La etapa de Joan Baldoví como diputado en Madrid llega a su final. Sus planes de futuro pasan por volver a casa, pero asumiendo responsabilidades mayores: presentarse a las elecciones autonómicas del 28-M para entrar en la Generalitat valenciana. Ha asegurado en más de una ocasión que su intención es presidir la institución, pero la realidad es que las encuestas sitúan al PSOE de Ximo Puig muy por delante de Compromís. Y es más, el bloque de la derecha amenaza con hacer un sorpasso, que el PP gane las elecciones y acabar con la coalición del Botànic. Balvodí recibe a ElNacional.cat en su despacho del Congreso de los Diputados para hablar de actualidad valenciana y catalana, de la reforma del Código Penal, de la extrema derecha, y del proyecto Sumar de Yolanda Díaz.
Las encuestas pronostican una pugna muy ajustada entre el bloque de la derecha y el de la izquierda en el País Valencià. ¿Le preocupa que eso se traduzca en un aumento del voto útil para Ximo Puig?
La gente se ha dado cuenta de que sin Compromís todas las políticas sociales, educativas, económicas y sanitarias que han diferenciado al Botànic no se hubieran producido. La gente valorará que en el País Valencià se han hecho políticas diferentes y más valientes que allí donde gobierna el PSOE con una mayoría absoluta.
Usted ha manifestado que le gustaría tener a Ximo Puig como vicepresidente. ¿Lo mantiene?
Me encantaría tener como vicepresidente a una persona tan preparada y con quien mantengo una excelente relación, sí.
Ninguna encuesta indica que su planteamiento sea realista.
El otro día el Mallorca ganó al Real Madrid. ¿Por qué no puede pasar?
Sea como sea, ¿cree que hay un auge del bipartidismo? ¿El País Valencià es una prueba de ello?
Yo no creo que haya este auge, no. Lo que me parece es que los mapas electorales se reconfiguran. En la derecha, por ejemplo, Ciudadanos se ha suicidado y si ahora hiciéramos política-ficción podríamos tener a Albert Rivera como vicepresidente del Gobierno. Mientras que en la izquierda sigo viendo partidos que siguen aguantando. Las expectativas de Compromís en la ciudad de València son altísimas. Es un partido que se mantiene allí donde está de forma tozuda.
¿Cómo ha influido al partido la investigación a Mónica Oltra?
Lo hemos vivido con dolor y rabia porque es increíble el daño que se ha hecho a una persona a través de una mentira. Ha sido un referente y sin ella no se entendería dónde ha llegado Compromís. Ahora nos toca plantar cara porque la maquinaria del partido no puede detenerse.
Valencianos y catalanes compartimos la lengua, la cultura, una mala financiación y un menosprecio de las élites de Madrid
La Dirección General de Política Lingüística del País Valencià publicó el pasado diciembre un estudio que aseguraba que el uso del valenciano había disminuido en un 7,5% en el ámbito doméstico y en un 6% en el ámbito de las amistades desde el 2015, año en que Compromís entró en el gobierno. ¿No se ha hecho suficiente por la lengua?
Como valencianoparlante, estas cifras me preocupan. A veces se ha hecho la política que se podía hacer, no la que queríamos... Hemos podido recuperar una televisión que había estado cerrada durante muchos años y que poco a poco va ganando espacios, pero es evidente que en el País Valencià, en Catalunya y en las Baleares sufrimos amenazas muy fuertes hacia nuestra lengua a causa de la globalización, la entrada de gente de fuera, la fuerte presencia de medios de comunicación del Estado... Hemos tenido que hacer lo que se ha podido hacer. Hemos aprobado el requisito lingüístico que podía aprobarse, no el que quería Compromís. Pero entre no tener ninguno y tener uno, siempre es mejor dar un paso adelante. Probablemente, al PSOE le falta muchas veces valentía a la hora de tomar medidas decididas, y siempre ha tenido posturas más ambiguas.
¿Esta timidez de los socialistas con la lengua catalana se produce de la misma manera en el País Valencià que en Catalunya?
El PSC de ahora es diferente al de otros años, porque el partido hizo una apuesta clara por la inmersión. Pero es que la realidad valenciana y la catalana son absolutamente diferentes. Solo hay que ver el mapa político y el papel que el PP tiene, por ejemplo, a un lugar y en otro. En Catalunya es residual y en el País Valencià puede incluso convertirse en la fuerza ganadora de las próximas elecciones, pero le será imposible porque habrá un nuevo gobierno del Botànic. En todo caso, son realidades nacionales diferentes.
