El último fin de semana de octubre de hace un año, el conseller Toni Comín (Barcelona, 1971) metió en una maleta toda su ropa de invierno y se subió en un coche con su familia hacia un pueblo a pocos kilómetros de Perpinyà. Empezaba su exilio después de que el viernes el Parlament había proclamado la República, y lo hacía con el convencimiento de que se marcharía todo el Govern. Lo acompañaban en otros vehículos su hermana Betona y su amigo y concejal de Barcelona Jaume Asens, el mismo que se encargó de aconsejarle que cogiera a Gonzalo Boye como abogado. Un año después, Comín admite que durante estos doce meses ha tenido que tomar decisiones "excepcionales y extremas", asegura que no olvidará nunca el momento en que supo que sus compañeros de Govern eran encarcelados -"se nos cayó el mundo a encima"- y que, en este contexto, una cosa para la cual no estaba preparado es para las pugnas internas dentro del independentismo.
¿Cómo está después de este año en el exilio?
No me dejo hacer esta pregunta porque la respuesta es demasiado larga.
¿Por qué?
Es muy larga porque hay dos partes, nivel político y nivel personal, y tanto en el uno como en el otro en algunos sentidos estás bien y el algunos sentidos es complicado.
A ver...
A nivel personal, y entro ya en intimidades, yo me prometí que mi hija cuando viniera aquí cambiaría de casa, de ciudad, de escuela, pero no cambiaría de padre. Ella tenía un padre feliz y alegre y vital, y tiene derecho a seguir teniendo el mismo padre que tenía en Barcelona. Eso te obliga mucho a mantenerte fuerte. No quiero que mi hija tenga un padre deprimido o resentido o enrabiado, no se lo merece, sería una víctima totalmente inaceptable de la represión. Ya hay suficiente víctimas de la represión. Por lo tanto estoy bien. Pero por otra parte no estaremos bien hasta que volvamos a nuestra casa. Además, sufres por la gente que sabes que te necesita y que ahora mismo no les puedes dar el apoyo que querrías. Tengo la madre muy mayor, acaba de perder un hijo, mi hermano. Por lo tanto, de la parte personal hay muchas luces y muchas tristezas también.
Estamos muy fuertes. El exilio tiene sentido en la medida en que estás en actitud de combate por una causa que merece el sacrificio que hacemos
¿Y, la parte política?
Estamos muy fuertes. Lo hemos estado desde el principio. Tiene sentido el exilio en la medida en que tú estás en actitud de combate, democrático, pacífico, pero en actitud de combate por una causa que tú consideras que merece el sacrificio que estamos haciendo todos juntos. Esto es lo que estamos haciendo en el exilio, un combate por la democracia, por el reconocimiento del derecho de la autodeterminación de Catalunya. Por eso estamos políticamente muy bien, preparados para combatir contra un estado que ha hecho una deriva autoritaria, que ha resucitado a sus peores fantasmas y que ha recuperado el franquismo que tenía escondido tras el armario. Hemos estado muy fuertes todo este tiempo, quizás incluso más fuertes de lo que nosotros hubiéramos imaginado. Además, hemos ido acumulando una tras el otro muchas victorias judiciales. Sin embargo, por otra parte preocupado, en la esfera política, preocupada porque había una cosa para la cual no estaba preparado.
No estaba preparado para las pugnas internas. Es muy inquietante y preocupante esta desunión
¿Cuál?
Para asistir a estas pugnas internas, estas discusiones, que por otro lado, si alguien las puede entender soy yo, porque conociendo a todos los actores entiendes muy bien las razones de los unos y de los otros. Por lo tanto, no es que esté responsabilizando a nadie de estas tensiones internas dentro del independentismo, no se trata de distribuir responsabilidades y culpas, pero sí constato que políticamente es muy, muy inquietante y preocupante esta desunión, esta imagen de desunión que se ha dado en algunos momentos en este último año. Demasiadas veces en momentos clave se ha ido poco a la una. Y eso, a la gente en parte la desmoraliza; que las víctimas se las tengan, disputen entre ellos, a la gente eso se le hace muy insoportable. Cuando digo a la gente, me refiero a los dos millones largos que están a favor de la República, y por lo tanto eso es una fuente de inquietud. En la esfera política también hay luces y sombras.
