Ella tenía billete de vuelta, pero millones de andaluces no lo tuvieron. El fin de semana pasado, Teresa Rodríguez (Eructa, Cádiz, 1981) vino hasta Barcelona para participar de un acto de hermandad con la CUP. Pero también para reencontrar amigos y compañeros de batallas en Santa Coloma de Gramenet. Aprovechó para mandarle un WhatsApp a Gabriel Rufián, ahora candidato en este municipio. Expulsada de Podemos, diputada en el Parlamento de Andalucía y líder de Adelante Andalucía, Rodríguez ha visto cómo sus detractores sacudían de forma insistente el fantasma del independentismo catalán para intentar desacreditarla. Pero ha logrado consolidar un espacio electoral andalucista, más allá de Podemos, con representación en el Parlamento de Andalucía y la vista puesta en las próximas elecciones generales. Esta entrevista con ElNacional.cat sale publicada en la víspera del 4 de diciembre, Diada nacional (no oficial) de Andalucía.

TERESA RODRIGUEZ segunda / Foto: Montse Giralt
Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía, durante la entrevista / Foto: Montse Giralt

Se pasaron la campaña acusándoles de ser "la CUP andaluza". Hoy vienen a Barcelona a hacer un acto de hermandad con la CUP catalana. ¿Qué les une?
(Ríe) La primero son las prácticas políticas. Hemos aprendido de su asamblearismo, como también del 15-M y de nuestras trayectorias traumáticas dentro de Podemos. Este es un elemento común: el intento de nuevas formas de trabajo político desde la base, que apuesten por la democracia participativa. Y otro elemento son las soberanías, en plural: la necesidad de encontrar la forma de autodeterminarnos. En nuestro caso necesitamos un proceso de soberanía propio andaluz que quizás no tiene tanto que ver con nuestra relación con el Estado, como en el caso de Catalunya. Pero sí que tiene que ver con la necesidad con decidir sobre nuestro modelo productivo, salir de las lógicas de economía extractivista...

¿Aspiran a lo mismo para Andalucía?
Sí, pero con expresiones diferentes. En Andalucía no hay una demanda de independentismo ni pensamos que sea lo que el pueblo andaluz necesita. Pero tenemos una autonomía que no podemos conducir. Nos peleamos por tener el coche de la autonomía, pero no tenemos gasolina para llenar el depósito. Hace 45 años, en las movilizaciones por la autonomía, del 4 de diciembre del 77, se aspiraba a derechos, progreso, desarrollo económico... En definitiva, que nadie se tenga que marchar de Andalucía si no quiere. Todo esto se ha dado de bruces con la realidad. Tenemos una segunda oleada de andaluces que tienen que volver a hacer las maletas y venir a Catalunya a trabajar. Por eso aspiramos a un proceso de soberanía.

Las relaciones que tienen con la CUP ya no las tienen con el espacio de Podemos. Ahora ellos gobiernan en coalición con el PSOE. ¿Cree que el ejecutivo está a la altura de las expectativas que generó?
Es difícil cumplir con las expectativas. La cuestión es que no se haga desde el mismo gobierno un balance crítico de eso. El problema de cogobernar con el PSOE es que ellos tienen una enorme capacidad de apropiarse de tus éxitos y de hacer que participes de sus contradicciones. Todo lo que este gobierno de coalición no cumpla, harán que Unidas Podemos sea copartícipe. Y todo aquello que consiga y sea bueno, el PSOE se lo apropiará. Ojalá me equivoque, pero creo que el gobierno de coalición va a llevarse por delante la posibilidad de una alternativa al bipartidismo en el Estado español.

 

¿Cómo debería actuar Unidas Podemos en este contexto?
Yo estoy muy lejos de decirle a Unidas Podemos cómo tiene que actuar porque la salida fue traumática. Y en su momento la posición crítica ante el gobierno de coalición fue muy minoritaria...

