Biólogo de formación, Jaume Grau (Barcelona, 1960) es el guionista del documental Las cloacas de Interior, producido por Mediapro. Pero con el documental censurado por todas las cadenas españolas no ha tenido suficiente. Es por eso que acaba de publicar el libro Les clavegueres de l'Estat (Catedral, 2018). Con la voluntad de ir más allá, se adentra todavía más en la apestosa guerra sucia del Ministerio del Interior. Y la sitúa en perspectiva histórica y geográfica.
Grau quiere tener un agradecimiento especial para los periodistas de Público Patricia Lopez y Carlos Enrique Bayo, y para el productor Jaume Roures. "Sin ellos, no habría sido posible", dice.
¿Qué son las cloacas del Estado?
Las cloacas del Estado son aquellos elementos y organismos del Estado que trabajan fuera de la ley para cumplir propósitos que los gobernantes designan. Desde que existen jerarquías y sociedades, el poder tiende a protegerse a si mismo. Como con las leyes naturales que el mismo poder se dispone cree que no tiene suficiente, utiliza varios elementos que juegan fuera de la ley para garantizarse esta protección. Para subsistir, pero también para atacar a sus enemigos, que es otra forma, de protegerse.
¿Las hay en todos los países democráticos?
Sí, pero no en la misma intensidad y medida. Hay diferentes latitudes de democracia. Las cloacas en los países democráticos se asientan a menudo en los servicios de inteligencia. Pero no son lo mismo las cloacas noruegas que las americanas, las francesas, las italianas o las españolas. No digamos ya a las turcas o las rusas. Allí ya se confunde el Estado con las cloacas. La gran mayoría de democracias tienen alcantarillas y las utilizan.
¿Las españolas a cuáles se parecen más?
Los policías de todo el mundo mantienen contactos. El FBI instruyó en su momento a elementos de la policía española. Y también ha habido contactos con la policía francesa. Intercambian formas de actuar. Aquello que diferencia las cloacas españolas de las otras es que ocupan, como si fuera una mancha de aceite, muchas estructuras del Estado. Lo invaden todo. En los otros países están más centradas en la tarea de los servicios de inteligencia. En España hay como una comunión de interés entre las diferentes instituciones: la magistratura, la Fiscalía, el Tribunal de Cuentas, el Gobierno... Y los que no pertenecen propiamente al Estado, como determinados medios. Todos juntos conforman una famiglia. Y no hace falta tocar la corneta para que se pongan de acuerdo, porque ya lo están.
¿Hay una línea de continuidad entre regímenes?
No hubo ruptura respecto de la dictadura. Los elementos que juegan en las cloacas, principalmente judiciales y policiales, tienen continuidad en democracia. No pasó como en Portugal, donde hubo una depuración democrática. No fueron apartadas personas implicadas en delitos graves contra los delitos humanos. El año 77, el Tribunal de Orden Público franquista, que actuaba contra los adversarios políticos, pasó a llamarse Audiencia Nacional. Y los jueces que formaban parte de él pasaron mayoritariamente al nuevo tribunal, que es preconstitucional. Y los tribunales militares siguieron ejerciendo. El caso más sonado es el de Els Joglars, pero en los noventa juzgaron a personas que se habían manifestado en instalaciones militares por la objeción de conciencia.
¿Y en la policía?
La Brigada Político-Social (BPS) tenía muchísimas personas trabajando. Por ejemplo, en Barcelona tenían el triple de miembros que la Brigada Criminal. Y estos individuos siguieron sin ningún tipo ni siquiera de reeducación. Eso se ve agravado por el incremento del terrorismo de ETA. Primero la UCD y después los socialistas confiaron en los elementos de la policía franquista para perseguir a ETA. Hasta el punto que algunos importantes cargos policiales implicados en torturas comandaron esta lucha e incluso alguno de ellos participó en las conversaciones de Argel.
¿Y se transmite más allá?
El Estado es una famiglia los miembros de la cual no les hace falta que el Estado sea democrático, sino que haya Estado. El presidente Rajoy es registrador de la propiedad, su padre era juez. Lo mismo pasa con militares, guardias civiles y otros estamentos del Estado, y mezclados entre ellos. Esta aura de protección se ha visto, por ejemplo, en la poca atención de las acciones del terrorismo de extrema derecha, tanto por parte de la judicatura como por parte de la policía. Muchos de aquellos crímenes todavía están por resolver...
Como el atentado de El Papus.
Es un ejemplo flagrante de cuál es la actitud de la magistratura. Desgraciadamente murió el conserje, pero habría podido ser una carnicería. En el auto el juez dijo que parte de la responsabilidad era de la empresa editora, por no haber puesto las medidas necesarias para controlar un paquete. Pero hay otros ejemplos. Melitón Manzanas, uno de los hombres más oscuros, sádicos y execrables que dio el franquismo, fue una de las primeras víctimas de ETA. Y a pesar de las múltiples protestas, el Gobierno de Aznar le dio el tratamiento de víctima del terrorismo, con todo el reconocimiento que lleva asociado. En un momento en que ninguna víctima del franquismo había recibido reconocimiento.