¿Por qué existe estos problemas para conseguir la unidad?
Quizás no fuimos lo bastante conscientes, todos, que el 27 de octubre las reglas de la política catalana cambiaban. Habíamos hecho una declaración de independencia que suponía un choque frontal contra el estado español y este choque generaba víctimas en unos grados de sacrificio nunca vistos hasta entonces. Hasta aquel momento la lucha por la hegemonía dentro del independentismo tenía un lugar importante en la estrategia de los partidos. Durante los años previos al 2017, los partidos soberanistas, independentistas, estaban en un doble tablero: confrontación con España, pero también de la lucha por la hegemonía dentro del independentismo. Sin embargo, hay un día que la guerra empieza, perdón por la metáfora bélica. Entonces cambian las reglas del juego. Si tú quieres ganar el combate con un Estado español que ya empieza con toda su violencia, la unidad tiene que ser mucho mayor, de aquellos dos tableros, hay uno que lo tienes que aparcar. Se tiene que suspender la lucha por la hegemonía y la gente intuitivamente lo ve así, y no tolera que los partidos sigan jugando en dos tableros. He repetido hasta la saciedad esta comparación: Francia e Inglaterra se disputaron el continente Europeo, no se podían ver, siempre se habían tenido manía, pero al día que le declararon la guerra a Hitler, pasaron a ser aliados. Nosotros hicimos una declaración de independencia, que para España es una declaración de guerra y así reacciona el Estado español, entonces el independentismo debe de actuar desde la unidad absoluta. Pues eso, es muy sencillo de entender.
Con los aliados tiene que haber confianza y lealtad
ERC y JxCat discrepan sobre el alcance de esta unidad. ¿Qué relaciones mantiene con Esquerra?
Cuando ERC dice que es mejor ir separados para ensanchar, yo no digo que me parezca mal. Tenemos que ser muchos y para ser muchos tenemos que ser muy diversos y transversales. Perfecto, pero es evidente que si estos muchos van por su lado, van a bofetada limpia entre ellos, pues no llegarás a ningún sitio. Si Francia e Inglaterra por la retaguardia se hubieran dedicado a gastar las energías combatiendo entre ellas, ¿verdad que hubieran perdido la Segunda Guerra Mundial? El equilibrio entre transversalidad y unidad es difícil de construir, y tiene muchas fórmulas. En estos momentos es más importante que nunca la unidad. Lo que no he querido nunca con este debate es caer en el sectarismo de que fórmula es la buena y la otra la mala, la lista conjunta i las listas separadas, las dos tienen ventajas e inconvenientes. Si decimos que tiene que ir mejor con listas diversas para ensanchar, se va separados para ensanchar, no para competir. Lo que no puede ser es que en la práctica sirva para competir. Tenemos que construir los mecanismos de sanción incluso, de que cuando se utilice la pluralidad orgánica para competir, salga un árbitro y ponga una tarjeta amarilla, roja o del color que toque. En este sentido, los liderazgos se tienen que entender los unos con los otros como a complementarios y no como incompatibles. Con los aliados tiene que haber confianza y lealtad.
No puede ser que ir separados para ensanchar, en la práctica sirva para competir. Tenemos que construir mecanismos de sanción incluso
¿Desde de ERC cómo se recibe este discurso?
Yo creo que en lo básico estamos de acuerdo. Se tiene que hacer un esfuerzo por evitar enfrentamientos públicos. Nunca nadie de Esquerra me ha dicho que no esté de acuerdo con esta reflexión. Una cosa es quererlo y otro es conseguirlo, pero la voluntad de relacionarse los unos y los otros como aliados está por parte de todos.