Reformulo la pregunta: ¿vale la pena seguir en La Moncloa a cualquier precio?
Yo creo que no. Desde el principio ya no valió la pena tampoco. Los éxitos que se han obtenido, que son algunos, también se podrían haber conquistado desde la oposición, proyectándote como alternativa al PSOE. De todo lo que el PSOE no sea capaz de cumplir, por ejemplo en la lucha contra la inflación, se imputará la responsabilidad al conjunto del gobierno de coalición. Si hubieras estado fuera, influyendo en cada decisión, en cada presupuesto, en cada ley, podrías haber conquistado las subidas salariales o algunas de las leyes de igualdad de género sin necesidad de hacerte corresponsable de la cobardía histórica del PSOE respecto del oligopolio eléctrico o las grandes multinacionales.

Me hablaba de su salida traumática de Podemos. ¿Visto en perspectiva, observando la evolución del espacio político, se ha ratificado lo que alertaba?
Estoy dispuesta a reconocer errores de hipótesis. De hecho, me encantaría decir que me equivoqué, que ha salido bien, que se han ampliado las bases de la izquierda política, que hay un giro a la izquierda... Ojalá. El ciclo tiene que acabar y, cuando sean las elecciones generales, veremos. Pero mucho me temo que hemos achicado el espacio de las izquierdas y hemos cedido a la derecha todo el descontento con el gobierno de Pedro Sánchez.

TERESA RODRIGUEZ tercera / Foto: Montse Giralt
Teresa Rodríguez, en la Nave Bostik de Barcelona / Foto: Montse Giralt

"Ojalá me equivoque, pero creo que el gobierno de coalición se va a llevar por delante la posibilidad de una alternativa al bipartidismo en el Estado"

¿Y Sumar, el espacio que está intentando crear Yolanda Díaz, puede ayudar a aglutinar la izquierda?
Digo lo mismo: ojalá. Nosotros estamos en otro proceso. No participaremos del proyecto de Sumar porque ya estamos trabajando para construir el andalucismo, que es estratégico para nosotros. Pero ojalá salga bien el proyecto de Yolanda Díaz y sean capaces de ampliar las bases de la izquierda en un momento de mucho achicamiento.

De un hiperliderazgo de Pablo Iglesias a un hiperliderazgo de Yolanda Díaz...
El signo de los tiempos. Cuando uno no se propone construir una organización democrática, sino actuar a golpe de efecto mediático... Es más aburrido construir asamblea, grupos de base, organización. Y el resultado es la superdependencia de los hiperliderazgos. Nosotros también tenemos este problema en Andalucía. Kichi [José María González Santos, alcalde de Cádiz] ha dicho que no se vuelve a presentar y tenemos un problema con el relevo. A la CUP le ha pasado también a lo largo de su historia. Hemos acumulado capital simbólico en torno a un líder y cuesta renunciar a ello. Pero renunciar a ello es estratégico. Es la única forma de construir algo que cambie las cosas. Los procesos de cambio real siempre son anónimos. ¿Quién era el líder del 15-M? ¿Quién era la líder de las huelgas feministas de 2018?

Entiendo que no hay ningún tipo de posibilidad de confluencia de cara a unas elecciones generales.
No, no...

 

¿Se presentarán?
¡Sí! Para nosotros es importante dar este paso y tener capacidad de autoenunciación, de auto-referencialidad. Muchos otros pueblos del Estado han tenido esta capacidad y han tomado esta decisión. No solo históricamente Catalunya, Euskadi y Galicia, sino también las Canarias, el País Valencià, les Illes, Cantabria... Ya casi todo el mundo tiene un partido propio que pone encima de la mesa sus justas reivindicaciones. En cambio, Andalucía, no, cuando es el territorio más poblado y que envía más diputados a las Cortes.

