Esquerra Republicana afronta este 12 de mayo por primera vez en ochenta años unas elecciones al Parlament de Catalunya defendiendo la presidencia de la Generalitat. Pere Aragonès llegó en mayo de hace ahora tres años, tras las elecciones del 14-F y unas largas negociaciones posteriores. No ganó las elecciones (quedó 50.000 votos por detrás del PSC, con quien empató con escaños) pero un pacto con los partidos independentistas permitieron a los republicanos volver a ocupar la presidencia de la Generalitat. Este acuerdo se deshizo rápidamente: la CUP dejó de dar apoyo a las políticas del Gobierno en los primeros meses de legislatura y Junts acabó saliendo en octubre del 2022. Desde entonces ERC ha gobernado en solitario buscando el apoyo de otros partidos para sacar adelante sus iniciativas, a veces sin éxito y a veces encontrando alianzas con el PSC y comunes.
La llegada de Aragonès a la Generalitat fue la guinda del pastel al crecimiento de los republicanos en las urnas durante el pasado ciclo electoral: habían sido el partido más votado en las municipales del 2019 en Catalunya y aquel mismo año ganaron las dos generales, con más de 300.000 votos de ventaja por delante de Junts per Catalunya. Desde que los republicanos ocupan la presidencia de la Generalitat, los resultados de su partido, sin embargo, han sido malos: dos porrazos en dos elecciones. En las municipales no solo salieron derrotados en Barcelona (donde pasaron de ganar a quedar en cuarta posición) sino también por todo el país y en las generales celebradas dos meses después el descalabro fue similar o incluso más duro por la comparativa con las del 2019: pasaron de 13 a 7 diputados en el Congreso con 400.000 votos menos. Los comicios de este 12 de mayo son una prueba de fuego para los republicanos y las encuestas que se han ido publicando durante la campaña no les son demasiado favorables: empiezan en tercera posición, la misma que obtuvieron en el 2017 por detrás de Arrimadas y Puigdemont.
Debate cerrado antes de producirse
Estas elecciones, que Pere Aragonès había asegurado que no se adelantarían y que conseguiría gobernar en solitario hasta a principios del 2025, agotando la legislatura, se convocaron a mediados de marzo justo después de que el Ejecutivo no consiguiera aprobar los presupuestos. Su partido afrontaba esta convocatoria electoral con parte del trabajo hecho. Aragonès había ido proclamando sus ganas de revalidar el cargo y volver a ser cabeza de lista por Barcelona como en 2021 con Oriol Junqueras encarcela. Con la ley de amnistía en el horizonte, que hará caer la pena de inhabilitación al presidente de Esquerra, existía el debate incipiente sobre quien tenía que ser el candidato a las catalanas. La dirección del partido lo cortó de cuajo proclamando ya en enero Aragonès como su cabeza de lista, posteriormente ratificado por las bases. Durante la campaña electoral, Junqueras acompañará Aragonès en la mayoría de mítines, pero no en todos. Por ejemplo, este jueves Junqueras participó del acto de inicio de campaña, pero este viernes Aragonès protagonizará un mitin en Granollers mientras que Junqueras participará del Sopar per la República que organiza cada año el partido en la comarca de Anoia.
La lucha por la Generalitat: cosa de tres tras la irrupción de Puigdemont
Esquerra partía así con cierta ventaja respeto a sus rivales, especialmente Junts per Catalunya, que si bien tenía diferentes nombres sobre la mesa no había tomado ninguna decisión al respecto. Con todo, el mismo día en que Aragonès convocó las elecciones, Puigdemont declaró que él podría ser a la sesión de investidura, pero había dudas sobre si realmente podría volver a Catalunya dependiendo de los plazos de la ley de amnistía y tampoco había confirmado su intención de presentarse. Por eso mismo, en lo que tenía que ser un acto más de partido y que se convirtió en el primer acto de precampaña Aragonès centró sus críticas en Salvador Illa, que aquel mismo fin de semana era proclamado candidato a la presidencia de la Generalitat: "Catalunya tendrá que decidir si quiere a un delegado de la Moncloa o un president". Días más tarde, coincidiendo con el consejo nacional del partido en que se ratificaron las listas que incluían a una parte de los consellers del Govern pero también dejaban fuera a otros, como el expresident del Parlament Roger Torrent, el discurso de Aragonès cambió y la lucha para presidir a la Generalitat pasó a ser cosa de tres: "El próximo 12 de mayo la ciudadanía escogerá entre los que ante las dificultades renuncian y se marchan; aquellos que no defenderán los intereses del país o Esquerra Republicana". Entre unas declaraciones y otras se había producido la conferencia de Puigdemont en Elna, donde había confirmado su intención de presentarse a las elecciones en un discurso donde reclamó a Esquerra Republicana.
Aunque durante los años que ha sido president Aragonès ha evitado entrar en el cuerpo en cuerpo con sus rivales electorales, desde que convocó elecciones ha ido levantando el tono contra Carles Puigdemont, a a quién ha acusado de tener un proyecto personalista y de no tener propuestas para el país: "El proyecto de Carles Puigdemont es Carles Puigdemont", ha ido repitiendo en diferentes ocasiones. Durante la Fiesta de la República que celebra el partido año tras año, este 2024 convertida en una especie de mitin lanzó una advertencia que hace prever que el tono contra sus rivales electorales no bajará a medida que avance la campaña, sino todo el contrario: "Muchas veces por responsabilidad hemos callado, pero ahora ya no podemos callar más delante de aquellos que mienten, que piden la confianza para después entregarse en la Moncloa y delante de aquellos que siguen vendiendo humo y construyendo castillos de cartas", exclamó, atacando tanto Junts como el PSC.
