Andoni Ortuzar (Abanto Zierbena, 1962) recibe a ElNacional.cat en su despacho de Sabin Etxea, en Bilbao. Quedan solo cuatro días de campaña electoral vasca, y el PNV no tiene buenas fichas sobre la mesa. Todas las quinielas dan por hecho que los jeltzales repetirán su pacto con el PSE para retener la lehendakaritza, pero Bildu podría conseguir hacer un sorpasso al partido históricamente hegemónico en Euskadi. En el peor de los casos, habrían incluso de buscar apoyos externos durante toda la legislatura. El presidente del Partido Nacionalista Vasco descarta en su entrevista con este periódico casarse políticamente con la izquierda abertzale, al menos aún. También aborda cuestiones sobre la política catalana. Pide “responsabilidad”, “prudencia” y “altura de miras” al independentismo vasco y catalán después de sus respectivas elecciones autonómicas, por las consecuencias que esto podría tener en la estabilidad de Pedro Sánchez en la Moncloa; aboga para que Junts y PSC “trabajen en la argamasa” que permita un acuerdo; y admite estar “dolido” con ERC por haber “atacado” el concierto vasco. “Se tiene que tener cuidado”, avisa.

 

¿Por qué los vascos tienen a Imanol Pradales y no a Iñigo Urkullu como candidato del PNV a la lehendakaritza?
Tenemos que abordar una nueva etapa en nuestro país. En los próximos 15 o 20 años se producirán en el mundo y en Euskadi tres procesos de transición importantísimos: ecológico, digital y social. Tenemos que pensar en un horizonte de, por lo menos, tres legislaturas. Y eso nos conducía a optar por el perfil de una persona que tiene capacidad y solvencia para ser lehendakari, y la edad precisa para acometer esas tres legislaturas con garantía.

¿No se debe entonces a los pronósticos y los sucesivos resultados electorales del PNV?
No, no, no. El PNV es una obra coral. Aquí no echamos la culpa a nadie. No personalizamos ni los aciertos ni los posibles errores. Hemos hecho un análisis mirando más al futuro que al pasado.

Habla de relevo generacional. Urkullu tiene 62 años. Usted tiene 61. ¿Cuándo le va a tocar a usted?
Cuando lo diga el partido. Nosotros en eso somos también un poco  atípicos. Uno no se puede proponer y a la vez no puede decidir retirarse. Los cargos internos son obligatorios. Pero yo tampoco puedo decir me quiero quedar. Tengo mucha libertad de pensamiento pero bastante menos de acción. En todo caso, hay que equilibrar bien esos ritmos de cambios.

Hablemos de futuras alianzas. Han manifestado ya su interés en reeditar su matrimonio con el PSE. Y con el PP?
Es tremendamente difícil con este PP. Parten de la negación de Euskadi como proyecto nacional, además de meterse con nuestra política social y de seguridad. El PP presenta una enmienda a la totalidad a la trayectoria de este país en los últimos 20 o 25 años. El PP vasco de hoy ha vuelto a ser el PP de Mayor Oreja. Sería un compañero de viaje extremadamente incómodo que pondría demasiados palos en las ruedas al desarrollo de Euskadi.

Y también descartan aliarse con Bildu.
Se autodescartan ellos. Una cosa es lo que ahora está diciendo su candidato. Pero no tiene la más mínima credibilidad. Porque la prioridad de Bildu es desalojar al PNV. Sería un gobierno en el que los dos partidos propondrían hacer justo lo contrario que el otro.

Olvidar es más difícil que pasar página

Pero las encuestas dibujan un escenario —seguramente el más pesimista de todos para ustedes— no tan improbable: que PNV y PSE no lleguen a sumar mayoría absoluta. Y a pesar de eso usted descarta tanto a Bildu como al PP.
Es que ya hemos estado en esa situación en la legislatura anterior a la actual. No teníamos mayoría absoluta entre el PSE y el PNV, pero gobernamos, aprovamos presupuestos y sacamos leyes. Euskadi tiene una cultura política en la que el acuerdo práctico se da. Otra cosa son acuerdos cerrados en los que eso sea un casamiento. También existen las relaciones con derecho a roce.

¿Por qué aún, a día de hoy, PNV y Bildu son el agua y el aceite?
Bildu tiene en su ADN, como en las tragedias griegas, el impulso de matar al padre. Después del fracaso evidente de la lucha armada y tanto sufrimiento en este país, de las pocas cosas que pueden hacer las bases de la izquierda abertzale es quitar del medio al PNV.

