El traslado a Andalucía ha sido balsámico para Enric Millo (Terrassa, 1960). Se le nota en la expresión cuando habla de su nueva vida como secretario general de Acción Exterior de la Junta de Andalucía. Quien fue el brazo ejecutor del gobierno de Rajoy en Catalunya durante la efervescencia del procés ha decidido publicar su versión de los hechos de octubre en el libro El derecho a saber la verdad. El testimonio del delegado del Gobierno en la Catalunya del 155. La casualidad ha querido que la gira de promoción coincida con el estallido de la crisis del coronavirus. Millo recibe a ElNacional.cat en un céntrico hotel de Barcelona. Le acompañan cuatro escoltas de la policía nacional, fáciles de detectar a la legua. Dice que por Sevilla no necesita protección, pero que aquí, en Catalunya, se le sigue viendo como el malo de la política. Se queja del precio personal que ha tenido que pagar y denuncia una campaña de linchamiento contra su persona.
¿Cómo es eso de ser secretario general de Acción Exterior de la Junta de Andalucía?
Es un honor. El secretario general de Acción Exterior tiene rango de viceconsejero. Me encargo de la internacionalización de la economía, la exportación, la captación de inversiones, las relaciones internacionales, la relación con los andaluces que viven en el exterior... Es apasionante.
Y a nivel personal ¿Vive más tranquilo?
(Ríe) Vivo mucho más tranquilo, porque en Andalucía puedo ir por la calle sin que nadie me insulte, sin que nadie me amenace, sin escolta... Es una situación muy diferente. Las personas en Andalucía tienen una manera de ser muy amable. Se vive diferente. Aparte de que no hay ninguna obsesión. Se trabaja mucho, hay estereotipos de Andalucía que yo mismo he descubierto que son falsos, se trabaja mucho, hay mucho empuje y mucho talento y capacidad emprendedora.
¿Cómo ha sido volver a pisar Barcelona?
Cuando vengo la situación cambia. Cuando llego aquí encuentro a menudo gente por la calle que me insulta, que se pone en una situación desagradable. Pero es mi tierra, yo nací aquí, soy catalán y supongo que podré ir viniendo.
¿Y por qué cree que lo insultan? ¿Hace alguna autocrítica o cree que es todo una campaña en su contra?
Es una campaña. No quiero decir con eso que no haya cometido errores, que he cometido seguro, pero en un momento determinado se decidió coger a una persona que podía identificarse como el responsable del Estado que detuvo el procés independentista. No quiero pensar que es una cuestión personal. Se monta una campaña muy orquestada de linchamiento de la persona. Eso me ha afectado a mí, a mis hijos, a mi mujer, a mi familia... He pagado una factura muy cara.
¿Volvería a hacer lo mismo?
Sí.
Se montó una campaña de linchamiento contra mi persona. He pagado una factura muy cara
Usted defiende que si Pedro Sánchez hubiera aceptado un gobierno de coalición con Rajoy en 2016 las cosas con Catalunya habrían ido diferente...
La posición ante el desafío que se planteaba desde aquí con el objetivo de romper el orden constitucional hubiera tenido una respuesta antes. Es decir, medidas tan contundentes como las que se tomaron no las puede tomar un solo partido. De hecho el presidente Rajoy siempre dijo que no aplicaría el 155 si no había consenso con el PSOE. Y este consenso con el PSOE y también con Cs se tuvo que buscar, que trabajar y conseguir, porque no era tan evidente. De hecho había declaraciones de ambos partidos en contra de aplicar el 155.
En el libro explica que su punto de vista no fue siempre coincidente con el de Soraya Sáenz de Santamaría sobre cómo actuar en Catalunya. De hecho revela que poco antes del 9N entregó un informe al PP bajo el título "recomencemos", pero que no le hicieron caso...