El partido de las propuestas y de los debates
Desde prácticamente el día siguiente de convocar elecciones, Aragonès ha ido poniendo sobre la mesa diferentes medidas para la próxima legislatura si consigue repetir como president. Si convocó elecciones el 13 de marzo, día 19 la consellera de Economía Natàlia Mas le hacía entrega de la propuesta de la financiación singular, que se había planteado como una de las medidas estrella de la legislatura y que vio la luz con el Parlament ya disuelto. Volviendo de las vacaciones de Semana Santa, Aragonès hizo pública su propuesta de un referéndum acordado con el Estado tras recibir el informe del Instituto de Estudios del Autogobierno, que detalla las vías jurídicas para hacerlo posible e incluso la pregunta que tendrían que responder los catalanes. Días después, también anunciaba su apuesta para crear una conselleria específica para la lengua catalana. Aragonès fijó así cuáles eran sus líneas maestras para la próxima legislatura y desde de ERC se han reivindicado como el partido de las propuestas, criticando que el PSC pero sobre todo Junts per Catalunya no hayan sido tan claros a la hora de definir que quiere hacer desde la presidencia de la Generalitat.
Por eso mismo, los republicanos han ido insistiendo en la importancia de los debates durante esta campaña electoral. A pesar de la negativa de Puigdemont, que rechazó un cara a cara entre él y Aragonès, el jefe de campaña de Esquerra, Oriol Duran, ha enviado una carta a su homólogo de Junts formalizando la propuesta de que hizo al candidato de su partido. Desde de ERC destacan que la ciudadanía tiene que decidir su voto "sobre propuestas, no sobre personas", criticando de nuevo así el personalismo de la candidatura de Junts. "En caso de que os neguéis a llevar a cabo estos debates, entenderemos que en el fondo no tenéis ninguna propuesta para Catalunya", advierte Esquerra, que también propone un debate entre las números 2 de los partidos independentistas, Laura Vilagrà y Anna Navarro.
De quinta fuerza a presidir el Govern
En los últimos quince años, ERC ha pasado de hundirse en las urnas a quedar por encima de Junts per Catalunya en unas elecciones y poder liderar un Govern. Si viajamos en el tiempo hasta el 2010, nos encontramos con un partido en horas bajas que en las elecciones celebradas el 28 de noviembre consiguió solo a 10 diputados, perdiendo la mitad de su representación. El partido había formado parte de los dos tripartitos y los electores los castigaron en las urnas. Liderados por Joan Puigcercós, el entonces presidente del partido, los republicanos retrocedieron hasta ser la quinta fuerza en el Parlament con solo 218.000 votos, un 7% del total. Fue una derrota sin paliativos. Meses más tarde, el fracaso se repitió en las municipales del 2011 que forzaron la dimisión de la directiva. De aquella gran crisis surgió un liderazgo que hoy todavía perdura: el de Oriol Junqueras y Marta Rovira. El cambio de rumbo se constató solo un año más tarde, cuando en las elecciones adelantadas por Artur Mas en el 2012 y liderados por el entonces alcalde de Sant Vicenç dels Horts pasaron de quinta a tercera fuerza y se doblaron los resultados, recuperando a los 21 diputados conseguidos en el 2006, rozando los 500.000 votos.
En las elecciones del 2015, que el independentismo bautizó como plebiscitarias, ERC se presentó debajo el paraguas de Junts pel Sí, la lista unitaria conjunta con CdC. Raül Romeva, entonces exdiputado en el Parlamento Europeo por Iniciativa, encabezó la candidatura que consiguió 1.620.973 votos, un 39,54% del total y hasta 62 diputados, en cinco de la mayoría absoluta.
Los récords, en las generales
La lista unitaria del independentismo fue flor de un día. En 2017 ERC se presentó en solitario de nuevo a las elecciones convocadas después de la aplicación del artículo 155 de la Constitución y aunque lo hizo con las perspectivas electorales disparadas -algunas preveían una victoria de los de Junqueras no solo entre el independentismo sino por encima de Cs- ERC volvió a ocupar la tercera plaza con 32 diputados, dos menos que los de Puigdemont. Eso sí, en aquellas elecciones el partido rompió su techo con hasta 935.000 catalanes apostando para su candidatura, fruto en gran parte de la elevadísima participación en aquellos comicios que fregó el 80%. Hasta entonces, los mejores resultados del partido en unas elecciones los había conseguido Josep Lluís Carod-Rovira en las elecciones generales del 2004, con 652.196 votos. El récord del 2017 se volvió a romper en unas generales: 1.020.392 de votos para la candidatura liderada por Junqueras en abril de 2019. En unas catalanas, Esquerra jamás ha conseguido unos resultados como estos.
En las elecciones del 2021, que permitieron después la investidura de Pere Aragonès gracias al apoyo del resto de partidos independentistas, los republicanos quedaron segundos por detrás del PSC con una diferencia de 50.000 votos y empatados con 33 escaños. Respecto del 2017 el partido se dejó por el camino hasta 300.000 votos, por la gran abstención que marcó unas elecciones celebradas en plena pandemia, pero consiguió el mismo porcentaje de apoyo que entonces, un 21,30% liderados por primera vez por Pere Aragonès.