Una de las cosas más inhóspitas de la situación política actual es que hemos convertido en normal la excepcionalidad. Catalunya, la Catalunya política, pero también la económica, la financiera, la sindical, la asociativa, la de las pequeñas y medianas empresas, obviamente la mediática —sin ella sería imposible—, todas las Catalunyas existentes, se han acostumbrado a convivir con la anomalía democrática que supone seguir teniendo presos políticos y exiliados. Y uno entra en la prisión de Lledoners, en la de Puig de les Basses o Mas d'Enric o viaja a Bruselas, Ginebra y Escocia, donde están nuestros representantes legítimos, extirpados de las instituciones o de las entidades independentistas, una y otra vez, y no puede acostumbrarse a la situación. A los cristales separadores, a las puertas que se abren y se cierran ruidosamente mientras uno va transitando por cada uno de los compartimentos de la cárcel acompañado por un funcionario. Eso, en el caso de los presos. No es muy diferente la situación de los exiliados en esa cárcel sin barrotes en la que viven, lejos de los suyos y de su mundo. Alejados de lo que realmente supone la libertad, los unos y los otros.
Este jueves tengo hora con Oriol Junqueras en Lledoners y como sucede con todos y cada uno de los presos con los que he conversado en estos más de dos años en las diferentes prisiones catalanas y de la Comunidad de Madrid sucede inexorablemente lo mismo: llega sonriente, sin expresar amargura alguna, ropa lógicamente informal —camisa y tejanos, a veces chándal—; pone la mano en el cristal donde se junta a través de algunos centímetros con la tuya. A veces lleva mochila, otras no; a veces libretas con notas muy variadas, no siempre políticas; y, normalmente, tienen más ganas de que se les expliquen cosas que de hablar.
Para Junqueras es un día especial ya que la junta de régimen penitenciario acaba de hacer público hace unos minutos que tanto a él como a Raül Romeva se les concedía permiso para salir a trabajar unas horas fuera de la prisión en aplicación del artículo 100.2 del Reglamento de Régimen Penitenciario. Llega Junqueras acompañado de su inseparable Romeva, que solo estará unos minutos ya que tiene la visita de Ernest Maragall, en este caso en una sala del interior de la prisión en función del cargo que este ostenta. Junqueras explica que hace tiempo que decidió que si se le concedía permiso para salir a trabajar fuera de la prisión lo aprovecharía para hacer lo que mejor sabe hacer: dar clases, enseñar y aprender. Como es una persona práctica, cuando puede, ha escogido la Universitat de Manresa, a pocos kilómetros de Lledoners. En una libreta tomo notas a mano, como siempre. Aunque esta vez será diferente ya que no quedarán, como todas las demás ocasiones tanto con él como con los demás presos, guardadas para el futuro, sino que saldrán una parte de sus reflexiones, a la luz pública, inmediatamente, por decisión suya.
La vida tiene, realmente, golpes escondidos. Una prisión manifiestamente injusta y salir durante unas horas para enseñar, para formar a alumnos. ¿Qué asignatura va a impartir?
El profesor Junqueras hará lo que más le gusta hacer: enseñar. Yo siempre aprendo y enseño. Lo he hecho toda la vida, desde muy joven. También en la cárcel. Recuerdo que en la prisión de Estremera me dijeron: las matemáticas sirven para delinquir. He pensado mucho en ello. Tengo muchas ganas de dar clases. Me hace mucha ilusión. ¿Qué haré? Historia del Pensamiento. No será una historia cronológica sino escoger algunas grandes ideas y ver cómo se han desarrollado a lo largo de la historia. La evolución de la economía, de la ciencia, los avances científicos, la religión, la física... Mi campo es inabarcable y yo inagotable. Puedo estar años así y cada día explicando una cosa diferente. También entra la evolución de la libertad. Como las sociedades, los ciudadanos ganamos y perdemos libertades, el papel de la democracia...
El profesor Junqueras hará lo que más le gusta hacer: enseñar. Yo siempre aprendo y enseño
Esta semana se ha reunido en el Palacio de la Moncloa la mesa de diálogo entre los gobiernos español y catalán. ¿Qué se puede esperar de ella? Motivos para el optimismo no existen ya que el Estado español acredita una historia en que se ha optado más por la represión que por el diálogo...