Yo eso se lo explico a Soraya en la primera reunión en que me explica por qué quieren que yo sea delegado del gobierno, porque yo no tenía este plan mi cabeza. Le explico que en el 2013 envié un informe a la dirección del partido, a Génova, explicando mi visión de lo que pasaba y como yo pensaba que había que actuar para evitar acabar mal como acabamos. En aquel momento la respuesta fue que había otra prioridad por delante de esta que era salir de la crisis económica y que después ya habría tiempo para afrontar las reivindicaciones que había aquí. Cuando llegó el momento que España ya había salido de la crisis y habíamos remontado la situación y se quiso arreglar todo ya era muy tarde, era finales de noviembre de 2016. Y el recorrido que había hecho la parte del Govern de Catalunya era muy largo, daba muy poco margen para rectificar. Yo intenté rectificar y planteamos un proceso de diálogo muy abierto que no encontró respuesta en la otra parte.
Por lo tanto, el gobierno del PP actuó tarde con Catalunya...
No, el gobierno del PP actuó de acuerdo con las prioridades. Pero hubo una gran deslealtad por parte del Govern de la Generalitat que, sabiendo que había aquella situación de un barco que se hundía, en lugar de ayudar a reflotar al barco y después reivindicar qué camarote quiero yo, mientras el barco se hundía dijo yo quiero este camarote. Pero lo que tocaba era levantar el barco. Y no. Y cuando el barco se levantó dijeron, pues ahora ya prendemos fuego al barco.
¿En qué estaba dispuesto a ceder su Gobierno en la famosa operación diálogo?
El gobierno de España ofreció un procés| de diálogo amplio para atender todos los planteamientos que había en aquellas dos hojas de Mas y Puigdemont. Y buscar soluciones a los problemas que realmente había en el fondo de aquellas reivindicaciones. Y actuó y se hicieron cosas con resultado. Abrió un proceso para la reforma de infraestructuras importantes en Catalunya, Rodalies, hicimos planes de inversión, se llegó a acuerdos importantes con l'Hospitalet, Sant Feliu, etcétera. Cosas que hoy se están haciendo tienen el origen en aquel momento.
Pero aquella lluvia de 4.200 millones prometida por Rajoy, no llegó nunca...
¿Como que no? Era un compromiso de inversión de 4.000 millones de euros en cuatro años. El primer año vinieron los primeros mil, pero después eso se interrumpió. Hubo un ofrecimiento de diálogo muy sincero que no encontró respuesta al otro lado. Veían el diálogo como un peligro, porque si entraban a dialogar y llegaban a un acuerdo estaban abandonando el procés. Y el procés era el primero. O nos dejan hacer un referéndum o la liamos. Encontramos la silla vacía.
Pregunté a Junqueras si aceptaría un referéndum de independencia en toda España. No es ilegal y por lo tanto el debate se puede plantear
En el libro explica que llegó a ofrecer a Junqueras una solución concreta: un referéndum sobre la independencia en toda España...
Aquella reunión fue privada, secreta, como otras que tuve con el president Puigdemont porque ellos no querían que se conocieran -igual que Puigdemont se reunió con el presidente Rajoy en un domicilio particular los dos solos, pero no querían que se supiera porque les rompía el relato de que el Estado no quería dialogar, cuando era al revés realmente. En aquella reunión con el vicepresident Junqueras, yo le hago una pregunta, no es un ofrecimiento ni una propuesta porque yo no tenía un mandato del Gobierno para ofrecer eso. En caso de que me hubiera dicho que sí, yo lo habría tenido que trasladar, habría generado sorpresa y probablemente se habría podido llevar a un debate en el parlamento español para después convocar un referéndum si hubiera sido el caso. Pero todo eso era una hipótesis, no había un mandato. Le hice la pregunta para saber hasta qué punto había disposición a encontrar una alternativa que pudiera ser legal. ¿Aceptaríais un referéndum en toda España? Porque permitiría contaros. Me dijo que no, porque no sería vinculante ni reconocería el derecho de autodeterminación.
¿Sigue siendo una salida posible?
Yo parto de la base de que todas las ideas son legítimas si se defienden dentro del marco legal. Todo lo que tenga cabida en el marco de la Constitución se puede explorar. Esta iniciativa no es ilegal, por lo tanto el debate se puede plantear.
¿En qué se equivocó el gobierno Rajoy?
