Reconocer los errores propios nunca no es fácil y acostumbra a resultar incómodo, pero tiene una inmensa ventaja: permite rectificar y salir fortalecido. Después de sufrir dos revuelcos en las urnas, el 21-D y el 26-M, la CUP ha detectado que no iba por el buen camino y ha decidido ponerle remedio enderezando el rumbo hacia la independencia y poniendo el acento en la agenda social. Lo hace a través de una ponencia política todavía abierta a correcciones y que la militancia deberá ratificar este domingo, en una asamblea del partido en Celrà. El documento recoge una dosis importante de autocrítica con la actitud de bloqueo al Govern Torra, apuesta por una vía más colaboracionista y plantea que, si es necesario, puedan entrar en el Govern de la Generalitat. Al mismo tiempo se abren a presentarse con una nueva marca para ampliar su base electoral y constata que en el contexto actual una DUI no llevaría a ningún sitio. Uno de los redactores de esta nueva propuesta, el exdiputado y dirigente de la CUP Albert Botran, reflexiona en esta entrevista para ElNacional.cat sobre los detalles de la ponencia.
"No se puede mantener la ficción de que la ruptura es inminente", es uno de los puntos destacados de vuestra nueva ponencia política. Hay que ver...
Sí, creemos que todo el independentismo estamos obligados a reflexionar si lo que falló el 1-O y el 27-O de 2017 ahora lo tenemos y si no lo tenemos, trabajar para que esté. Creo que ahora es un momento de poder decir con mucha claridad que allí no se proclamó la independencia y se nos dijo que era por una serie de motivos que no vemos que ahora nadie esté trabajando para que cambien. Se dijo que faltaba reconocimiento internacional, que había riesgo de fractura social, que había una amenaza de violencia por parte del Estado, que las estructuras de estado no habían sido pensadas como para poder desplegarlas en un contexto hostil, la guerra económica. Todo eso fueron elementos que llevaron a que en octubre el resultado del referéndum no se tradujera en una República. Y no vemos que nadie esté trabajando en estos elementos para revertirlos, es decir, para tener más apoyos internacionales, para no depender de las grandes empresas que nos volverán a hacer boicot, para que la sociedad catalana no viva la independencia como una ruptura entre comunidades.
¿Ha sido muy doloroso llegar a esta conclusión? ¿Qué sensaciones os ha despertado en el grupo de trabajo?
Nosotros como tradición política si alguna cosa teníamos clara es que la independencia no era una cosa sencilla o rápida de hacer. Siempre habíamos puesto en valor que el carácter rupturista de esta independencia implicaba un proceso difícil de llevar a cabo. Nosotros no nos hicimos independentistas con el procés. No nos cuesta adaptarnos a la idea de que a este proceso le queda tiempo. Si te fijas en procesos de otros pueblos en muchos casos también han sido acumulaciones de varias derrotas hasta que llega un momento que sales adelante.
Creemos que hace falta una nueva acumulación de fuerzas
Pero la CUP erais los del "tenemos prisa"...
Lo que decíamos era que no estábamos de acuerdo en rehuir la confrontación cuando estaban las fuerzas para hacer el referéndum y haber ido más allá después del referéndum. Lo que no queríamos es que las fuerzas se desperdiciaran. Si creemos que está la fuerza nosotros siempre estaremos para que esta fuerza se lleve a cabo al máximo. Sí que es verdad que presionamos mucho para que estuviera el referéndum, presionamos mucho para que el referéndum se hiciera a pesar de la represión, y después del referéndum presionamos mucho para que hubiera declaración de independencia. Fue nuestro papel y no nos enmendamos. Ahora, habiendo pasado el tiempo creemos que hace falta una nueva acumulación de fuerzas.
¿Tirando de las metáforas marineras que desde el comienzo han acompañado el procés, la CUP endereza el rumbo para llegar a la independencia?
En terminología de la que ha utilizado históricamente la izquierda es una necesidad de acumular fuerzas.
El boicot de la CUP al Govern no ha tenido efecto, nuestro deber es hacer más propuestas. No teníamos la fuerza para bloquear este Parlament
En las 28 páginas que ocupa el documento también haceis mucha autocrítica...
