No hace ni un mes, en plena campaña electoral para el 10 de noviembre, que el líder de los socialistas y candidato a la reelección, Pedro Sánchez, prometía mano dura contra el independentismo: hablaba de volver a penalizar el referéndum, atacaba TV3 y la escuela catalana y prometía "traer" al expresidente Carles Puigdemont a España. Eran los mismos días que desde de ERC llamaban a hacer del 10-N la "tumba política" del PSOE y avisaban de que "a este Sánchez" votarían no'. Ni treinta días más tarde, y después de dos reuniones y varios contactos más informales, la música ha cambiado y este martes –después de la última reunión– los dos partidos salían con un comunicado conjunto en el que exhibían los puntos en común y se volvían a citar para el próximo martes.
Los avances, sin embargo, son escasos –de momento no mueven los republicanos del 'no' a la abstención– y las conversaciones, frágiles. Tanto, que una simple declaración lo puede hacer tambalearse todo. Y está en este punto en lo que se enmarca el minuto y resultado de esta tarde, que no es positivo. Después de que el ministro de Fomento en funciones y secretario de organización del PSOE, José Luís Ábalos, haya afirmado esta mañana que su partido está dispuesto a abordar "vías de expresión" para resolver un "conflicto político" con Catalunya "que afecta al conjunto de España", unas palabras que invitaban al optimismo, ha sido el mismo Pedro Sánchez el encargado de lanzar un auténtica jarra de agua fría contra los independentistas.
En la sede de la calle Calàbria de Barcelona no ha gustado que el presidente en funciones haya dado por hecho, desde la cumbre de la OTAN, que habrá acuerdo con ERC y que este será "dentro de la Constitución". Los republicanos consideran que se trata de una "presión gratuita" y que rompe las reglas del juego de la negociación, donde se había acordado que no habría presiones a través de los medios. Fuentes republicanas aseguran que harán llegar este malestar a los negociadores socialistas y que les exigirán que cesen si quieren continuar con las conversaciones. La próxima reunión es el martes día 10 de diciembre, aunque todavía no hay lugar ni hora acordadas, y los republicanos avisan de que si las presiones públicas siguen podría saltar por los aires. "Si no hay un cambio veremos qué hacemos", aseguran las mismas fuentes.
Dos reuniones y dos avances, pero muchos puntos pendientes
Al margen de esta sacudida y con una mirada más larga, lo cierto es que el acuerdo entre socialistas y republicanos todavía está lejos, pero que de las dos reuniones que ha habido entre los equipos negociadores han salido dos avances. En la primera el PSOE aceptó hablar de un "conflicto político", un punto que era "indispensable" para los republicanos para seguir hablando, aunque, de hecho, no podía ser insalvable para los socialistas, que ya se habían expresado en estos términos en la Declaración de Pedralbes firmada por los dos gobiernos en diciembre del año pasado.
En la segunda reunión el avance todavía fue más importante: comunicado conjunto, reafirmación en el conflicto político y compromiso al buscar una "vía política" para resolver el conflicto. Además, la semántica del primer comunicado conjunto acordado también es destacable. En el texto publicado este martes se hablaba de "activación", lo que daba a entender que se trata de una vía todavía no explorada y se dejaba la puerta abierta a la desactivación de otras vías como la represivo-judicial. Además, también se hablaba de recuperación de "derechos civiles", un punto importante para los republicanos.
Lo que más separa los dos partidos, sin embargo, es el cómo tiene que ser la mesa negociación y la concreción que tiene que tener esta: formato, calendario y compromiso de cumplimiento. El PSOE empezó las negociaciones hablando de reactivar la Comisión Bilateral Estat Generalitat, un órgano estatutario absolutamente insuficiente para los republicanos que consideran que esta comisión sólo es para tratar temas específicos y competenciales. Los de Oriol Junqueras quieren una negociación de gobierno en gobierno y donde se pueda hablar de todo, también de autodeterminación. Finalmente, después de dos reuniones, los socialistas se han mostrado abiertos explorar nuevos formados, pero los dos equipos todavía están lejos de acordar cuál será.
Un calendario minado
A todo eso, hay que tener en cuenta el calendario, que está minado de nuevo. Los republicanos quieren evitar una investidura antes de Navidad –los socialistas querían hacerlo entre el 17 y el 19 de diciembre–, porque tienen demasiados días señalados en el calendario que les podrían hacer alterar su posición. "Es una mala semana para nosotros", reconocen fuentes del partido. El lunes día 16 hay la vista para las euroórdenes del expresidente Carles Puigdemont y los exconsellers Toni Comín y Lluís Puig, el jueves día 19 hay la vista en Luxemburgo sobre la inmunidad de Oriol Junqueras –donde no está claro las implicaciones directas que podría tener que los dieran la razón– y el sábado día 21 hay el Congreso Nacional de ERC con toda la militancia. Los republicanos, pues, prefieren ir a enero y no tienen prisa para llegar a un acuerdo.