Estas diferencias entre ERC y JxCat aparecieron de una manera explosiva en el Parlament a raíz del debate sobre la delegación o la designación de los diputados que el juez había suspendido. En su caso, el momento procesal no se el mismo, pero se puede encontrar igual...
No está claro. Gonzalo Boye tuvo una actuación muy astuta a nivel procesal. Y por lo tanto en mi caso, yo he sido declarado en rebeldía, conjuntamente con el resto de consellers en el exilio, cuando mis recursos sobre el auto de procesamiento todavía no han sido resueltos. Mi auto no es firme y por lo tanto no puedo ser suspendido, pero ya he sido declarado en rebeldía y, por lo tanto, la instrucción está suspendida. En principio estos recursos no tendrían que ser resueltos.
¿Por lo tanto, no se verá en la tesitura de tener que delegar o designar?
Es muy difícil pronosticar qué hará un juez del Supremo en este momentos. Como hacen una interpretación creativa del derecho procesal y del derecho penal, no me atrevo a hacer ningún tipo de pronóstico. Lo que yo digo es que no es descartable porque sería lo que corresponde de acuerdo con el derecho procesal, que yo me mantuviera en esta situación de manera permanente.
Cuando se me preguntó en agosto, dije que no acepto la suspensión
¿Y en caso de que se le suspendiera como diputado qué decisión optaría?
Tendría que volver a hablar con todo el mundo. Cuando se me preguntó en agosto, mi respuesta fue muy clara, dije que no. No aceptaré la suspensión, pero eso tampoco me lleva a una decisión todavía concretísima. Lo más importante es asumir, en la lógica que decía antes de la unidad, con empatía política, las líneas rojas de cada parte. Es muy razonable cuando JxCat dice que el president Puigdemont no tiene que designar a nadie porque eso pone en riesgo su restitución y también entiendo que el presidente del Parlament diga que él quiere que los acuerdos del pleno no se impugnen. ¿Verdad que las dos cosas parecen muy razonables? Pues, tenemos que intentar hacer el esfuerzo por asumir las razones del otro. Hay una solución posible que es perder la mayoría parlamentaría. Al final es el mal menor. Pues imagínate que desde el primer momento el acuerdo hubiera sido formulado en estos términos, hubiéramos llegado al mismo punto, pero en cambio la gente no hubiera vivido un cataclismo. Analizándolo fríamente desdramaticé lo que había pasado en términos de resultado. No lo desdramatizo nada en términos de proceso. Como escenificación, horrible
¿Con Oriol Junqueras mantiene relación?
Sí, nos escribimos. Él me escribió al principio, yo lo he escrito largamente. Ahora me lleva un parcial a favor suyo, lleva una cierta ventaja.
¿Y con Marta Rovira?
Estamos en contacto, estuvimos en contacto mucho antes de que ella se exiliara, de manera permanente, habitual, semanal. Una vez ella llega al exilio, yo que he conocido lo que son los primeros meses de exilio, entendí que ella quedaría muy atrapada por muchas urgencias inmediatas y, por lo tanto, la frecuencia desde que ella se ha exiliado no es la misma. Pero estamos en contacto.
Con Puigdemont nos hemos entendido muy bien
¿Con Carles Puigdemont?