Andoni Ortuzar, en su despacho de Sabin Etxea / Foto: Raúl Bogajo

Parece que la sociedad vasca haya pasado de página más rápido que sus formaciones políticas.
Sí, el pasado en este país pesa mucho. Hemos pasado página, sobre todo los jóvenes. Y es bueno hasta cierto punto, porque no sería sano que mi generación pasara esa mochila tan pesada a las nuevas generaciones. Pero tiene que quedar en el subconsciente que aquello estuvo mal, porque el pasado está ahí y también es presente. Se puede pasar página, pero olvidar es más difícil. No me refiero únicamente a los actos de violencia terrorista, sino también a la forma de hacer política. Aquí se ha hecho política a pedradas, quemando containers, secuestrando instituciones, impidiendo hacer plenos, rodeando parlamentos... Eso deja poso.

Qué deberes quedan pendientes?
Para que se olvide tendríamos que ver que los que están enfrente han cambiado, y que es sincero el cambio. Tengo muchas dudas de que el cambio de estrategia política de Bildu sea de verdad. Hay más necesidad que convencimiento en este cambio. El lunes lo vimos. Es palmario.

El independentismo vasco y catalán tiene que actuar con responsabilidad tras el 21-A y el 12-M

Se refiere a Pello Otxandiano negándose a tachar a ETA de organización terrorista?
No quiero entrar en ello. No quiero que se diga que estamos haciendo una utilización espuria o una exageración. Simplemente me limito a señalar ese hecho. Eso está ahí. Eso limita muchísimo la capacidad que tenemos de entendernos y llegar a cosas sólidas.

Se puede generar en estas elecciones una situación paradójica: en un momento en que el apoyo a la independencia es muy bajo, todo indica que el parlamento vasco será el más soberanista de la historia, por la suma de PNV y Bildu. ¿Cómo pretenden ustedes jugar estas cartas?
Es relativamente sencillo acompasar autogobierno con bienestar. Porque a mayor autogobierno, mayor bienestar. Cuanto más garantizado tengamos el autogobierno, más progreso y desarrollo.

Explíquese.
Tenemos una hoja de ruta soberanista y nacionalista gradualista. Queremos dar un salto cualitativo en el autogobierno vasco en el que tengamos el reconocimiento nacional y podamos establecer una relación de bilateralidad sólida con el estado. Ese es nuestro camino. Quien lo tiene un poquito más complejo es Bildu. Porque hace año y medio dijo que lo que ahora defienden y nosotros defendemos es una traición al país.

¿Cómo pretenden hacer eso?
Primero haremos un gran acuerdo en Euskadi. En este país sigue habiendo otras identidades nacionales, y no los podemos dejar fuera. Entonces, primero, acuerdo grande, lo más amplio posible entre vascos y después ir a Madrid a negociar de tú a tú con el estado.

Feijóo me reconoció que necesitaba un proyecto distinto para Catalunya

Cuál va a ser la relación entre usted y Pedro Sánchez tras las elecciones de domingo?
Tenemos un acuerdo de investidura que hay que darle cumplimiento día a día, porque en Madrid, una vez que les das los votos en la investidura, luego se hacen los remolones. En Euskadi tenemos el akuilu, una vara de avellano con un pequeño pincho para que los bueyes vayan más rápido. Nosotros lo tenemos que usar con Pedro Sánchez.

¿Serán mayores para Madrid las consecuencias de las elecciones en Catalunya?
Seguramente. El mapa político vasco está estabilizado, y las consecuencias del 21-A no deberían ser grandes en Madrid. Pero en Catalunya creo que sí. Hay factores que diferencian mucho la situación. Los dos grandes partidos soberanistas catalanes están en una bronca política. Y el papel del PSC no tiene nada que ver con el papel del PSE. Sí que puede haber procesos políticos en Catalunya que provoquen una ola que llegue hasta el Manzanares. Cualquier elemento de distorsión puede hacer que el gobierno de Sánchez entre en problemas.

Andoni Ortuzar, en el exterior de Sabin Etxea / Foto: Raúl Bogajo

Tienen los partidos independentistas vascos y catalanes la oportunidad de incrementar el precio de sus apoyos a Pedro Sánchez después de las elecciones del 21-A y 12-M?
Eso sería una lectura demasiado mercantilista de la situación política. Debemos actuar con más responsabilidad y altura de miras. Porque en el corto plazo esto podría tener una rentabilidad. Pero en el medio plazo engordaría a la derecha española, una derecha que está muy montaraz contra las nacionalidades vasca y catalana.

¿Entonces?
Hay que administrar con prudencia el juego político que se nos abrirá a partir de las elecciones catalanas. Luego llegarán las elecciones europeas. Y esas van a ser una especie de segunda vuelta del combate Sánchez-Feijóo. Debemos ir con cuidado porque todos conocemos la pulsión de la política española para pulsar el botón nuclear en seguida.