A partir del 21-D quizás somos los que todavía llevábamos una dinámica más ligada al 1-O. Por ejemplo, en la defensa de la investidura de Puigdemont fuimos de los más coherentes, de los que lo queríamos llevar hasta las últimas consecuencias. Cuando eso no pasa ya vemos que la lógica que seguirá el Parlament y el Govern es otra, que no será la de la legislatura anterior donde se asumía la desobediencia y la confrontación cuando era necesario. En aquel momento pensamos que podíamos combatir esta reorientación del Govern a través de un boicot, de un bloqueo al Govern -diciendo con nosotros no contéis para hacer eso, no os aprobaremos los presupuestos, no tendréis nuestro apoyo para casi nada y haremos un bloqueo parlamentario en la medida que nos permiten nuestros cuatro diputados- pero no ha tenido efecto. Esta es la autocrítica: nos planteamos una cosa que tampoco teníamos la fuerza para hacerla, no teníamos la fuerza para bloquear este Parlament, no teníamos la fuerza para condicionar a este gobierno para que volviera a la actitud de confrontación con el Estado. Y al final incluso la reflexión es que electoralmente eso o no se ha entendido o no se ha valorado. O porque la gente no entiende nuestra política o porque no la valora como necesaria, al final las elecciones municipales no nos han ido bien. Creemos que lo que se impone es una reflexión. Si lo que decidimos hace un año no ha tenido efecto lo que hace falta es hacer otra cosa a ver si tiene mejor resultado.
Una de las cosas que proponéis es pasar de la oposición frontal a la oposición propositiva...
Sí, es una de las propuestas. Haremos la oposición que es necesaria que hagamos porque nosotros no estamos alineados con este gobierno ni entendemos hacia donde va, pero nuestro deber es hacer más propuestas. El ejemplo es el de la Ley Aragonés. A nosotros no nos gusta esta ley, pero aparte de decir que no nos gusta lo que haremos es intentar hacer una ley alternativa que blinde los servicios públicos. Se tratará de hacerlo siempre de esta manera.
¿Un elemento importante que justifica este cambio de chip es el hecho de que la CUP ha recuperado la llave de la mayoría independentista en el Parlament?
Sí, en parte eso es una oportunidad. Hasta ahora a través de las suspensiones de diputados, el Govern no tenía suficiente sólo con la CUP. Ahora, en cambio, con los 4 diputados de la CUP tendría bastante para formar una mayoría. Podría ser que al Govern le interesara recuperar la alianza con la CUP.
ERC tiene un dilema: si quiere ser un partido de izquierdas o ganar el espacio convergente. Paradójicamente ha habido mejor relación con JxCat que con ERC
Leyendo la ponencia, uno extrae que aspiráis a poner más el acento en el alma social que en las grandes proclamas nacionales...
Sí, aunque seamos conocidos por haber sido los aceleradores del referéndum y los defensores de la desobediencia, nosotros nunca hemos abandonado las políticas sociales, que tuvieron un peso muy importante en la negociación de los presupuestos durante la pasada legislatura. Lo que vemos es que, aparte de que somos de izquierdas, para que al independentismo le vaya bien tiene que tener este contenido social y eso lo tenemos que hacer más explícito. En principio tendríamos un aliado en eso que es ERC, pero en la práctica está haciendo unas políticas económicas y sociales muy continuistas y muy similares con lo que habrían hecho cuando eran JxSí y estaban más ligados a Convergència. Por lo tanto, alguien tiene que hacer este papel de defender que tiene que haber políticas alternativas en materia económica y social, y tenemos que ser nosotros.
¿Tenéis la sensación de que podríais avanzar más con los Comunes y ERC que con JxCat?