Con Carles Puigdemont trabajamos codo con codo, estrechamente. Primero con aquel objetivo de garantizar la continuidad institucional; quien le ha hecho el traspaso al presidente Torra somos nosotros, desde el punto de vista simbólico y político. Nosotros actuamos como Govern legítimo, nos reunimos cada martes durante todos estos meses, y eso nos ha llevado a trabajar estrechamente. Después una segunda cosa que hemos hecho, con Puigdemont y el resto de consellers en el exilio, Clara Posantí, Meritxell Serret y Lluís Puig, es una batalla jurídica muy importante. Eso ha sido muy absorbente, los éxitos judiciales que hemos tenido no se improvisan, hemos tenido que pensar mucho, con valentía. En tercer lugar, la internacionalización, el que ha viajado ha sido él, pero nosotros no hemos parado de estar en contacto con todos los actores para hacer entender la situación de Catalunya en el mundo, y particularmente en nuestro mundo que se llama Europa. Y, finalmente, un capítulo en que el trabajo lo hemos hecho él y yo básicamente, que es la preparación del Consell per la República, que es el encargo que nos hicieron nuestros respectivos espacios. Es un reto político intelectual muy grande, un ejemplo clarísimo de innovación institucional. Y nos hemos entendido muy bien.
¿Qué es el Consell per la República?
Déjame que empiece diciéndote qué no es. No es el gobierno de una república virtual sin territorio. No es eso. Tampoco es una ONG o una entidad de la sociedad civil.
¿Y qué es?
El Consejo es una institución que tiene una misión que es defender la legitimidad del mandato del 1 de octubre, un mandato público, que han hecho unos ciudadanos con un referéndum organizado por un gobierno. Al servicio de este objetivo necesitamos estrategias. La internacionalización, que será la más evidente de las tareas que hará el Consell, no es la finalidad del Consejo, es el principal de los instrumentos de los cuales dispone para trabajar, pero la misión es el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Catalunya. El objetivo es que la autodeterminación cuando la ejerzamos se respete.
¿Cómo?
Esto tiene muchos frentes, el frente jurídico internacional, el de la UE, los estados del mundo, las organizaciones internacionales... Pero también está el frente del pensamiento, tenemos que construir un relato a favor del derecho a la secesión por vías democráticas, articular un diálogo con el mundo académico, universitario... Además, hay una fuerza silenciosa de una potencia máxima, que es la opinión pública y la ciudadanía, los gobiernos al final harán en función de sus opiniones públicas. Por lo tanto, es importante la diplomacia civil. Mucho. Necesitamos un instrumento robusto que tiene que ser el Consell per la República. Si se mueve la comunidad internacional, nuestro objetivo se habrá acercado mucho.
Con el Consell per la República hemos hecho una interpretación de máximos del acuerdo de investidura
¿Se ha dicho que había ciertos recelos que el Consell asumiera funciones del Govern, y que se estaría rebajando, es así?
No. Al contrario, más bien hemos hecho una interpretación de máximos del acuerdo de investidura. Una de las cuestiones clave es como se relaciona el Consell per la República con las instituciones catalanas, con el Govern y el Parlament. No puede ser que estos actores no tengan ningún tipo de vínculo entre ellos. Son dos patas de una misma estrategia. Decidimos que esta legislatura tenía que caminar sobre tres piernas, el gobierno, la sociedad civil movilizada y el Consell per la República. Es muy importante que cada pata haga su función, pero coordinadamente. No podemos caer en suplantar los unos las funciones de los otros, pero aún menos actuar como si no se conocieran. El Govern, como se está viendo estos meses, no puede ir a la ofensiva como fue nuestro gobierno. El gobierno actual está bajo un 155 ambiental, es diferente. Tiene más función de proteger el grado de autogobierno que hay hoy, pero le es difícil incrementarlo.
El gobierno actual, como se está viendo estos meses, no puede ir a la ofensiva como hizo el nuestro. Está bajo un 155 ambiental
Toni Comín será el coordinador...
No nos hemos entretenido ni un minuto en pensar los nombres de la cosa. Ya lo decidiremos. Las personas que estaremos involucradas de una manera más intensa en el día a día del Consell seremos el president y yo. Pero también los consellers Ponsatí, Puig y Serret. Ahora bien, los que tendremos como actividad principal la dirección del Consell somos el presidente y yo. Yo soy diputado y estoy intentando ejercer dentro de los márgenes que la represión me permite, pero el resto tienen otras responsabilidades institucionales o académicas que suponen, ahora mismo, su actividad principal. En cambio, para el president y para mi el Consell será la actividad principal.