Hay continuidad de personas y prácticas policiales y judiciales entre el franquismo y la democracia.
Hay continuidad de personas... ¿Pero también de prácticas?
Sí. Citaré dos ejemplos. El primero es el atestado policial, que durante el franquismo era definitivo. Un juez no tenía por qué dudar de aquello que decía el atestado, al margen de que la confesión o las pruebas hubieran sido obtenidas bajo tortura. Llegaba a manos del juez y aquella persona ya era condenada si la policía consideraba que era culpable. Eso se parece a lo que está pasando ahora con la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. Los informes que la Fiscalía, a través de los órganos policiales, remite a los jueces Llanera y Lamela son tan contundentes que considera la culpabilidad probada. Eso también pasa en los Mossos, cuando el otro día dijeron que habían detenido al responsable del crimen de Susqueda. Tendrían que haber sido más cuidadosos a la hora de tratar la información.
Hay otra cosa curiosa. Durante el franquismo había un compendio de leyes, que era el Fuero de los Españoles, en el que se te garantizaban ciertos derechos. Pero había otra disposición que decía que, en caso de que la unidad de la patria estuviera amenazada, los derechos caían. Es un poco lo que está pasando ahora. En el momento en que este principio de la unidad se ve amenazado, cualquier derecho de un ciudadano puede ser ignorado porque hay un bien superior. Esta mentalidad la tienen interiorizada incluso los policías más proclives a ser democráticos.
¿Qué se ha hecho en nombre de esta unidad de España?
Por lo que tenemos constancia, en nombre de la unidad de la patria se ha detenido arbitrariamente, se ha abierto correspondencia, se han fabricado informes falsos contra personas destacadas del procés, se han enviado amenazas, se han hecho leyes ad hoc que han cambiado el Tribunal Constitucional para combatir una opción política... No han dejado ninguna tecla por tocar dentro del Estado con el fin de combatir las ideas contrarias. En este caso las independentistas, pero también han hecho una cosa parecida con Podemos.
¿La Operación Catalunya es comparable con los GAL?
No. Los muertos y las torturas marcan una línea roja que en este caso no se ha cruzado. Si queremos que se nos crea, debemos ser justos. Los GAL representan uno de los momentos más execrables del Estado español. No tanto porque se cogieran elementos parapoliciales para cometer varios atentados -que se hizo-, sino porque la idea del GAL era más perversa. Era proteger a partir de unos grupos supuestamente fuera de la ley la acción ilegal de los cuerpos que actuaban dentro de la ley. Torturas y asesinatos se podían encubrir como acciones hechas por un grupo terrorista. Pero la persecución de adversarios políticos con consecuencias electorales es también de una gravedad enorme, porque conculca la igualdad delante de las urnas.
En el libro también repasa el maccarthismo. ¿Hay puntos de similitud?
Sí. Este tipo de caza de brujas se ha extendido. Cualquier persona sospechosa de ser proclive a la causa independentista puede ser perseguida. Durante la Guerra de Vietnam, la Casa Blanca preparaba informes puntuales de todos aquellos activistas y personalidades que estaban en contra la guerra. Aquellos informes se hacían para atacarlos públicamente. Eso se parece bastante a la manera de actuar de las cloacas aquí en España, como pasó en Francia a finales de los noventa.
Los servicios policiales españoles pueden parecer la TIA, pero son sistemáticos y contundentes.
¿Aquí hay un cabinet noir como el de Chirac para atacar a adversarios?
Aquí existía una oficina que algunos de los comisarios que entrevisté le llamaban la "Oficina Siniestra". En el caso de Yves Bertrand, que era el hombre que le hacía la guerra sucia a Chirac, tenía un despacho que trabajaba de forma bastante parecida a lo que hacían aquí. Se tiene que decir que de toda esta guerra sucia no ha actuado sólo contra políticos, sino que a veces también contra policías y contra ciudadanos individuales. Nadie en un Estado que da tanta manga ancha está protegido contra las cloacas.
¿Se sabe quién es la x de la Operación Catalunya?
Para mí es Rajoy. El año pasado se aprobó en el Congreso el dictamen de la comisión de investigación, que decía que se habían destinado recursos humanos y económicos para ir contra adversarios políticos. Si él no lo sabía, era el momento de hacer una depuración e intentar averiguar qué había pasado. Como no lo ha hecho, entiendo que él es el responsable máximo. El señor Fernández Díaz decía que "el presidente lo sabe". Me extrañaría mucho que no tuviera conocimiento de una operación de estas dimensiones. Pero no hay sólo una x. Después hay otra gente, como el ministro Fernández Díaz, o personas próximas, como Jorge Moragas y Alicia Sánchez Camacho.