Creo que sí. Sobre el papel, estas tres formaciones compartimos una sensibilidad de izquierdas que nos haría alinearnos en defensa del sector público, de expandir este sector público, de poner límites a los beneficios empresariales y de la banca. Eso en principio, pero en el caso de ERC, como partido también tiene un dilema existencial sobre si lo que quiere es ser un partido de izquierdas o lo que quiere es ganar al espacio convergente, cosa que hace que tenga un perfil en discurso económico o social muy moderado y poco disruptivo respecto de las políticas de los gobiernos anteriores. El PDeCAT es un partido de derechas y no estaría en absoluto por eso, JxCat se supone que es una cosa más transversal pero a la práctica a quien ponen en los lugares importantes como la conselleria de Territorio con una materia tan sensible como es vivienda es a Damià Calvet que es PDeCAT, exconcejal de Sant Cugat y que es la Convergència de toda la vida.
Dirigimos la propuesta hacia gente que hasta ahora no había estado con nosotros, a gente que puede ser crítica con ERC o los Comunes que tendrían que ver a la CUP como una herramienta útil
En este cambio de rumbo también abrís la puerta a cambiar de marca electoral para abarcar más sensibilidades políticas. ¿Esto es una OPA a los desencantados con ERC y los Comunes?
Ojalá nuestra propuesta se sepa leer como eso, una apertura hacia gente que no ha estado nunca en nuestro entorno pero que nos vea como una herramienta útil. De hecho esta es la idea principal de este proceso. Tenemos que dejar de mirar hacia adentro y mirar hacia afuera porque nuestra propuesta tiene que ser atractiva para mucha más gente, porque no se entiende que con unos Comunes cada vez más alejados del soberanismo y una ERC cada vez más alejada del rupturismo y las izquierdas, nuestro espacio sin embargo haya disminuido. Eso no se entiende, alguna cosa no estamos haciendo bien. Dirigimos la propuesta hacia gente que hasta ahora no había estado con nosotros, a gente que puede ser crítica con ERC o los Comunes que tendrían que ver a la CUP como una herramienta útil.
Eso un poco ya pasó en 2015, no sé si el objetivo es recuperar el espíritu de la CUP de David Fernàndez y Quim Arrufat...
Sí, sin tampoco idealizar las personas o el pasado. Nosotros también somos conscientes de que en el 2015 se produjeron buenos resultados por varios motivos. Uno es que la CUP hasta entonces había hecho un buen papel y eso se ve en la valoración de los líderes. También es verdad que el procés iba de subida y eso nos iba bien, porque la gente percibe a la CUP como una herramienta útil cuando vas hacia el choque, hacia la ruptura, porque es una garantía que aquello se hará. La otra es que ERC iba fusionada y hubo mucha gente de izquierdas que no quería votar Convergència y optó por la CUP. Todos estos elementos no los puedes recuperar y tienes que hacer otra cosa que te convierta en herramienta útil.
En la nueva propuesta también os planteáis la posibilidad de entrar a formar parte del Govern de la Generalitat...
Sí. Por la misma lógica de decir que además de la crítica, lo que la gente valora y nos pide es que asumamos el máximo de responsabilidades. Es una lectura que también se desprende del resultado de las municipales: en general, donde la CUP ha gobernado la gente le vuelve a dar el apoyo y por lo tanto premia que la CUP asuma responsabilidades. Creemos que tenemos que estar abiertos a eso. Es difícil imaginárselo tal como están las cosas porque con el Govern hay muy poca sintonía. Paradójicamente había más con el gobierno anterior aunque la escenificación era de diferencias, pero sabíamos que aquel gobierno trabajaba con unos objetivos y tenías donde cogerte para dar sentido al pacto, por eso dimos apoyo a los presupuestos. Pero en todo caso, la puerta la tenemos que tener abierta. Si es un gobierno que trabaja por políticas sociales transformadoras y que vuelve a proponerse el reto de ejercer la autodeterminación y por lo tanto de poder construir la independencia, nosotros nos tendríamos que ofrecer a facilitar la gobernabilidad y entrar en el gobierno.
El nuevo criterio de la CUP es que ahora no tienen sentido ni una DUI ni un referéndum unilateral...
Ahora mismo, en frío, no. Hay que preparar las condiciones. Hacer una ruptura ahora tendría los mismos efectos o resultados que el 27-O, no se podría sostener en el tiempo que es lo que falló en octubre de 2017. Nosotros defendimos la proclamación, pero no sabíamos que detrás no se estaba dispuesto a aguantar lo que fuera necesario. Ya sabíamos que no sería definitiva con mucha probabilidad pero sí que esperábamos que hubiera la voluntad de sostenerla más en el tiempo, que sería la manera de que la comunidad internacional se hubiera volcado un poco más.