¿Además de los miembros del Govern, quién más formará parte del Consell?
Nuestra voluntad es salir con lo que llamamos los miembros natos. Tiempo tendremos para incorporar a más personas.
¿Miembros natos, los que están aquí?
Sí.
¿Y, Marta Rovira y Anna Gabriel?
Es una cuestión que se tiene que poner sobre la mesa y hablar con ellas. A ver qué papel quieren tener. Nosotros tenemos que poder sumar todo el capital político de que disponemos a nivel internacional y ellas lo son clarísimamente. Entendemos que el Consell puede ser una institución en este sentido descentralizada, aunque es evidente que su sede está aquí, en Bélgica.
El Consell se presentará el día 30 en el saló Sant Jordi...
Efectivamente.
¿Por qué en el Saló Sant Jordi?
Es una manera de expresar que es una institución que tiene esta dimensión pública. Es innovación institucional: En su misión y legitimación es como si fuera una institución pública, en la suya operativa, a la hora de financiarse y construir una estructura administrativa es como si fuera una institución privada, sin afán de lucro, por supuesto.
¿Cómo se financia?
En el acuerdo de investidura hay una línea que dice que el Consell se financiará por medio de mecanismos de financiación privada.
Tendrá que estar registrado...
Necesitaremos disponer de entidades, personas jurídicas de derecho privado, de entidades sin afán de lucro.
¿En Bruselas o en Barcelona?
Donde nos convenga más, porque es instrumental. Donde nos sea más fácil, donde tengamos más seguridad jurídica, donde genere menos problemas, donde la persecución del Estado español sea menos efectiva.
¿Cómo se vincula el Consell con el Govern y el Parlament?
Eso son cosas que iremos explicando con más detalle cuando toque...
Habrá vínculos estables y regulares entre el Consell, el Govern y el Parlament
¿Habrá nexos?
Tiene que haber vínculos estables y regulares.
El día 8 de diciembre habrá un acto en Bruselas...
Sí, siempre habíamos pensado que era bueno salir en dos tiempos, era importante el simbolismo de octubre, y eso se puede hacer con el acto allí y entrando nosotros en directo. Pero también es importante que nosotros podamos explicar un poco más algunas cuestiones de su estructura institucional, su programa de trabajo y eso lo queremos hacer en un acto en Bélgica en diciembre.
¿Qué tipo de acto será?
Tendría que ser un acto en un espacio emblemático. Se tienen que acabar de decidir. El 8 de diciembre tiene el simbolismo de la manifestación de Bruselas. Volvemos a Bruselas al cabo de un año.
¿El independentismo tiene que negociar los presupuestos con el gobierno del Estado?
Los presos no son moneda de cambio. Lo que se está haciendo con mis compañeros de gobierno es una ignominia impropia de un estado democrático y, por lo tanto, lo primero que tiene que hacer el Estado es comportarse democráticamente. Después nos puede pedir muchas cosas pero no antes. España no es un estado de derecho, lo dice el presidente del Parlamento flamenco, lo piensa mucha gente, y lo que tenemos que decir cuándo hablamos de presos, es que queremos que salgan, que se anule la causa. Este es el objeto principal de nuestro diálogo con el gobierno español. Sabemos que el juicio es inevitable y, por lo tanto, lo que hacemos es pedir la absolución, la causa se tendría que haber archivado desde el primer momento. La abogacía del Estado sí que depende del gobierno, por lo tanto, mañana mismo la abogacía del Estado puede retirar la acusación por malversación, de la cual cuelgan el resto de acusaciones. Si retira el delito de malversación que es aquel por el cual tiene derecho a presentarse en la causa, los tiene que retirar todos.
Me he mirado con mucha atención la Crida. Todo aquello que transversalice los diferentes actores del independentismo es bueno
¿Cómo valora la Crida que impulsa Puigdemont apelando a la unidad del independentismo?
