Mickaël Forrest es miembro del gobierno de Nueva Caledonia, que en diciembre celebrará su tercer referéndum de independencia, acordado con el Estado francés. Milita en el FLNKS, el Frente de Liberación Nacional Kanak Socialista. Y es su responsable de relaciones internacionales. Después de pasar por París para firmar la fecha de la nueva consulta, contemplada en los acuerdos de Nouméa, visita el Parlament de Catalunya y también el Congreso de los Diputados. Esta entrevista tiene justamente lugar en Madrid, después de reunirse con los grupos independentistas catalanes y vascos.
Es divertido ver a Manuel Valls. En Barcelona se ha opuesto firmemente a cualquier tipo de referéndum y en Nueva Caledonia ya está haciendo campaña por el no.
(Sonríe) Es inimaginable lo que hace este tipo... Hay gente que quiere ocuparse de los asuntos de los demás. Además, ¿de dónde es él? ¿De París o Barcelona?
Usted viene de Barcelona.
Sí. He estado con la presidenta del Parlamento. En 2018 ya vinimos, para el primer referéndum. Hay perspectivas comunes entre Catalunya y Nueva Caledonia.
Es el tercer referéndum ya en tres años, negociado con Francia. ¿Hay fórmula mágica?
La fórmula mágica es tener determinación ante la potencia colonial. Nosotros venimos de aquí. Esto se lo expliqué el otro día a Victòria Alsina, a vuestra consellera de Exteriores.
¿Qué espera de este tercer referéndum?
Reencontrar nuestra libertad. Tan simple como eso. Nos hemos preparado, en la medida en que hemos tenido treinta años de acuerdos políticos con Francia para preparar nuestro país para la plena soberanía. También hemos hecho acuerdos con los países de la región: Vanuatu, Fiyi, Salomón...
Ahora exactamente no son parte de la Unión Europea. En sueldo territorio asociado. Eso cambiará.
Sí. Todo cambiará. Pero todos los países tienen la posibilidad de negociar y llegar a acuerdos de cooperación. Eso no nos preocupa. Al final somos una isla del Pacífico. Es un caso singular.
"Para todos los países del mundo la diplomacia es importantísima. Y más para un país pequeño"
Después de dos referéndums perdidos, ¿confía en la victoria del sí?
Claro que sí. Desde el primer referéndum de noviembre del 2018 hay una ola positiva. En las elecciones territoriales de mayo de 2019, por primera vez desde el año 88, en el Congreso los independentistas fueron más que los profranceses. Nosotros somos 26 y ellos son 25. Y en las elecciones municipales de marzo de 2020, aumentamos el número de alcaldías. En el referéndum de octubre del 2020 ya fuimos el 47%.
¿La simple celebración de un referéndum ya es una forma de descolonización?
Sí, por descontado. El acuerdo de Nouméa es un proceso de descolonización y de emancipación para construir competencias. Hoy todo lo que es derecho civil, derecho comercial o fiscalidad lo gestionamos nosotros. Las competencias que faltarán para transferir son cinco competencias soberanas: justicia, moneda, asuntos exteriores, orden público y defensa.
¿Cuál es la importancia de la diplomacia para un país como Nueva Caledonia?
Para todos los países del mundo es importantísima. Y más para un país pequeño. Para empezar, es muy importante consolidar nuestras relaciones con los países de la Melanesia. Porque sabemos que el Pacífico será el centro del mundo en el futuro. Estamos obligados a tener una diplomacia para afirmar nuestra solidaridad como pueblos. Porque sabemos que los grandes vendrán a desarrollar su influencia.
¿Cómo será al día siguiente de la hipotética victoria del sí?
La puesta en marcha de un proceso de transición, como está acordado con el gobierno francés. Durará dos años para organizar los parámetros políticos del futuro Estado: la gobernanza, la separación de poderes, el bienestar de la población... Lo que es importante es recordar que nosotros hace treinta años que batallamos por esto. Y que estamos inscritos en la lista de territorios a descolonizar de las Naciones Unidas. De acuerdo con el derecho internacional Francia tiene deberes y obligaciones. Tiene que acompañar al territorio hacia la plena soberanía.
Si gana el no, ¿cuál será la nueva estrategia?
Lo hemos dicho en París ahora. La fase de transición será puesta en marcha gane el sí o gane el no en el tercer referéndum. Habrá que avanzar igualmente hacia más soberanía, independientemente del resultado del referéndum.
¿Hay paralelismos entre Nueva Caledonia y Catalunya?
Por descontado. Para empezar, estamos colonizados por potencias europeas. Tenemos muchas convergencias. Es por eso que hemos firmado un acuerdo con el Parlament de Catalunya para tener un acercamiento institucional. Francia y España son grandes potencias, y la solidaridad siempre es importante.
"El Estado español se tendría que preguntar por la situación asquerosa de presos y exiliados"
¿El derecho de autodeterminación pertenece sólo a las colonias, como se argumenta desde las autoridades europeas?
Eso es un caso jurídico concreto, y hay una lista de territorios inscritos de las Naciones Unidas. Pero más allá de esta lectura, Catalunya tiene derecho a la independencia como Nueva Caledonia.
¿Como ve la situación hoy en Catalunya?
(Ríe) Nosotros estamos un poco como vosotros hasta hace poco. Yo soy miembro del gobierno y hace tres meses que no conseguimos encontrar presidente. Pero es un signo de democracia, de instalar una nueva forma de gobernanza. Como vosotros: somos mayoritarios y nos tenemos que poner de acuerdo para trabajar juntos. Nosotros vemos las diferencias como una riqueza.
¿Ha visitado a los presos políticos?
No, no he podido. Pero he tenido la oportunidad de hablar con varios miembros del Govern en el exilio, como el president Carles Puigdemont. Y hemos podido compartir reflexiones.
¿Y qué pensáis de su situación?
¿Qué tengo que pensar? Que su situación es... asquerosa. Es una cuestión que haría falta formularla sobre todo al Estado español. Nosotros, desde lejos, hemos hecho acciones de solidaridad, delante la sede de la Unión Europea en Nouméa, por ejemplo. Porque su situación es asquerosa.
¿Como ve la mesa de diálogo con el Estado? ¿Puede ser una solución?
Si acaba siendo así, que no lo sé, todo lo que sea dialogar siempre será bueno y positivo, por descontado. Pero Catalunya también tendrá que afirmar su derecho a la independencia. Y sobre esta base hay que discutir.