Después de llenar las calles de Barcelona en la sexta Diada independentista consecutiva, el objetivo es otro: llenar las urnas el 1 de octubre. Esta es ahora la batalla de Jordi Cuixart (Santa Perpètua de Mogoda, 1975), presidente de Òmnium Cultural, que el Once de Septiembre reivindicó "que votar no es un delito". Sin embargo, sabe que no será fácil con todo un Estado en contra.
La misma entidad ha sido víctima de la intensificación de la ofensiva. Este viernes Òmnium denunciaba que Correos había retenido y no había repartido una parte de los 60.000 ejemplares de su revista mensual del mes de septiembre. El número incluía una pancarta donde se reivindicaba la palabra 'democracia'.
¿Qué balance hace de esta Diada?
Muy positivo. Una vez más, centenares de miles de personas salieron a la calle y no hubo ningún incidente. La respuesta de la ciudadanía volvió a ser excepcional, creo que también en cantidad. Independientemente de las cifras que alguien interesadamente haya querido dar, es evidente que las previsiones se desbordaron.
Las cifras quizás quedaron un poco lejos de las de otros años.
La cifra la dio la Guardia Urbana... Nosotros nunca hemos competido contra nosotros mismos. Lo que sabemos es que la cantidad de gente que había desbordaba los límites previstos. Entrar en una guerra de cifras es estéril y no lleva a ningún sitio. Desde hace siete años, centenares de miles de personas están saliendo a la calle. Es un caso único en Europa y en buena parte del mundo.
¿No hay un poco de cansancio?
Nosotros no lo detectamos en ningún sitio. Si cansancio es que hayamos conseguido que el Pacto Nacional por el Referéndum vuelva a generar un consenso de más 4.000 entidades, que 40.000 voluntarios se hayan inscrito para organizar el referéndum, que la gente haya acudido de forma masiva a las convocatorias en respuesta al TC... Es una lectura interesada de parte.
No porque nos hayamos acostumbrado tenemos que dejar de denunciar el intento de represión por parte del Estado español
Y después de la Diada, el Estado intensifica su ofensiva...
Era previsible que el Estado actuaría después de la Diada. Denunciar una vez más la falta de independencia de los poderes del Estado español, que tienen la capacidad de reaccionar con parámetros políticos, y no jurídicos. No porque nos estemos acostumbrando lo tenemos que dejar de denunciar. Estábamos convencidos de que el intento de represión por parte del Estado español no se detendría. Lo estamos viendo...
Esta semana han amenazado con utilizar el artículo 155 en cinco días. ¿Cómo tiene que responder el Govern ante eventuales inhabilitaciones, suspensiones o intervenciones?
Estas amenazas están muy poco fundamentadas. Y frente a las amenazas del Estado español, estamos viendo una respuesta sistemática de la comunidad internacional, con posicionamientos excepcionales favorables al referéndum. Estamos viendo declaraciones sorprendentes, como las de Juncker o la portavoz de la Casa Blanca, que dan por hecho que se votará y que acatarán el resultado de las urnas.
¿Pero cómo tendrá que actuar el Govern si eso pasa?
Estamos convencidos de que el Govern seguirá actuando con la misma diligencia, control y sentido de estado como hasta ahora. El Govern dice que lo tiene todo preparado para el 1 de octubre. Nosotros estamos convencidos de que no será de otra forma. Llevar a cabo este referéndum, con toda la maquinaria del Estado en contra, tiene doble mérito. Pero eso no va en detrimento que el resultado que salga sea del todo homologable y vinculante.
Miquel Buch y Neus Lloveras también han recibido una querella, no como alcaldes, sino como presidentes de entidades.
Esta persecución ideológica es del todo inadmisible. Nos lleva a un camino de excepcionalidad como país. En este sentido, interpelamos directamente al PSC para que, de manera urgente, se posicione ante este escenario. Eso lo decimos con todo el asombro de ver cómo representantes de entidades están siendo perseguidos por motivos ideológicos, no por haber cometido ningún crimen o delito. Estamos seguros de que los demócratas se alzarán a defender la democracia y a no permitir este estado de excepción que el Partido Popular está intentando implantar a Catalunya.
¿Cree que lo hace en connivencia con los socialistas?
Lo que nosotros decimos es que es hora de que el PSC posicione, y de manera urgente. Eso ya no va sólo de referéndum, sino que eso va de defender los valores democráticos. La libertad de expresión, y con ella la libertad de asociación o de opinión, está por encima de cuestiones ideológicas. Los socialistas no pueden retrasar más su posicionamiento.
Es urgente que el PSC posicione al lado de la democracia y la libertad de expresión. Eso ya no va de referéndum, sino de valores democráticos.