Me lo he mirado con mucha atención desde el principio. Todo aquello que transversalice los diferentes actores del independentismo es bueno porque hará que los diferentes se puedan entender mejor.
¿Por lo tanto, se apuntará?
Yo hoy soy un diputado del grupo de ERC, soy independiente, no soy militante, pero estoy en un grupo parlamentario y una lista por un partido. Tenemos que tomar individualmente aquellas decisiones que contribuyan al mejor entendimiento entre las diferentes partes. A mí no me interesa tanto dónde estoy sino hacer de puente, porque creo que es el servicio mejor que le puedo hacer a la causa en que creo. Mis patrias políticas son mis causas, la igualdad, la justicia social, el socialismo, la autodeterminación, la república... Los partidos son instrumentos al servicio de eso. Yo rehúyo el sectarismo es una cosa que la mamé en mi casa, el antisectarismo, los míos son todos buenos y los otros son todos malos, he crecido en una familia y una casa que rechazaba rotundamente esta manera de entender la política. Esto es genético. Es ADN, el antisectarismo, el entender que entre los tuyos hay mucha gente que se equivoca mucho y entre los otros hay mucha gente de los cuales tienes muchas cosas que aprender y son muy válidas, y buscar siempre este diálogo, estos puentes. Ahora tenemos un proyecto que se llama república y mi obsesión no es si estoy aquí o estoy allí sino hacer de puente y coser.
¿Cuál ha sido el peor momento de este año en el exilio?
El peor momento de este año es el peor momento independientemente del exilio, pero yo lo he vivido en el exilio: la muerte de mi hermano. Hubiera sido el peor momento aunque no hubiera estado en el exilio.
¿Se ve en Catalunya?
Sí.
¿Pronto?
¿Qué quiere decir pronto?
Un tiempo razonable...
¿Qué quiere decir razonable?
Me veo en Catalunya más tarde de lo que desearía y, quizás, antes de lo que nos pensamos
Que su hija pueda volver a su colegio...
¿Entre uno y veinte años? Siempre digo, a nosotros nos ponen un horquilla de entre uno y veinte años... Me veo en Catalunya más tarde de lo que desearía y, quizás, antes de lo que nos pensamos. Más tarde de lo que desearía porque para mí siempre será tarde. La nostalgia hace que las horas se alarguen mucho y la épica hace que las horas se acorten mucho. Vivimos atrapados entre la épica y la nostalgia. Y por lo tanto, las horas se alargan y se acortan al mismo tiempo y simultáneamente, aunque eso vaya contra las leyes de la física.
No ha habido ningún otro año de mi vida que haya tenido que tomar decisiones tan extremas y excepcionales
Y el cómputo global...
Han pasado muchas cosas. A nivel personal me han pasado muchas cosas muy importantes. Y a nivel político, también. Creo que no ha habido ningún otro año de mi vida que haya tenido que tomar decisiones tan extremas, tan excepcionales, tan poco habituales y extraordinarias, tanto en el personal como en el político. Hemos estado tomando decisiones que no son normales en la vida de una persona. Pero sí que digo que quizás será antes de lo que nos pensamos cuando volvamos. Hace falta ver qué pasa en Estrasburgo, como adelanta esta seducción de la opinión pública internacional a través del Consell per la República, hay que ver qué frutos dan las movilizaciones, qué capacidad tenemos de ruptura pacífica desde la sociedad civil, cuando volvemos a tener la energía, la chispa para volver a parar el país, eso que decimos los 3 de octubre, nuevos 3 de octubre más intensos que el 3 de octubre...
Había una consecuencia natural e inevitable de la DUI, que se llamaba exilio
¿Y cómo queda el famoso debate de la vía unilateral?