Junts y PSC deben trabajar en una argamasa que permita pactos

No se abre usted a futuros pactos con el PP de Feijóo?
A Feijóo le veo en Madrid como un dirigente que quiere y no puede. En una de mis conversaciones con él, le hice ver que después de las pasadas elecciones generales, no tenía con quién pactar, debía tener un proyecto político para Euskadi y otro para Catalunya. Y él me reconoció que necesitaba un proyecto distinto y líderes distintos para Catalunya. No tanto en Euskadi, donde ya hacían cambios. Confesó que tenía un problema. Pero lo que ha pasado es que lo han mantenido todo igual. El PP debe hacer un giro de 180 grados en su relación con Catalunya y Euskadi y asumir la España plurinacional. El PP ve a estos dos territorios como un artículo de confrontación en Madrid con el PSOE. Mientras eso siga así, será difícil un escenario de pactos con el PP.

Animaría a Junts y a PSC a conformar en Catalunya el pacto que hay en Euskadi entre PNV y PSE?
Todos los pactos tienen que tener argamasa, por tal de solidificar y no romperse a la primera de turno. Hay que formar esa argamasa, y ahí es donde tienen que trabajar Junts y PSC. Hay elementos que pueden ayudar a que eso sea así: los dos son partidos institucionales, con penetración en todo el territorio. Sería bueno que, si esa es la solución para Cataluña y para asentar un poquito mejor al Gobierno, empiecen a construir la argamasa.

Es la restitución de Carles Puigdemont como president de la Generalitat su opción favorita tras las elecciones catalanas?
Yo quiero que ganen los partidos soberanistas. Y efectivamente a nosotros nos une una mayor relación histórica y personal con Junts.

Ha tenido que recoser mucho su relación con Junts?
No, porque nunca estuvo rota. En política, cuando hay relación y confianza personal, es posible entender al otro. Ni nosotros éramos menos nacionalistas por haber hecho lo que hemos hecho ni la gente de Junts era aquella locura que se proyectaba. La relación que hemos mantenido con gran parte de los dirigentes de Junts, sobre todo con los que vienen de Convergència, ha sido de mucha complicidad en el diagnóstico. Luego, cada uno compartíamos el diagnóstico y luego cada uno hacía en su país lo que creía mejor para su país.

El PP vasco de hoy ha vuelto a ser el PP de Mayor Oreja

Entonces, la relación entre Urkullu y Puigdemont no ha afectado a la relación entre ambos partidos?
Es que cuando la brunete mediática madrileña se mete por el medio, pasan cosas. Yo fui testigo de aquella relación. Y el lehendakari hizo lo que creía que era lo mejor para Catalunya. Lo que hicimos fue un acto de generosidad y de implicación con el Procés. No fue posible, pues pasito para atrás y tan amigos.

Tiene Imanol Pradales madera de mediador en conflictos de este cauce?
Uno de los problemas que pasó en aquel momento fue llamarle a la labor que estaba haciendo el lehendakari una cosa que no era lo que pretendía el lehendakari. Porque un mediador es alguien escogido por dos partes para que medie y arbitre. Simplemente hubo mucha gente bien intencionada de alrededor que le pidió que hiciera algo. Y lo hicimos. Tanto él como yo.

Andoni Ortuzar, en el exterior de Sabin Etxea / Foto: Raúl Bogajo

Usted celebra que Junts haya entrado a participar en la gobernabilidad de España?
Sí, no creo que sea algo que quedara completamente descartado. Pero cuando a ti te aplican el 155... ¿cuál va a ser tu respuesta? En la Biblia, se dice lo de poner la otra mejilla, pero no suele ser lo habitual en el comportamiento humano. Junts tiene ahora una oportunidad, la está aprovechando y será bueno para Cataluña.

¿Por qué Imanol Pradales no tardó nada en salir en defensa del concierto vasco cuando Pere Aragonès propuso el sistema de financiación singular para Catalunya?
ERC dio a entender que lo que ellos pedían para Catalunya sí iba a ser solidario. Dando a entender que el concierto vasco no lo es. Y hombre... estamos acostumbrados a que se cuestione el concierto desde Madrid o desde los más centralistas como Albert Rivera o Vox. Pero nunca hubiéramos pensado que Esquerra Republicana nos atacaría. Y nos dolió. Debo reconocer que nos dolió que venga de Catalunya una injusticia de ese tamaño. Más en un momento en que el concierto económico en Euskadi está muy solidificado, pero si Madrid pudiera lo quitaría. Hay que tener mucho cuidado.

Andoni Ortuzar, en el exterior de Sabin Etxea / Foto: Raúl Bogajo

En todo caso, el PNV apoyaría la propuesta de un sistema de financiación propio para Catalunya?
Sí, por supuesto. Apoyaremos lo que la sociedad catalana decida ser y los instrumentos políticos, económicos y sociales que quiera. Nosotros reconocemos la nación catalana y queremos que le vaya lo mejor posible.

Aunque esto pudiera poner en riesgo el sistema vasco?
No creo que el sistema vasco vaya a estar en riesgo porque a Catalunya se le de. No debería de ser así. Otra cosa es una discusión más profunda y más de entendidos: si el sistema vasco llevado a Catalunya va a ser lo idóneo o no. Catalunya tendrá que buscar su propio modelo.