Soy consciente que la experiencia nos enseña que es muy difícil, pero nos lo hemos de tomar de la manera más seria posible. Quizás no servirá de nada, pero quizás salga algo, alguna cosa. Estoy convencido de que la comunidad internacional y también la sociedad catalana tendrá en cuenta y sabrá valorar el enorme esfuerzo de aquellos que se creen la mesa de diálogo, antes que a todos aquellos que no quieren ni oír hablar de ella. Que confiarán su futuro, que harán confianza a los que se han tomado más en serio la disposición al diálogo. Y ERC es quien más ha confiado en la mesa de diálogo desde el primer momento. El diálogo es la bandera en la que hemos creído y no podemos cederla a quienes no han creído nunca en él, como el Estado español. Sería un error fundamental, imperdonable.
El diálogo es la bandera en la que hemos creído y no podemos cederla a quienes nunca han creído en él, como el Estado español
Hay muchas voces críticas, que dicen que este camino ya se ha hecho sin ningún resultado.
Siempre es más fácil gritar que dialogar. Que es muy difícil ya lo sabemos. Estamos a años luz en el diagnóstico y en las propuestas. Pero estamos aquí porque nos atrevemos a hacer las cosas difíciles, como cuando hicimos el referéndum y asumimos la represión con dignidad. Hay quien decía que Gandhi se equivocaba hablando y dialogando, que Martin Luther King también se equivocaba ya que no cambiaría la opinión de la comunidad blanca y del poder americano, o Nelson Mandela, que había sufrido la represión y a la vez fue el abanderado del diálogo. Pero las cosas pasan porque han de pasar y esa es nuestra batalla ahora. Al menos, la batalla de Esquerra, que somos los que hemos forzado la mesa de diálogo.
He dedicado buena parte de mi vida a estudiar este Estado y sé cómo reacciona. A mí, como se comportó el 1 de octubre y las semanas posteriores, no me sorprendió. En el camino a la libertad tiene que haber gente que pierda la libertad. Ya sabemos que el Estado no quiere oír hablar de dialogar pero precisamente porque es difícil, es muy meritorio que se haya conseguido. Nuestro esfuerzo es sincero, nos lo tomamos en serio y por eso pedimos confianza. Que toda la gente que quiere que dialoguemos nos siga, nos acompañe. Que tenga la confianza del país. Ya sabemos que la solución a nuestros problemas es la autodeterminación pero esa solo llegará si cada vez somos más y más fuertes y sumamos complicidades entre los sindicatos, las empresas, medios de comunicación, entidades, sociedad civil, etc. Entonces podremos implementar el resultado del 1 de octubre. Nosotros nos sentamos a dialogar con generosidad y con total honestidad.
Pedimos confianza. Que toda la gente que quiere que dialoguemos nos siga, nos acompañe
Más escepticismo o confianza?
Le diré algo: mire, mis primeras cuatro declaraciones una vez detenido y trasladado a la prisión de Estremera fueron una ante la Audiencia Nacional y las otras tres ante el Tribunal Supremo. Dos de las cuatro coincidieron con la vigilia de los cumpleaños de mis hijos y la tercera con la noche de Reyes. ¿Qué probabilidades matemáticas había que esto ocurriese? Deben ser muy pocas, poquísimas. Pues a mí me sucedió. Así actúa el Estado español en su cara más vengativa. Los días en que puede producir mayor dolor. Encontrar las posibilidades de que ello suceda es todo un reto matemático. Me gustaría que los lectores de su diario calcularan las posibilidades y conocerlas. Nos ayudará a avanzar, como ha dicho el vicepresident Pere Aragonès, hoy en el desayuno con los lectores de El Nacional.cat, llenar las calles y las mesas simultáneamente.
El president Quim Torra ha dado públicamente por acabada la legislatura catalana y ha señalado, sin poner fecha alguna, que tras la aprobación de los presupuestos convocará elecciones. ¿Cuál debería ser, en su opinión, el calendario electoral?