Nos equivocamos pensando que no se tenía que explicar todo lo que estábamos haciendo y estaba pasando. Se actuó siempre con prudencia pensando que el diálogo era lo más importante. No lo conseguimos porque el objetivo de la otra parte era provocar la colisión. Ahora, si se hubiera explicado mejor lo que estaba pasando, las reuniones que explico en el libro, hubiera ayudado a entender mejor las cosas y sobre todo hubiera impedido que una parte hiciera un relato que incluye falsedades. Quizás fue un exceso de confianza que no se iría tan lejos y que como siempre al final lo arreglaríamos hablando.
La actuación policial el 1-O fue técnicamente proporcional. Puigdemont se escondía como James Bond mientras pedía a la gente que fuera a defender urnas. Puigdemont quería la confrontación
¿La actuación policial del 1-O fue un error?
Fue derivada de un mandato judicial, no fue una decisión del gobierno. Incluso yo quedé marginado porque había una orden judicial y la policía actuaba como policía judicial.
Pero el mandato judicial, y ha quedado demostrado en el juicio de Trapero, hablaba de actuar con proporcionalidad...
Hay todo un proceso previo al 1-O que son las circulares del fiscal general que pide a todas las fuerzas que eviten la celebración del referéndum. Ya entonces se habría podido hacer mucho trabajo. Después la Junta de Seguridad pide al president Puigdemont que desconvoque el referéndum y él dice que ni hablar, sabiendo que eso puede llevar a una situación de confrontación. Los propios Mossos advierten que puede generar una situación conflictiva. Hay un único responsable de lo que pasa el 1-O, que es quien mantiene la convocatoria. El día 1-O cuando yo salgo públicamente a pedir que desconvoque, mientras él se escondía por los túneles en plan James Bond, pide a la gente que vaya a los colegios a defender las urnas y los colegios. Eso no es ir a votar, es irse a enfrentar con la policía judicial.
¿Pero Usted encuentra lógico poner al mismo nivel la trampa del Fairy y las cargas policiales?
El Fairy es una anécdota, es irrelevante. Yo estuve cuatro horas en un tribunal declarando y resumirlo con la anécdota irrelevante del Fairy es una frivolidad. Estoy hablando de lo que se podría haber hecho para evitar la confrontación. En primer lugar tener los colegios cerrados, que es lo que se tenía que hacer. El TSJC decía que los colegios tenían que estar cerrados. La policía autonómica se comprometió a garantizarlo. Si los colegios hubieran estado cerrados nadie hubiera tenido que entrar a incautar el material y la gente se hubiera manifestado a fuera y no habría habido ninguna intervención. Era factible, pero el president Puigdemont quería la confrontación.
Por lo tanto ¿la actuación fue proporcional?
Fue técnicamente proporcional porque era un dispositivo policial que tenía una orden judicial que tenía el mandato de entrar en los colegios, incautar el material, salir y cerrarlo. Todo eso con miles de concentrados respondiendo al llamamiento de defender colegios para impedir que la policía actúe. Había 2.314 colegios y en 25 o 30 hubo una situación de confrontación que provocó imágenes que no son agradables parar naie.
Y en un determinado momento deciden parar las cargas...
Claro. Hay un momento que el mismo dispositivo, a la vista de la situación, a la respuesta del llamamiento de Puigdemont que dice id a defender colegios, provoca una situación de miles de personas concentradas donde si la fuerza pública cuando llega cumple su misión, se habría puesto en peligro la integridad física de las personas. Se pone por delante la integridad de las personas.
El 1-O no era un farol, iba en serio. Lo que pasa es que algunos pensaban que el Estado claudicaría y no claudicó
¿Y no habría sido mejor dejar hacer como en el 9-N?
Es que el 1-O no tenía nada que ver con el 9-N. Antes del 9-N no hubo ninguna vulneración previa como el 6 y 7 de septiembre. El 1-O no era un farol, como algunos han dicho. No hombre no, eso iba en serio. Lo que pasa que algunos pensaban que el Estado claudicaría. Y yo les dije siempre que el Estado no claudicaría. Y el Estado no claudicó, pero no era un farol, se actuaba con tres frentes -el interno, el institucional y el exterior- con toda la voluntad.
Usted mantuvo a lo largo de muchos años una buena relación con algunos de los presos...
