El lunes 20 de mayo ElNacional.cat difundía la última encuesta que se podía hacer pública dentro del territorio español. Y en el artículo que yo mismo firmaba, titulado "A seis días de las elecciones municipales", pronosticábamos, a falta de la incógnita de cómo se podría decantar el 18,8% de indecisos (en un contexto donde cada vez hay más personas que deciden en el último momento el voto o, cuando menos, por quién se decantan en caso de duda entre dos opciones), la victoria por la mínima de ERC con 10-11 concejales, seguido de Barcelona en Comú con 9-10. Por lo tanto, empate técnico con cruce del intervalo: finalmente, ambas fuerzas han empatado a 10, pero con ventaja para ERC, como apuntaba la encuesta.
En tercera posición situábamos sin dudas al PSC, con un intervalo entre 7-8, y acabó siendo 8. Manuel Valls-Cs, como en toda la serie mensual, siempre nos salió con un intervalo entre 6-7, y se quedó con 6. A Junts per Catalunya le otorgábamos 5-6 y acabó siendo 5. Y finalmente, tanto al PP como a la CUP les pronosticábamos entre 0-2, pues el PP el lunes 20 de mayo obtenía en nuestra encuesta un 5,53% de los votos y la CUP un 4,43%, por lo tanto, ambas formaciones, con porcentajes muy próximos al 5% del umbral preceptivo para alcanzar o no representación municipal. Y un dato no menor, a diferencia de lo que salía en la encuesta publicada el 15 de mayo, la candidatura de Barcelona és capital de Jordi Graupera perdía fuerza y ya el lunes no le dábamos posibilidades de entrar en el consistorio (como escribíamos en aquel momento: "demasiados partidos independentistas compitiendo entre ellos por un espacio similar").
Se puede decir que la encuesta de ElNacional.cat la acertó al 100%, vistos los resultados de la gente que votó este domingo en Barcelona. E incluso, si ahora los votos procedentes del extranjero o fruto de alguna impugnación mueven a algún concejal, los resultados reales se seguirán moviendo dentro del margen de error de la encuesta.
Y otro dato, más difícil de hacer público en aquel momento, dado que fuimos los primeros en hacerlo saber a la opinión pública: la lista europea de Junts per Catalunya en Europa, encabezada por Carles Puigdemont, con un 25,55% decíamos que se impondría en Barcelona (finalmente fue por un 26,69%) ―seguido por un empate técnico entre PSC y ERC, por este orden―. Y digo que costaba dar validez a estos resultados, puesto que eran muy diferentes a los que se daban en clave municipal. Es decir, implicaba que la gente que respondía la encuesta diferenciaba claramente ambos comicios y les motivaban lógicas diferentes. Eso, sin duda, demuestra la madurez democrática de una parte de la ciudadanía, que sabe diferenciar elecciones y cambia el voto según lo que se juega en cada caso, pero cuando estos resultados salen de los datos de una encuesta, hay que analizar muy bien esta dualidad de voto.
Y ya para acabar, las encuestas son una herramienta para ayudar a identificar tendencias antes de ir a votar y ayudar a los partidos ―en caso de encuestas políticas―, pero también, con preguntas diferentes, a las instituciones y las empresas ―en caso de comportamientos vinculados al consumo― a tomar decisiones para ajustar mejor lo que se ofrece al ciudadano de acuerdo a sus expectativas de satisfacción, y cualquier resultado siempre está sometido a un margen de error (en el caso de la encuesta de ElNacional.cat por la ciudad de Barcelona era del +3,54%). Por lo tanto, a una encuesta no se le puede pedir tanto que lo acierte al 100%, pues la ley electoral a menudo genera desviaciones y pocos votos pueden decantar un concejal, sino que haga una buena diagnosis de las tendencias y aporte información útil para explicar las razones subyacentes de los cambios en comportamiento de los ciudadanos.