¿La celebración del 1-O dejó en evidencia las cloacas?
No las cloacas, pero sí los servicios de información. Fueron incapaces de detener la celebración del referéndum. Por eso después ha habido reproches dentro de la policía. El operativo fue ineficaz y dio mala imagen. Los servicios de información de la policía y el CNI el día 1 de octubre hicieron un absoluto ridículo.
¿Por qué jueces y fiscales, en lugar de abrir diligencias, han mirado hacia otro lado?
Evidentemente, ha habido jueces y fiscales que han colaborado para que toda esta política pudiera ser posible. Fernández Díaz decía que "la fiscalía te lo afina". De alguna forma los fiscales han ido escuchando lo que decía el Gobierno español. El 20 de septiembre, el ministro Zoido hablaba de "tumultos". Y esta frase se les quedó. Organizar un referéndum no es delito. Ya buscaban la manera: sedición y rebelión. La Fiscalía y la magistratura actúan haciéndose presiones de forma solidaria.
La supuesta nota de la CIA a los Mossos reproduce perfectamente como actúan las cloacas del Estado.
¿Sin la colaboración de determinados medios, todo eso habría sido posible?
Los medios son importantísimos. Sin su colaboración, determinados informes no habrían visto la luz. El informe sobre Trias, previo al 9-N, lo publica El Mundo. Pero en cambio, un diario nada sospechoso de ser independentista como ABC consideró que no era lo suficientemente fiable. Se trataba de un informe con el sello, pero sin firma ni fecha. Lo primero que piensa un periodista es que aquello presupone alguna irregularidad. El esquema de judicialización de según qué cosas ha sido: fabricamos un informe, lo enviamos a nuestro periodista de turno, se levanta un escándalo de grandes dimensiones y, finalmente, viene un elemento como Manos Limpias y presenta una querella. Con tan poca sustancia, seguramente ningún fiscal se habría atrevido a hacerlo. En cambio, con las grandes portadas de los diarios, se puede judicializar.
En el libro hace referencia a la supuesta nota de la CIA a los Mossos publicada por El Periódico. ¿También fue fabricada en las cloacas?
Es una operación que reproduce perfectamente la forma de actuar de las cloacas. Es cierto que en aquel momento ya no existían los elementos que habían trabajado de 2012 a 2015, pero sí había uno de los comisarios, y en la posición de posible informante. Es el jefe del CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado), José Luis Olivera. El caso de El Periódico es flagrante. Desde el minuto cero del atentado sale una especie de banner en su digital, donde dicen que los Mossos lo sabían. ¿De dónde le llegó la información? Todo indica que de la policía. De alguna forma, El Periódico está haciendo la tarea de OKdiario. Con una diferencia: que es un diario con más prestigio. Alguien consideró que la publicación en un diario como El Periódico tendría mucha más resonancia.
Y en medio de esta historia hay personajes estrambóticos, como el pequeño Nicolás.
Sí. Aunque a veces los servicios policiales puedan parecer la TIA -y tienen elementos que lo son-, son sistemáticos y contundentes. El caso del pequeño Nicolás es un caso divertido que seguramente se puede dar en pocos países, de un personaje que se infiltra e intenta ganar dinero de la forma que sea. De hecho, sin él, nada de lo que publicó Público se habría sabido. Es la sobreposición temporal de su detención, las grabaciones de Fernández Díaz y la grabación de Martín Blas lo que hace que de alguna forma se relacionen las llamadas que desde los mandos de la policía se hacen a determinados periodistas. Es un elemento que se ha ido moviendo, que ha tenido una cierta gracia mediática, que ha servido a los intereses de una gente que lo ha utilizado.
¿Todavía operan las cloacas?
Sí, no tengo ninguna duda. De las cloacas tenemos contadas noticias, porque sabemos que ha pasado algo. Seguro que se está haciendo seguimiento personas por su ideología. Y estoy seguro de que este seguimiento se está haciendo sin orden judicial. ¿Alguien duda que el señor Puigdemont es vigilado en Bélgica? Estoy seguro de que le están siguiendo y sin orden judicial. Lo mismo pasa con las personas que están aquí. La acción de guerra sucia empieza por un seguimiento ilegal, por una investigación ilegal contra adversarios políticos. Ya tendremos noticia si llegan a más. No sería de extrañar. Estos días han salido filtrados supuestos seguimientos de los Mossos a personalidades. Esto apesta a guerra sucia.
El libro quiere ir más allá del documental. Acaba en el 1-O, pero me temo que todavía tiene capítulos por escribir.
Ojalá no fuera así. A mí que me gustan las setas, me gustaría tener más tiempo para pasearme por la montaña y hacer un libro, que dedicarme a las cloacas, que apestan mucho.