¿Cree que hay demasiada desconexión entre el nacionalismo catalán y el valenciano?
Yo que soy un nacionalista de largo recorrido, siempre he visto que los nacionalistas catalanes han tratado con una cierta displicencia el nacionalismo valenciano. Para poner un ejemplo, es muy difícil que un autor valenciano entre en el mercado catalán. Cada uno hace con su militancia lo que quiere, pero vamos muy mal cuando Compromís es el principal tema de conversación y foco de críticas de Esquerra Republicana del País Valencià.
Bueno, en Catalunya no es que haya muy buena relación entre ERC y Junts.
Ya, pero Compromís no es Convergència.
Aparte de los nacionalismos, los presidentes Ximo Puig y Pere Aragonès han intentado retejer puentes entre Catalunya y el País Valencià.
Sí, y hay que profundizarlo. Porque compartimos la necesidad de tener un buen corredor mediterráneo, compartimos la lengua, la cultura, una mala financiación y un menosprecio de las élites de Madrid. Compartimos tantas cosas que, ni que sea por pura conveniencia, hace falta profundizar en estas relaciones. No se entiende, por ejemplo, que Barcelona y Valencia estén tan mal conectadas.
Este 2023 se cumplirán 30 años del asesinato de Guillem Agulló. El otro día, en un acto de homenaje, alguien agredió a los manifestantes con un líquido corrosivo. ¿La extrema derecha en el País Valencià ha evolucionado durante estas tres décadas?
Cada 9 de octubre, si no hubiera policía, la extrema derecha agrediría a cargos públicos o miembros de partidos como Compromís. En nuestra casa todavía tenemos una extrema derecha incubada en los tiempos de la Batalla de València que fue capaz de clavarle dos bombas a Joan Fuster y una a Sanchis Guarner y que de eso no se sepa absolutamente nada. Hoy la extrema derecha sigue siendo mucho más impune y con mucha más fuerza que en otros territorios.
¿Qué echará más de menos de hacer política en Madrid?
Pues que aquí se deciden las cosas que después van a nuestras comunidades autónomas, como los presupuestos o las leyes que después se acaban aplicando en los diferentes territorios. Pero para un valencianista como yo no hay mayor orgullo posible que hacer política en el gobierno de la Generalitat valenciana.
La justicia española está en las mismas manos que durante la dictadura
¿La próxima vez que Compromís aterrice en Madrid lo hará en forma de Compromís o en forma de Sumar?
De la manera que sea, pero manteniendo siempre su identidad como lo hemos entendido estos 12 años. Aterrizamos aquí con un pacto con Podemos, pero manteniendo siempre nuestra independencia, singularidad y capacidad de tomar nuestras propias decisiones al margen de quien viniera. Por lo tanto, no sé qué pasará. Porque ahora mismo yo creo que no lo sabe tampoco ni Yolanda Díaz.
A ver, Yolanda Díaz por supuesto que lo sabe, y usted debe saber lo que ella sabe.
¡No lo sé! Juro que no lo sé.
¿Era de esperar la interpretación que ha hecho la justicia de la reforma del Código Penal?
Una de las prioridades que tendrían que tener las fuerzas progresistas y/o nacionalistas de este país es un cambio de la justicia. Está en las mismas manos que durante la dictadura; en las manos de las mismas familias. Es urgente que personas normales puedan ser magistrados. Hasta que eso no pase, la justicia seguirá teniendo el poder de interpretar las leyes de la manera que las interpreta.
¿Por lo tanto, es más problema de la justicia que de una ingenuidad de Esquerra Republicana por haber pactado con el PSOE una reforma del Código Penal?
Lo más fácil en política siempre es criticar. Lo más difícil siempre es pactar, avanzar y gobernar. Era legítimo que ERC quisiera avanzar. Porque a veces la inflamación permanente no conduce a ningún sitio. Se tienen que buscar soluciones y vías alternativas. Y siempre estaré en la búsqueda de vías alternativas para paliar e intentar que las cosas se desinflamen.
¿Es honesta la voluntad de querer desjudicializar el conflicto político?
Por mucho que el PSOE siempre haga de la necesidad una virtud, hay personas dentro del partido que sí que creen que es bueno desjudicializar la política catalana. Lo he podido hablar con mucha gente.
¿Qué aprendemos de la guerra de Ucrania un año después? ¿Ha hecho bien el estado español en enviar armamento hacia Ucrania?
Si creemos que un pueblo tiene derecho a defenderse de un agresor, sí. No tiene cabida otra respuesta.