¿Al lado del referéndum?
Al lado de la defensa de la democracia y de la libertad de expresión. Hoy lo que se está cuestionando en Catalunya por parte del Estado español de una forma muy virulenta es la libertad de expresión. Desde el año 2007 convocar un referéndum ya no es delito en el Estado español. En cambio, el Tribunal Constitucional lo trata como si fuera delito. En Catalunya estamos en un estadio de persecución ideológica sistemática, amparando la guerra sucia y utilizando los mecanismos del Estado. Hay tribunales que han decidido dejar de defender a los ciudadanos de Catalunya.
Esta misma semana hemos visto cómo se prohibían actos políticos sobre el referéndum. ¿Hasta dónde cree que está dispuesto a llegar?
Le tengo que ser franco: no lo sé. Lo que sí que sé es hasta donde estamos dispuestos a llegar para defender nuestra libertad de expresión y nuestra democracia. Seguiremos actuando en legítima defensa, desde una perspectiva pacífica y democrática. Pero también de forma y contundente. No sabemos los límites del Estado, pero quizás el Estado también ignora la capacidad de resistencia del pueblo catalán cuando se trata de defender la democracia y la cohesión social.
¿Qué hay que hacer si cierran colegios electorales?
Nosotros estamos convencidos de que la Generalitat garantizará que los colegios estén abiertos. En todo caso, lo que sí que hacemos es un llamamiento a la población a que esté tanto tiempo como estime oportuno en los colegios electorales celebrando el hecho que una vez por todas en Catalunya se ha podido votar.
¿Habría ninguna circunstancia que justificara detener el referéndum?
La única circunstancia sería el uso de la violencia por parte del Estado. Y creemos que no se producirá bajo ningún concepto, porque eso provocaría una inestabilidad de tal magnitud a la economía europea... Estamos convencidísimos de que el Estado español, ni que quisiera, no puede utilizar la violencia, porque desde Europa eso sería visto como un ataque a la economía y a la libertad de expresión y la democracia.
Los valores democráticos de Europa son profundos. Los países fundacionales de la Unión Europea no permitirían que España actuara de una manera violenta contra conciudadanos de la Unión Europea. Cuando el Tribunal Constitucional ha renunciado a defender los intereses y al conjunto la sociedad catalana, estamos convencidísimos de que la Unión Europea no abandonará a los catalanes a su suerte.
¿Cómo habría que actuar si el Estado hiciera uso de la violencia para detenerlo?
Haría falta ver el grado de este uso de la violencia. Lo que también tenemos claro es que en este país de luchas compartidas, que ya hemos sido víctimas de la violencia en otras intensidades y expresiones, ningún tipo de amenaza hará desistir a los catalanes de defender la democracia y la libertad de expresión. Nuestras herramientas nunca serán la violencia, pero tampoco la resignación. El pueblo catalán ha decidido que ya no se resignará nunca más. Este país ya nunca más será el que era. Hemos renunciado a ser una gestoría de algunos pequeños recursos económicos.
¿La aprobación de las leyes de desconexión fue una ruptura previa?
Lo que ha hecho el Parlament de Catalunya, con el apoyo de buena parte de la ciudadanía, ya ha sido un ejercicio de autodeterminación. El Tribunal Constitucional ha dicho que la ley del referéndum está suspendida, y el Govern de la Generalitat no reconoce la autoridad del Tribunal Constitucional.
Si para celebrar el referéndum necesitamos una declaración de independencia, lo haremos. Ya no podemos pedir más resignación al pueblo de Catalunya.
¿Sería legítimo proclamar la independencia, si se impide por la fuerza?
La proclamación de la independencia se fundamenta en el ejercicio que queremos hacer el 1 de octubre, de conocer la voluntad de los catalanes a través del voto directo. Pero también tenemos claro que, si el Estado español utiliza la violencia para que no podamos votar, estaremos del todo legitimados para utilizar otras vías que lleven a celebrar el referéndum. Si para celebrarlo necesitamos una declaración de independencia, lo haremos. Ya no podemos pedir más resignación al pueblo de Catalunya.
¿Qué papel tendrá Òmnium durante la campaña?
La campaña de Crida per la Democràcia es nuestro eje vertebrador las próximas tres o cuatro semanas. Queremos poner en valor la voluntad mayoritaria de celebrar un referéndum y denunciar las actitudes demofóbicas del Estado español. Siempre hemos dicho que cuando y donde haga falta saldremos a la calle a defender la democracia, ya sea con movilizaciones o con otras actuaciones más creativas. Esta campaña también quiere hacer perder las desazones. Si vamos todos a una y juntos, este país siempre ha demostrado que sale adelante.
¿Contemplan movilizaciones durante la campaña electoral?