¿Cómo tiene que actuar el andalucismo político? ¿Se reflejan en Teruel Existe? ¿En ERC y EH Bildu?
Puede compartir cosas con casi todas estas fuerzas. Con Teruel Existe hay una batalla por la necesidad de recursos para las zonas rurales y repartir infraestructura en la periferia. Con Bildu, ERC y la CUP, una posición crítica ante la reforma laboral que no resuelve la precariedad y los bajos salarios que sufrimos endémicamente en Andalucía. Con la CUP también un discurso sobre la cercanía del colapso medioambiental y la importancia de plantear alternativas al crecentismo ilimitado. Andalucía es la primera frontera del cambio climático. Queremos aprender de todo lo que nos ayude a sacar a nuestro pueblo del subdesarrollo y la dependencia en que todavía nos encontramos.

¿Andalucía ha sido un banco de pruebas de la nueva extrema derecha? Allí empezó todo diciembre del 2018 con el pacto de las tres firmas: PP, Ciudadanos y Vox.
Yo creo que el banco de pruebas real ha sido la Comunidad de Madrid. Es donde más impacto han tenido. Porque hay que reconocer la capacidad de lectura demoscópica de la derecha andaluza. Han sido capaces de ser la herramienta más útil contra la extrema derecha. Han sabido seducir a los votantes históricos del PSOE con un discurso de más moderación y pluralismo, de defensa --nominal-- del feminismo y el ecologismo, de respeto a las personas migrantes... Sabían que Andalucía no es una sociedad que se haya convertido de reptente de extrema derecha. Y han podido comerle este terreno al PSOE y a Vox.

TERESA RODRIGUEZ cuarta / Foto: Montse Giralt
Teresa Rodríguez en un momento de la entrevista / Foto: Montse Giralt

"El feminismo tiene que volver a las calles. Es la única manera de combatir el avance del neomachismo"

¿Y cómo se la combate, a la extrema derecha? Usted alerta de que los cordones sanitarios pueden ser contraproducentes.
A veces sí. Una vez tienen esta representación, hay que responder a sus discursos con mucha pedagogía y con mucha ternura hacia la gente que se puede sentir atraída por este tipo de discursos. Porque obviamente, como todos los discursos, tienen siempre una base de verdad, ni que sea una gota de verdad que les sirve para manipular todo el resto. La extrema derecha trabaja mucho enfrentando a los de abajo con un enemigo más fácil de batir, el que está peor que tú. Y frente a esto no nos podemos limitar a decir "todos fachas". Al final también es tu vecino o el compañero de clase de tus hijos. Hay que hacer pedagogía: explicar por qué son necesarias las políticas de igualdad o por qué la inmigración no es un problema para las clases trabajadoras.

Pero sí que ha conseguido envenenar el debate político y poner en cuestión debates que se creían superados. El último ejemplo, la agresividad contra la ministra Irene Montero en el Congreso de los Diputados por la violencia machista.
Afortunadamente, también ha habido una cierta respuesta a eso. Hay un reto a corto plazo de extrema necesidad: recuperar el movimiento feminista. Lo que nos partió sobre la prostitución y la ley trans tenemos que enmendarlo. Tenemos que reconocernos diversas, con posiciones políticas distintas en cuestiones parciales, y que tenemos un objetivo mayor, que es enfrentar a la extrema derecha. Si no, estamos dejando solas a nuestras chavalas en los institutos y a las mujeres de las clases trabajadoras ante el avance de la extrema derecha. El feminista es el único movimiento masivo de los últimos años. Hagamos borrón y cuenta nueva y volvamos a las calles. Es la única forma de combatir el avance del neomachismo.

¿Como ve el conflicto catalán cinco años después del referéndum del 1-O?
La impresión desde fuera es de cierta desorientación. Y es normal también, porque los efectos de la represión, incluso si generan adhesiones y solidaridad, también sitúa a la sociedad en un estado de shock. También quiero decir que lo que hicieron a Catalunya no lo hicieron en nuestro nombre. No se quiere aquello que se retiene por la fuerza. Defender la libertad en Catalunya no es contradictorio con defender relaciones de solidaridad y justicia entre los pueblos.

