"Es obvio que nos necesitamos todos y todas". Horas después del anuncio del preacuerdo con la CUP, la secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta, señalaba la evidencia que, para que la investidura de Pere Aragonès prospere, le hacen falta "todos los votos de la mayoría independentista". Arranca, pues, la semana decisiva para comprobar si republicanos y junteros serán capaces de aparcar la desconfianza latente y limar las diferencias existentes en la negociación. Una vez establecidas las bases del preacuerdo con los anticapitalistas, ERC se concentra ahora en "concretar un acuerdo con Junts que sea coherente y compatible" con aquello suscrito con la CUP.
A la espera de que la asamblea cupaire ratifique —o no— la alianza, la formación que capitanea desde Lledoners Oriol Junqueras tiene por delante el trabajo más complicado, que es cerrar en sólo cinco días un pacto de gobierno con Junts per Catalunya. "Hemos avanzado más rápidamente con la CUP", constatan en la sede de Calabria, y ahora aspiran a "encajar" a Junts en los puntos del documento compartido con los cupaires, entre los cuales la suspensión del uso de balas de foam, detener los desahucios de personas de riesgo o la aportación del 25% del presupuesto de Salut en atención primaria. Pero también preparar las condiciones necesarias a lo largo de la legislatura para realizar un nuevo embate democrático, preferentemente en forma de referéndum.
No es lo mismo negociar el apoyo para una investidura que un acuerdo de gobierno. De aquí la complejidad de la negociación entre ERC y Junts. A pesar de las dificultades, Vilalta se ha mostrado "convencida" de que será "posible" sellar un pacto para que la investidura del viernes no sea fallida. "Tenemos puntos de vista y matices diferentes, pero nos entenderemos", ha remarcado.
El escollo del Consell per la República
Los equipos negociadores de Junts y ERC aún no han profundizado en el terreno de las políticas sociales del futuro nuevo Govern. Tampoco han abordado todavía, de manera oficial, cuál será la estructura del ejecutivo, aunque varias fuentes confirman que habrá cambios en el reparto de las conselleries. Algunas se dividirán y se crearán otras nuevas.
Hasta ahora, el núcleo de las conversaciones ha girado en torno a cómo transitar hacia la independencia. Uno de los escollos, a pesar de que según Vilalta "no el principal", es el papel del Consell per la República. Tanto ERC como la CUP son partidarios de reformularlo, porque entienden que el órgano que preside Carles Puigdemont no es lo bastante representativo del movimiento independentista. De hecho, los republicanos están de manera testimonial —incluso se desmarcaron del acto de fundación de la entidad— y la CUP no está —aunque una de sus organizaciones, Poble Lliure, sí que forma parte de él.
"Le vemos todas las bondades, vemos que es interesante", ha apuntado Vilalta, pero ha subrayado que hace falta "darle una vuelta y reformular su papel de ahora en adelante" para que "pueda estar más participado", teniendo presente que "ahora mismo no aglutina a todas las fuerzas".