Tantas como sean necesarias. Pero que nadie se equivoque: tampoco nos harán salir a la calle cuando no es el momento de salir a la calle. La unidad de acción con la ANC es granítica y la coordinación es absoluta. No nos situarán en el lado de la estridencia o la exasperación. Lo que es importante mantener la serenidad y la contundencia.
No han visto el censo y las urnas. ¿Qué les hace pensar que el Govern lo tiene todo a punto?
Nosotros hemos dicho por activa y por pasiva que no organizamos el referéndum. Pero tampoco tendremos un exceso de celo hacia la organización de un referéndum que tiene todo un Estado a la contra, que está haciendo lo imposible para que no podamos votar. Somos exigentes, pero tenemos plena confianza que lo están haciendo como siempre.
Mientras el Estado está negando munición a los Mossos, está dedicando tiempo y dinero casi infinito a una cosa tan poco delictiva como la impresión de una papeleta
Por el mero hecho de tener un Estado en contra ya no es "como siempre".
Eso es cierto. Y es una excepcionalidad. Eso tiene doble mérito para el Govern de la Generalitat. Y triple vergüenza para el Gobierno español. En alerta terrorista 4, mientras el Estado está negando munición a los Mossos, está dedicando tiempo y dinero casi infinito a una cosa tan poco delictiva como la impresión de una papeleta.
¿Será la participación la que determinará el carácter vinculante del referéndum?
Como dice la Comisión de Venecia, no nos corresponde fijar topes de participación. Ante un potencial llamamiento al boicot, la Generalitat haría bien en ceñirse a los estándares y recomendaciones internacionales.
¿Pero con una participación como la del 9-N, sería legítimo aplicar el resultado posteriormente?
Nosotros lo estamos poniendo todo para que la gente participe, tanto los del 'sí' como los del 'no'. No entraremos a hacer comparaciones con el 9-N, que fue un éxito colectivo de país y que lo reivindicamos como tal. Pero este referéndum no tiene absolutamente nada que ver con lo que fue el 9-N. Este referéndum es vinculante. Si alguien no va a votar, tiene que saber que otro irá a votar por él.
La diferencia con otros referéndums es que las dos partes lo reconocen como tal. En este caso, los partidos del 'no' no lo reconocen.
Usted lo ha dicho: los partidos del 'no'. Otra cosa son las voces que cada vez aparecen más, como la de Albano-Dante Fachin, que están diciendo que la población en Catalunya tiene que salir a votar masivamente. Y lo hacen desde posicionamientos contrarios a la independencia. Empecemos a tratar a los catalanes como gente adulta. No tenemos ninguna duda de que las urnas también estarán llenas de votos del 'no'.
Un 80% de los catalanes quiere votar en un referéndum. Serán los partidos de tradición democrática que están en contra del referéndum quienes tendrán que ajustar cuentas con sus electores. Nadie entenderá que los alcaldes de ayuntamientos metropolitanos del PSC no den la voz a sus conciudadanos.
También es cierto que Podem lo plantea como una "movilización", no como un referéndum vinculante.
Una movilización que consta de dejar una papeleta en una urna, aquellos votos serán contados. De acuerdo con la ley aprobada por el Parlament, eso será un referéndum a todos los efectos. Todo el mundo es consciente de que el resultado que salga será vinculante. Pongamos los adjetivos que queramos...
Lo que sí que tenemos claro es que, aquel que no vaya a votar, su voto no será tenido en cuenta.
¿Lecturas como esta no son contraproducentes?
Somos muy respetuosos con todo el mundo. Lo que sí que tenemos claro es que, aquel que no vaya a votar, su voto no será tenido en cuenta. Obviamente es una movilización, pero también un referéndum.
¿Qué espera de la comunidad internacional?
Primero queremos tener el mandato democrático del pueblo de Catalunya. Se ha visto los últimos años con más de 50 referéndums que se han llevado a cabo con total normalidad. Y la mitad de estos referéndums ha sido sin acuerdo con el Estado matriz, pero se ha reconocido el resultado que ha salido. Esperamos que actúe de la misma forma que actuó en los casos de Escocia, Quebec o las repúblicas bálticas: con un respeto escrupuloso y ayudando al máximo para que las negociaciones sean el mínimo de dilatadas posible y el máximo de precisas.
¿Y de la Unión Europea?
No tenemos ninguna duda que lo que Europa no hará nunca es poner en riesgo una parte económica tan importante como Catalunya. Estamos convencidos de que Europa será el primer interesado en que en Catalunya no haya ningún tipo de inestabilidad. Estamos convencidos de que escucharemos muchas más declaraciones como las de Juncker. Y todo el mundo sabe que la Unión Europea no improvisa.