En Madrid, la CUP se ha mantenido ajena a todos los reproches que Junts per Catalunya y Esquerra Republicana se han ido repartiendo. Albert Botran (Molins de Rei, 1984) pronunció la semana pasada un discurso en el Congreso de los Diputados durante el debate sobre los presupuestos en el cual no entró a discutirse con ERC ni Junts. El diputado recibe a ElNacional.cat en su despacho de la cámara baja. Alerta de que una "reforma" de la sedición puede convertirse en una "sofisticación" y argumenta por qué el Procés no ha muerto.
¿La CUP se cree que Puigdemont recibiera emisarios del PSOE en Waterloo?
Sí, porque un exilio que conecta con el 1-O y con la represión molesta. Da una imagen del Estado que les perjudica, y se entiende que el Estado quiera arreglarlo. Aunque solamente sea de cara a la galería. Es como los indultos, que fueron una solución parcial, porque continúan inhabilitados y hay más de 4.000 personas encausadas.
¿Tiene credibilidad una oferta como la que Puigdemont dice que le han hecho? ¿Haría bien en presentarse ante la justicia española?
Yo pienso que no. Estamos por una solución política, no una solución personal. Tenemos que seguir reivindicando la amnistía.
Anna Gabriel sí que se presentó.
Sí, pero creo que ella tomó esta opción asegurándose de que no tendría el riesgo de entrar a prisión, y eso hizo que cambiara su opción de estar en el exilio o venir aquí.
Todo este asunto sobre Puigdemont gira en torno al delito de sedición. ¿Se tiene que reformar o derogar?
Derogar. Es un delito del siglo XIX que se siguió utilizando durante el franquismo para responder a los conflictos sociales, desde una perspectiva de mantener el orden público. Una sociedad moderna y abierta entiende que los conflictos sociales tienen que tener respuestas políticas y que una huelga o un boicot son recursos que tiene que tener la sociedad.
Pero es por eso que se propone hacer una reforma.
Es un riesgo que el delito siga existiendo porque una reforma puede convertirse en una sofisticación. Hay que entender que, igual que tenemos el voto y la huelga, también tenemos que tener el corte de carreteras como herramienta de movilización no violenta.
¿Dicho esto, derogar el delito de sedición puede ayudar a resolver el conflicto político entre Catalunya y España?
No. Solo ayudaría al estado español a equipararse mejor a otros ordenamientos democráticos, pero el conflicto continuará vigente. Porque el problema de raíz es que no nos dejan decidir nuestro futuro político. Por lo tanto, el conflicto tampoco se solucionará con un traspaso de competencias.
¿El independentismo se ha empeñado demasiado en la cuestión de la sedición?
No, tampoco es eso, porque la lucha contra la represión tiene que seguir formando parte de la agenda catalana.
¿Por qué, según la CUP, los nuevos presupuestos españoles son tan malos?
Hay algunas cosas buenas, como por ejemplo el aumento de la fiscalidad a la banca, a las energéticas y a las grandes fortunas. Pero no es aceptable un aumento del 26% de la partida en Defensa que se come la mitad de los nuevos ingresos de fiscalidad progresiva.
Sí que puede parecer coherente en un contexto de guerra en Europa.
En primer lugar, la tendencia de ir aumentando el presupuesto en Defensa es anterior a la guerra de Ucrania. La otra cuestión es que las guerras acostumbran a traer más guerras; es una lección histórica. Y las acostumbran a sufrir sobre todo las clases populares.
En el debate de presupuestos del otro día, no entró a lanzar reproches contra ERC ni Junts, a pesar del lanzamiento constante de dardos entre estas dos formaciones desde que se produjo la crisis de Govern. ¿Por qué?
Es penosa la imagen de división tan grande que a veces da el independentismo. Hay que recordar que hay una causa compartida. Tenemos que discutir, contraponer y debatir, pero no hacernos las heridas más fondas. Estamos en contra de las líneas de estas dos formaciones, pero no nos olvidamos nunca de que son necesarias para sacar adelante la lucha por la República.
¿Qué papel tendría que jugar la CUP una vez se ha roto el Govern?
Hemos sido muy propositivos y por eso llegamos a un acuerdo con ERC. Pero poco a poco las propuestas se fueron guardando en un cajón… las ganas están más frías.
¿Y por eso la CUP no ha querido entrar en el Govern?
No compartimos el objetivo de este Govern. Empezó con ideas ambiciosas tanto en el ámbito social como el nacional, pero lo más importante aún está por hacer. Entrar sin definir el rumbo no tendría ningún sentido.
¿Cómo lleva el hecho de haber sido espiado con Pegasus?
La única cosa que me sorprendió fue ver que mi teléfono había sido infectado a principios del 2020, y eso tumba la idea de que el Procés ha muerto. Resulta que al final el Estado nunca ha bajado la guardia. Desgraciadamente, sin embargo, no me sorprende que me espíen. No le quito importancia, de todos modos.
¿Y en el ámbito personal?
Genera una cierta angustia porque pueden hacer algún uso de mi vida privada. Pero, por suerte, no tengo nada que esconder ni encontrarán incoherencias entre lo que digo y lo que hago.
Da la impresión que este espionaje ha tenido pocas consecuencias en la relación entre la Generalitat y la Moncloa.
Ha tenido pocas. Nosotros insistimos en el hecho de que ERC aprobará los presupuestos de aquellos que los espiaron. Y que, además, no están haciendo nada para aclarar qué pasó. Margarita Robles sigue siendo ministra y se cesó a la jefa del CNI para colocar a su mano derecha. Veremos si la vía judicial sí que está a la altura...
Antes destacaba que el Estado lo espiara en 2020, cuando ya habían pasado muchos meses desde el 2017, y aseguraba que el Procés no ha muerto. Usted siempre se ha mostrado optimista con este tema. ¿Por qué?
Porque el Procés es un fenómeno que va de abajo arriba. Puedes llevarte una mala imagen del movimiento si únicamente miras a los partidos. Incluso podrás ver que la gente está fastidiada y decepcionada, pero la gente no ha dejado de ser independentista porque el Estado es el mismo que el de 2017 y el del Estatut. Eso no quiere decir que el Procés solo pueda vivir del movimiento popular. Necesita una dirección política; y no ayuda que la dirección esté como esté ahora mismo.
Por lo tanto, sí que parece incoherente que la CUP haya decidido no entrar en el Govern y no estar, en consecuencia, al frente de la dirección política del Procés.
Podría hacerlo, y es un debate que siempre estará sobre la mesa, pero se tienen que valorar los objetivos con los cuales entras en un Govern. Porque 'gestionar por gestionar'... Es más coherente quedarse en la oposición.
¿Y qué propone la CUP?
Conectar el independentismo con los problemas sociales y ecológicos que vive la sociedad. Tienes que crear un modelo de República Catalana que ataque desde la raíz la desigualdad social y la crisis ecológica. De los tres partidos independentistas, la CUP es el más consciente de la importancia de conectar el independentismo con estas causas.
Defiendes que confrontar el Estado también ensancha.
ERC ha cogido el ensanchamiento (eixamplar) y Junts la confrontación como marcas electorales, cuando realmente no tienes que renunciar ni a una ni a la otra. Son confluentes, y el 1-O es la prueba. En las elecciones posteriores al 1-O al independentismo le fue mejor que en las del 2015.
¿Veremos a la CUP en las próximas municipales más allá del Principat?
Es uno de nuestros objetivos prioritarios. Ya hace tiempo que trabajamos con gente del País Valencià y de Mallorca para poder presentar listas. De los Països Catalans se tiene que hablar y sobre todo se tiene que hacer.