción más plausible de este frente sería la de una lista conjunta en el Senado, que cobijaría ERC, Junts, el PDeCAT y Demòcrates. Los republicanos también querrían incluir a los comunes, para no moverse de su estrategia de "vía amplia", pero es del todo improbable. En el Congreso de los Diputados, sin embargo, está descartada una candidatura unitaria. A través de Oriol Junqueras, ERC lo ha limitado a "acuerdos programáticos". El objetivo sería pactar algunos puntos con respecto a la "defensa de Catalunya", el derecho a la autodeterminación y la amnistía.
ERC tiene su propio listón muy alto: hoy es la primera fuerza catalana en el Congreso. Siempre que han coincidido elecciones municipales y generales, los republicanos han hecho resultados similares. Tanto en los buenos momentos (2019, 22,5-23,5%) como en los malos momentos (2011, 7-9%). No obstante, desde Calàbria se muestran optimistas con la remontada. Señalan como las primeras encuestas solo les hacen perder 2 de los 13 diputados que tienen hoy en la cámara baja española. Asumible.
Recuperar la "conversación nacional"
¿Cómo pretenden remontar en esta segunda vuelta? Los republicanos señalan la estrategia que se han fijado entre ceja y ceja: "Cambiar la conversación, apelar a las emociones y remarcar el frente de defensa de Catalunya y nítidamente independentista". Señalar la amenaza de la extrema derecha, que es una preocupación claramente identificable en estos momentos, especialmente entre los jóvenes y las clases populares. Y consideran que nadie puede hacer mejor eso que Gabriel Rufián. Desde Calàbria también encargan deberes al resto de formaciones independentistas: "Cierre de filas, respeto a las instituciones (también al president de la Generalitat y defensa nacional y de los intereses de Catalunya".
Desde de ERC aseguran no estar preocupados por el hecho de que Junts per Catalunya haya recuperado terreno en estas elecciones municipales. Apuntan que no lo temen porque "allí donde ha ganado lo ha hecho la Convergència más clásica de toda la vida". Y, además, porque "encaja" en su estrategia: "tener un centroizquierda nacional y un centroderecha nacional fuertes" para tener más posibilidades de ampliar la base y avanzar en la resolución del conflicto. "Reconstruir la mayoría y parar el auge del fascismo", sintetizan desde Calàbria.