¿Qué significa "aguantar lo que fuera necesario"? ¿Asumir que pudiera haber muertos, como se había especulado a las reuniones del estado mayor?
Es complicado, porque esta amenaza siempre la utilizará el Estado. Entonces tú no tienes que estar demasiado pendiente de eso porque si no siempre estarás en sus manos. Tú te tienes que fijar en tus actos y en los que está dispuestos a hacer a la gente, que en aquel momento estaba dispuesta a asumir costes incluso personales, y eso todos lo sabemos. No se tiene que ser paternalista y decir que no llevaremos a la gente hacia un sitio tan arriesgado. Hasta las últimas consecuencias significa resistencia no violenta.
¿Ha costado mucho llegar a estas conclusiones? ¿Creéis que costará aprobar el documento y habrá mucha guerra en la asamblea del domingo?
Se ha llegado bastante bien, el núcleo que hemos redactado la ponencia y el propio secretariado ha ido bastante unido. Se ha hecho un análisis muy compartido de qué estaba fallando y por lo tanto también de lo que hay que hacer. Nosotros no somos monolíticos como los otros partidos. La propia formación de la dirección ya lo conforma como una estructura plural y diversa y aun así se ha sido bastante unido ahora. Eso nos hace pensar que la propuesta representa un grueso importante de la sensibilidad dentro de la organización y que por lo tanto prosperará.
¿Qué quiere decir lo volveremos a hacer?
Utilizar las herramientas que se utilizaron en otoño de 2017, y volver a hacerlo sabiendo que pueden tener costes represivos y asumiendo estos costes represivos, porque probablemente habrá más presos, más represión, más multas, más juicios, pero sabemos que forma parte del proceso hacia una República, hacia la liberación nacional. No tenemos que renunciar a una manifestación pública por el miedo a ser acusados de sedición, ni a utilizar las instituciones a favor de un referéndum por el miedo a ser acusados de rebelión. Que la represión no nos limite.
Tenemos que saber utilizar la fuerza que el Estado utiliza contra nosotros, como en una llave de judo. La sentencia no tendría que ser sólo un golpe muy duro, sino un salto adelante
¿Qué tiene que pasar si hay una sentencia condenatoria?
Tenemos que saber utilizar la fuerza que el Estado utiliza contra nosotros al revés, como en una llave de judo. Ellos utilizan toda la fuerza contra el independentismo pero al mismo tiempo esta fuerza que despliegan les deslegitima mucho por detrás. Cuando un estado demuestra que lo único que lo legitima es la voluntad de sus élites de seguir agarradas al poder cueste lo que cueste, pierde mucho apoyo popular. Y eso es lo que tenemos que saber explicar, que no va sólo contra el independentismo, sino que tiene unas herramientas que puede utilizar contra cualquier movimiento disidente. La sentencia no tendría que ser sólo un golpe muy duro, sino un salto adelante con respecto a la legitimidad política del independentismo.
¿Tendría sentido responder con unas elecciones?
Depende del carácter de estas elecciones. Ahora mismo unas elecciones sólo servirían para volver a medir la correlación de fuerzas interna del independentismo y eso no sé si nos lleva a ningún sitio. Si hubiera elecciones, el independentismo tendría que ir con una propuesta compartida. Si tenemos que ir a elecciones con las fuerzas soberanistas cada una por su parte, con su discurso, no aportando ningún avance cualitativo, simplemente servirá para ver si JxCat aguanta, si ERC hace el sorpasso, a ver cómo le va a la CUP... esta no es la idea.
La unidad es posible cuando hay objetivos compartidos y eso se demostró la legislatura pasada
¿Qué significa unidad independentista?