La vía unilateral depende de la correlación de fuerzas. En eso, no sé si acertamos lo suficiente bien a explicar la primera semana de exilio, los primeros 15 días de exilio, había un desconcierto, un choque emocional en Catalunya, no sé si se explicó lo bastante bien que había una consecuencia natural e inevitable de la DUI, que se llamaba exilio.
¿Por qué?
De entrada, hemos de situarnos en el momento en que tuvimos dudas sobre si había que hacer la DUI o no, lógicas, razonables e inevitables dudas, faltaría más, me habría parecido una irresponsabilidad como gobierno no discutir analizar este escenario y plantear otros escenarios diferentes, elecciones. Me habría parecido una insensatez y una irresponsabilidad no discutir este escenario. Porque sabíamos a quién nos enfrentábamos, no íbamos a la DUI ingenuamente, ilusos, sin saber qué represión nos caería encima. No. Los Jordis ya los habían encerrado en la prisión, el 1-O ya nos habían apaleado, por lo tanto, ya sabíamos que el Estado español había decidido transgredir todos los límites y traspasar todas las fronteras de la reputación y de la vergüenza, y por lo tanto dispuestos a hacer lo que hiciera falta. Ya nos habían explicado cómo sería el 155, nos habían amenazado con encerrarnos a todos en la prisión. Todo eso ya lo sabíamos, por lo tanto sabíamos la fuerza que estaba dispuesto a ejercer el Estado español.
No rehuir la represión y víctimas de la represión por una batalla que das por perdida no tiene sentido
¿Y, cómo se tenía que responder?
¿Aquí está donde tuvimos que hacer un debate, de decir ante este grado de amenaza, de la fuerza del adversario, vamos a la batalla o no vamos a la batalla? Si vamos, vamos para darla, no para que no se pueda decir que no la hicimos. Uno no va para quedar bien y que no sea dicho. El argumento es vamos a dar esta batalla para ganarla. Somos consciente de lo difícil que es y no sabemos al 100% si toca empezarla. Ahora, si la empezamos, si finalmente decimos el mandato del 1-O es sagrado y hacemos la declaración de independencia, no es para decir hemos cumplido con la gente y ahora me rindo en la primera esquina. No. Si te tienes que rendir a la primera escaramuza entonces no vayas a la guerra, mejor hacer elecciones, y te ahorrarás una parte de la represión. Ir a la batalla, dando por hecho que la perderás, pero para que no sea dicho que no la diste y dejaste todos estos sacrificios, los heridos, tendidos allí en medio... No tiene sentido. No rehuir la represión y víctimas de la represión por una batalla que das por perdida no tiene sentido. Esta es la clave. Asumir que habrá víctimas de la represión, que podrías habértelas ahorrado, como consecuencia de una batalla que das por perdida no tiene ningún sentido, políticamente hablando. Si hacemos la DUI es para empezar la batalla contra el Estado, en la cual nuestra correlación de fuerzas es la que es.
Para liderar esta batalla la única opción es el exilio. Es muy difícil de liderar con todos en la prisión
¿Por qué dice que el exilio es el paso natural?
Porque para liderar esta batalla, dada la correlación de fuerzas, la única opción es el exilio. Sin el exilio esta batalla es muy difícil de liderar, todos en la prisión, sería muy difícil. La correlación de fuerzas era la que era, quería decir que si nos quedábamos –cómo se ha demostrado- o nos encerraban o nos callaban. Nuestra posición en Catalunya es de una cierta fragilidad ante la represión del Estado, el Estado tiene mucha capacidad para hacer daño, a los líderes, a la organización, al independentismo... Por lo tanto, no tiene sentido hacer la DUI para rendirse a los cinco minutos... Al día siguiente de la DUI empieza esta batalla. Esta batalla como todas necesitan ser lideradas. Era imprescindible el exilio para poder liderar esta batalla.
Nuestro exilio tiene una potencia en su relato que sin la prisión no tendría
¿También es importante la prisión?