 

Ha habido indultos, habrá reforma de la sedición... ¿Basta con estos pasos?
Pues no. Para mí el paso suficiente sería hacer un referéndum, posibilitar que la sociedad catalana se pronuncie. Son principios básicos de democracia y de respeto a los derechos humanos. Más allá, evidentemente, de acabar con la represión brutal que ha sufrido gente que solo pide libertad.

¿Es inevitable o ineludible un referéndum?
Es la única manera de resolver la situación en Catalunya. No hay ninguna otra. Fijando la vista atrás, históricamente, ¿qué otra solución hay? El Estado español se ha demostrado muy brutal ante una demanda mayoritaria de la sociedad catalana, incluso de los no independentistas, sobre la necesidad de la autodeterminación. Pero también se ha mostrado muy débil para intentar convencer. Vencen pero no convencen. Es necesario un cambio de paradigma respecto al conflicto con Catalunya. La única solución lógica, civilizada y normal es dejar que la gente vote.

¿Le ha faltado valentía a la izquierda española? ¿Se ha dejado acomplejar por lo que decía la derecha?
Bien, hubo un tiempo en que fue duro. Eso hay que decirlo en honor a la verdad. Yo no tengo una buena relación con Podemos, pero en su momento sí que defendimos de forma muy clara la necesidad del referéndum. Y se nos llamó "traidores". Otra cosa es el PSOE, que no estuvo a la altura.

TERESA RODRIGUEZ quinta / Foto: Montse Giralt
Teresa Rodríguez, antes de participar en un acto con la CUP / Foto: Montse Giralt

"La resolución del conflicto con Catalunya tiene que permitir reabrir los candados de la Transición, incluida la monarquía"

Pensando también en Andalucía. ¿El modelo territorial del Estado está agotado? ¿Da más de si?
Nosotros aspiramos a un nuevo reparto de competencias y de los recursos. Por ejemplo, reivindicamos la necesidad de descentralizar las competencias en energía. Tenemos que apostar por un nuevo modelo energético que acerque las fuentes de producción a las fuentes de consumo. Y hay que acabar con esta lógica estatalista de la energía. O del transporte ferroviario. Vosotros tenéis las competencias sobre media distancia y Rodalies. Nosotros las queremos también. Son lógicas de democratización del Estado, más allá de las demandas históricas de las naciones históricas.

¿Un nuevo proceso constituyente en el Estado?
¡Ojalá! Sería lo ideal y el mejor legado que la resolución del conflicto con Catalunya podría dejarnos al resto de pueblos del Estado: reabrir los candados de la Transición. Ya no hay ruido de sables. Y los tres candados de la Transición --la cruz, la Corona y el modelo de Estado-- se tienen que poder abrir y hablar. Estamos hablando de necesidades y demandas de los pueblos.

Catalunya es el elefante en la habitación que impide hablar del resto.
Sí. Pero quizás resolviendo eso podemos hablar de todo lo demás. Quizás cuando acabemos con estas lógicas tan irresponsables de enfrentar unos pueblos con otros, por fin podamos poner en cuestión el resto de cosas que parecen intocables, como la monarquía.

¿Qué encaje tiene Andalucía?
Hacen falta procesos de nuevas relaciones económicas con el Estado y con Europa. Nuestro malestar no tiene que ver quizás con la relación política de Andalucía con España y Europa --aunque está condicionado--, como por la parte de la economía que nos ha tocado gestionar. No nos permite que la gente pueda vivir con dignidad en Andalucía.

¿Buena parte del problema se sitúa en Madrid? Un "aspirador de recursos", como dice el presidente Ximo Puig.
Sí, sí. Y este discurso es bueno para el resto de las periferias. El Estado español, si queremos seguir conviviendo, tiene que ser visto como una suma de pueblos, no como un espacio único y centralizado para el que trabajamos todos. España tiene que ser vista como una confederalidad de pueblos que viven en común, son solidarios entre ellos y todos tienen cubiertas las necesidades.