Lo relevante es aprobar los presupuestos para ayudar a la gente, para tener más recursos en los hospitales, más dinero para la enseñanza, mayor autonomía financiera para atender todas las necesidades del país. Las elecciones son una potestad del president de la Generalitat al que deseamos suerte y el mejor resultado posible, como a todos. Que acierten en sus decisiones ya que así más meritorio será que consigamos ganar.
Unas elecciones a las que Esquerra acudirá con un nuevo candidato después de que desde 2012 haya sido siempre el cabeza de cartel Oriol Junqueras...
¿Por qué tiene que ser así? Ese no es el escenario que yo contemplo...
Cuando tenga todos los derechos de eurodiputado mi voluntad es volver a ser candidato a la presidencia de la Generalitat
El Tribunal Supremo, entre otras condenas, le ha inhabilitado durante 13 años para ocupar cargo público...
Sí. Pero yo cuento que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea o el Tribunal General de la Unión Europea me resarza plenamente de mis derechos y de acuerdo con la sentencia del 14 de septiembre del pasado año adquiera mi condición plena de eurodiputado. Así tiene que ser y por eso hemos realizado y realizaremos todos los requerimientos necesarios ante las instancias judiciales europeas para que nos den la razón y solventen la anomalía actual. Ya con todos los derechos de eurodiputado, todas las condenas decaen y mi voluntad es, si el partido está de acuerdo, volver a ser el candidato a la presidencia de la Generalitat. Si no fuera así, cosa que no contemplo, siempre será alguno mejor que yo. Esquerra tiene un muy buen equipo.
Pero hasta la fecha no ha sido así y no parece probable...
¿Por qué? Ahora estamos a la espera de los tribunales europeos y que nos den la razón respecto a la inmunidad. Yo confío en los tribunales europeos y también en que esta situación acabará produciéndose porque la ley es muy clara. Pero bueno, somos un equipo formidable y me siento orgulloso de mis compañeros y compañeras. Pere Aragonès es una persona muy preparada y un candidato formidable. No es mi heredero porque yo también aprendo de él, como también aprendo de otros como Marta Rovira. Tenemos grandes herederos de la dignidad que vivimos durante el 1-O. El camino hacia la libertad colectiva exige que algunos perdamos la libertad, pero es mejor que la perdamos nosotros en bien de la libertad de la sociedad. Y he dejado a los míos, el compromiso por la libertad. Y esto sirve para Pere Aragonés o Marta Rovira y para tantos otros.
La situación de Marta Rovira es hoy por hoy diferente a la suya. ¿Tiene que ir en la candidatura electoral?
El partido estaría encantado que fuera en la lista pero esto es decisión suya. Pero la conozco mucho, estoy convencido que estará encantada de sumar y aportar con generosidad, como todos los demás. El compromiso de nuestra gente es épico y desbordante.
Mañana se celebra el primer acto del Consell de la República en Perpinyà, con la enorme carga simbólica que tiene que el president Puigdemont y los consellers Toni Comín y Clara Ponsatí estén en tierra catalana. ¿Qué sensaciones le produce?
Me parece muy bien que se hagan todo tipo de actos y ojalá pudieran hacerlo también en Barcelona, en Lleida, en Sant Vicenç, en todas partes. Yo también tengo ganas de compartir cosas, vivencias y participar en actos de todo tipo y saldré, porque esto pasará, y seré muy feliz rodeado de mucha gente. Deseo que hagan un acto lo más abierto posible.
Si pudiera acudiría al acto de Perpinyà, de la misma manera que espero que ellos acudirían a uno mío
¿Usted acudiría si pudiera?
Sí. De la misma manera que espero que ellos acudirían a uno mío. Cuanta más gente tengamos todos, mejor. Ya he contestado antes que el junquerismo es abrirse a los demás, penetrar en terrenos que nos son difíciles, convencer a los que no son nuestros.
La conversación entra en otros derroteros y la entrevista para El Nacional.cat llega a su fin. El resto deberá reposar, igual que otras reflexiones de los demás presos políticos y exiliados. Junqueras se levanta para despedirse y hace toda una exhibición de búlgaro, idioma que está aprendiendo en la prisión. Aprender y enseñar, como decía al principio de la entrevista.