Mucho. Muchísimo. Nuestro exilio tiene una potencia en su relato que sin la prisión no tendría, eso es evidente. Hay una dramática complementariedad entre un sacrificio y el otro, entre la prisión y el exilio.
¿En qué momento decide que se va al exilio?
El fin de semana del 28-29 de octubre se habló del exilio como opción de todos. Como opción de Govern, compartida, como decisión común. Pero también se decidió que no dejaba de ser una decisión personal de cada uno. Como el exilio era políticamente coherente, pero también quedarse era políticamente legítimo. A partir de aquí nos dijimos que la decisión era personal. Y pesaron las situaciones personales.
Allí no dijo cada uno lo que haría...
Nos explicamos lo que haríamos entre el lunes y martes.
Hasta el domingo, la convicción era que íbamos todos juntos al exilio
¿Hablaron de la situación que generaba los diferentes escenarios?
Yo creo que hasta el domingo, la convicción, al menos lo que pensaba yo y muchos otros compañeros, era que nos marchábamos todos. Hasta el domingo la idea que estaba más o menos asumida es que íbamos todos juntos al exilio. Después, el lunes, de lunes a martes, hubo decisiones personales absolutamente legítimas y que, insisto, han sido políticamente fructíferas. Aunque sea una barbaridad tener que decirlo así. Cuando explicas en el mundo que la mitad del Govern está en el exilio la gente se escandaliza, y una parte importantísima de la solidaridad con la causa catalana es por el hecho que hay presos políticos, evidentemente.
¿Por qué se produce este cambio?
No tengo que hablar por los otros. Aquí a aquellas horas pasaban muchas cosas por la cabeza de todo el mundo, se mezcló muchas consideraciones personales, políticas... Por lo tanto...
La marcha se hizo de manera organizada...
Se hizo organizada. También estuvo el factor de imprevistos que tuvieron su peso. En un momento dado parecía que no se citaría a declarar a nadie hasta el lunes 6 de noviembre, y por lo tanto parecía que había unos días para ir a Barcelona sin riesgo, porque la querella se había presentado pero no había orden de detención y tampoco se nos había citado a declarar. La noche del martes, sin embargo, empiezan a aparecer las citaciones para ir a declarar el jueves, que es una cosa inaudita, que el día antes de Todos los Santos, que es festivo, citen a declarar a la gente por una causa la querella de la cual se ha presentado el lunes y los abogados no han tenido tiempo de estudiárselo... El cúmulo de irregularidades es tan brutal que eso hizo que los cálculos fallaran.
Se nos cayó el mundo encima cuándo nos dijeron que se los habían quedado en la prisión
¿Los primeros días fueron los más complicados?
Recuerdo como un momento traumático cuándo nos dijeron que se los habían quedado en la prisión. Lo podíamos prever, lo veíamos venir, pero igualmente hasta que no se confirma mantienes la esperanza. Saber que los encerraban a todos, se nos cayó el mundo a encima. Un momento especialmente doloroso de los primeros días... Era la confirmación de lo que ya sabíamos, que el Estado había decidido, la confirmación que el franquismo seguía vivo, que 30 años de democracia habían servido de mucho menos de lo que nos pensábamos, y eso es una catástrofe. Ahora sabemos que la Transición no fue tal. Porque al final si el franquismo se refugió en la judicatura, en los grandes medios de comunicación, el franquismo se refugió en las grandes empresas del Ibex, la policía, y hemos jugado todos a hacer ver que España era una democracia moderna, europea, y a la primera crisis relevante, resulta que reaparece aquel franquismo que estaba allí camuflado, se quita la careta y vuelve y coger el control de resortes claves del Estado, pues tenemos un drama, que es que el franquismo no murió y la Transición no fue una transición y que no se puede por evolución natural pasar de una dictadura a una democracia, en algún momento se ha de desfranquizar el Estado, al igual que hicieron Alemania e Italia. El precio es muy evidente, que el franquismo sigue vivo en el Estado español.