Significa saber al menos hacia dónde andas y con qué tempos lo haces. Son los mínimos que te tienen que poner de acuerdo. Eso no quiere decir ni listas unitarias ni tener que gobernar juntos en todas partes o no poder hacer oposición. Unidad de objetivos. Nosotros ahora mismo no sabemos si JxCat y ERC están pensando en el corto, en el medio o en el largo plazo. Parece que el Govern vaya por una lado y el procés por otro. No sabemos si ha cambiado el objetivo independentista por un objetivo sólo anti-represivo. Todo eso hace que la unidad no sea posible, la unidad es posible cuando hay objetivos compartidos y eso se demostró la legislatura pasada. Había una pluralidad inmensa pero había un objetivo compartido, especialmente cuando se incorporó el referéndum en la hoja de ruta y eso hizo que se trabajara de manera muy unida.
¿Cómo vivís que entre el independentismo se lancen los pactos con el PSC por la cabeza cuando todas las formaciones habéis pactado con los socialistas?
Se hace un solo paquete del tema de pactar con el PSC cuando hay que mirar caso por caso qué papel juega al PSC en cada pacto. Para mí no es lo mismo dar la presidencia de una institución tan importante y con tanto poder como la Diputación de Barcelona, que lo que tú puedas hacer en un ayuntamiento como Cugat o Figueres donde el PSC es uno más de los socios de este pacto y donde la alcaldía es para un partido independentista como ERC.
¿Cómo es la relación con ERC y con JxCat?
Hay una relación correcta. Paradójicamente ha habido mejor relación con JxCat que con ERC. Se me ocurre que puede ser porque en el fondo JxCat es una formación muy plural y los que cogieron la voz cantante fueron los independientes y la gente más desvinculada de CDC. ERC saca el fantasma de la pinza para deslegitimar que la CUP pueda entenderse con JxCat en ciertas cosas. A nosotros con ERC nos gustaría tener más puntos en común. Lo normal sería tener más puntos en común, en materia económica, presupuestaria, pero eso no se da, porque ERC no tiene demasiado interés en abrirse hacia su izquierda. Quizás porque busca este viraje centrista para superar al PDeCAT.
Parece que el Govern vaya por una lado y el procés por otro. No sabemos si quiere durar mucho o poco, porque no sabe cuál es su propósito más allá de ir haciendo
¿Qué futuro le veis al Govern Torra?
Vemos que no tiene un objetivo ni rumbo. No sabemos si quiere durar mucho o poco, porque no sabe cuál es su propósito más allá de ir haciendo. Si eso no cambia es complicado que puedan obtener algún apoyo parlamentario empezando por el nuestro. Nuestro apoyo parlamentario no lo tendrán si no nos explican que este gobierno servirá para hacer políticas sociales transformadoras e incorporar la autodeterminación como un objetivo tangible. Lo primero que tienen que hacer es definir el rumbo.
¿Pensando en los lectores que puedan leer esta entrevista y que no tengan un master en cupologia, tiene dos almas la CUP?
Todas las fuerzas políticas son muy plurales internamente y depende de cada fuerza cómo gestiona su pluralidad. A veces miras otras formaciones y aparentemente están más unidas pero lo que hay es un silencio por miedo a la dirección, pues tampoco sería nuestro modelo. Yo también quiero a una CUP unida, pero no sé si el precio de la unidad tiene que ser la paz de los cementerios, donde nadie habla para no ser castigado. Eso de las dos almas, en realidad hay más. Se acaba identificando en sólo dos porque al final los debates acaban siendo si quieres A o B y eso polariza, pero es la propia naturaleza de las decisiones. Lo que se propone la CUP tampoco es fácil. Somos un partido convencido de que avances sociales y avances nacionales tienen que ir juntos, eso llevarlo a la práctica es muy complicado y siempre genera tensión. Pero la tensión es inherente a la política, si no lo que hay es otra cosa que no es política, que es el dominio de una parte sobre la otra. Tiene que haber tensión, la clave es que sea productiva y no contraproducente.
¿En qué situación está el caso del acoso a la exdiputada Mireia Boya?
El caso de la Mireia Boya ha seguido los procesos más o menos estipulados. Ha coincidido en el tiempo con la aprobación de un protocolo interno y ahora se podrá resolver en base al protocolo que ha decidido la militancia.