Muy buena relación.
¿Qué sensación le despierta verlos en la prisión y en el exilio?
Muy desagradable. Con todos ha habido siempre relación cordial. Yo sufría mucho, cuando me decían que no rectificarían y que habían tomado una decisión e irían hasta el final. Yo les decía que eso podía tener consecuencias penales y me decían que las asumirían. Eso me merece un respeto. Si alguien está dispuesto a desobedecer las leyes y asumir las consecuencias penales, todo mi respeto. Pero hubiera preferido que no pasara. No me gusta ver personas a que conozco y que en su casa son... eh... en fin... que conozco, muy correctas, no me gusta que hayan tenido que pasar por donde están pasando. No me alegro, pero han actuado de una manera sabiendo que eso podía tener consecuencias muy negativas.
Todavía no he podido hablar con ninguno de los presos para conocer la reflexión que hacen. No iré a verlos a la prisión, se manipularía
¿Y no ha tenido la tentación de mantener algún contacto con ellos a lo largo de estos dos años largos?
Se hubiera manipulado.
¿Por lo tanto si?
Se hubiera manipulado, mal interpretado. Pensé en algún momento en saber qué pensaban, qué reflexión habían hecho después de todo. Yo no he podido todavía hablar con ninguno de ellos para conocer la reflexión que han hecho.
Seguro que le recibirían en la prisión....
Se hubiera interpretado de manera incorrecta. El tiempo nos dará la oportunidad. No tengo ningún inconveniente en hablar con cualquiera de ellos.
¿Pero descarta tener esta conversación en la prisión?
No iré porque se manipularía. No toca hacerlo.
El PP se ha ido empequeñeciendo en los últimos años en Catalunya. ¿Cómo se lo explica?
Es un cúmulo de circunstancias. Hay dos que han acondicionado mucho. La primera es que el PP catalán ha defendido siempre la bandera de la defensa de la Constitución. Ha sido la voz que ha defendido siempre la unidad, la convivencia. Eso ha pasado por la batidora del procés, que todo lo ha trinchado -CDC, UDC, una parte del PSC. Además, al PP le ha pasado otra cosa que no le ha pasado a Cs, y es que ha formado parte del gobierno que detuvo el procés. Eso en Catalunya nos ha posicionado como si fuéramos una especie de represores. Por la calle hay gente que me llama mala persona. Ayer un señor por la calle me dijo "si mi firma fuera necesaria para que Usted se pasara la vida en la prisión, mi firma sería la primera". Se ha creado una conciencia colectiva que yo debo ser muy malo. Y eso electoralmente pasa factura.
¿La elección de Cayetana Álvarez de Toledo por Catalunya fue acertada?
Es una decisión basada con unos criterios que a la vista de los resultados, no porque lo diga yo, no contribuyó a remontar la situación. Se tomó con toda la buena voluntad, pensando que era mejor un discurso más contundente porque las fuerzas constitucionalistas acusaban al PP de haber sido blando on el procés -todo lo contrario de lo que nos acusa el independentismo. O explicas muy bien que no has sido blando o si no puedes caer en la tentación de asumir que has sido blando y querer ser más duro que nadie y no acaba dando resultado. Todo eso obliga a una reflexión de cara al futuro.
Usted que viene de Unió, ¿se siente atraído por la recomposición de los huérfanos de CiU?
Creo que estamos en una etapa diferente. Eso sí que es una pantalla pasada. Yo estuve en Unió desde el 94 hasta el 2003, ha llovido mucho. Yo sintonizo con aquel ideario, del catalanismo democristiano. Es cierto que aquel catalanismo moderado que yo compartí ha quedado huérfano por la radicalidad del procés. Y ahora hay una atomización de pequeños grupos que buscan representar este espacio. Yo creo que estaría bien que cristalizara. Porque hay una parte importante del electorado en Catalunya que no quiere votar un partido que quiere romper con España pero que no quiere votar otra fuerza que no ve ligada al sentimiento catalanista.
¿Le veremos de candidato?
No, pero me parece muy bien que estén. Les conozco prácticamente a todos.
¿Le han contactado?
Y tanto que sí. Pero estoy muy bien donde estoy.