Habiendo vivido en primera persona las turbulencias constantes entre socios del gobierno Torra, Pere Aragonès ambiciona liderar un ejecutivo que funcione de manera radicalmente diferente, para pasar de la montaña rusa permanente al oasis. A ERC no le vale, sólo, con un acuerdo para la investidura, sino que quiere garantizarse cuatro años más o menos estables. Por eso presiona para apuntalar el futuro gobierno Aragonès antes de que empiece a andar. Los republicanos han redoblado este sábado la presión pública a Junts, la CUP y los comunes, a quienes exigen "generosidad", y "estar a la altura".
Hoy, Oriol Junqueras ha tomado la palabra para reforzar el discurso de Aragonès durante el consejo nacional de la organización. Lo ha hecho erigiendo su partido como la tabla de salvación de "la gente que sufre", que "merece saber que todos los que pueden contribuir a dar un gobierno fuerte, estable, convencido" no se pondrán de perfil. Sin mencionarlas, ha reclamado a las tres fuerzas políticas implicadas en las negociaciones que "superen posibles tentaciones egoístas" y actúen con "generosidad" para hacer realidad un nuevo Gobierno que cuente con una sólida mayoría al Parlament. Es más, ha instado a los agentes económicos y sociales del país a ayudar a presionar por el acuerdo.
Las próximas horas serán clave. Aragonès, que es quien tiene la potestad para convocar el pleno de constitución del Parlament, ha optado por alargar al máximo el plazo permitido por ley y situar la sesión constitutiva para el viernes 12. Aquel día se tendrán que repartir los cargos en la Mesa, incluido el presidente o presidenta de la cámara. La aspiración de ERC es que antes del viernes se haya llegado a un acuerdo que mire más allá, a la investidura y a la legislatura entera. El objetivo, sin embargo, parece difícil de conseguir, más después de que la CUP haya advertido que, como ha hecho siempre, irá tomando las decisiones paso a paso, ya que su modelo asambleario requiere cocinar los pactos a fuego lento. En Junts tampoco tienen prisa y se sacuden la presión ganando tiempo para poner a ERC contra las cuerdas del calendario.
"No podemos perder tiempo", les ha pedido Aragonès. Y, también sin poner nombres, ha señalado que "es importante que se quieran abordar todos los temas, de todos los ámbitos". Unas palabras claramente dirigidas a Junts per Catalunya, que hasta ahora sólo se ha abierto a abordar el apartado relacionado con el camino hacia la independencia. Hasta que no se desencalle un acuerdo con ERC sobre esta carpeta, no quieren pasar a otras pantallas. Aseguran que no habrá que seguir negociando si no cierran una hoja de ruta compartida, porque si no comparten estrategia nacional, no podrán compartir gobierno.
En ERC crecen los temores de que Junts opte para dinamitar la negociación y levantarse de la mesa, dejando a Aragonès sin opciones de ser investido si no es con la complicidad del PSC. "No es momento de egoísmos, es momento de pensar más allá de uno mismo", ha afirmado el presidenciable republicano, que ha vuelto a insistir en que si llega a president, quiere hacer fuego no, porque "no vale hacer las cosas como se han hecho siempre". Su proyecto, recalca, pasa por una Nueva Generalitat Republicana que trabaje para la autodeterminación y la amnistía, por la lucha contra el fascismo, pero también por la salida de la crisis por la izquierda, con políticas progresistas que "no escatimen en inversión y ayudas".
Negociación a dos velocidades
A lo largo de la última semana, cuando se han acelerado y se intensificado los contactos a tres bandas para cerrar un acuerdo, se ha constatado que la negociación de ERC tiene dos velocidades, cuando menos, eso es lo que se quiere hacer ver.
Los republicanos se han esforzado en pregonar cada vez que han tenido ocasión que con la CUP todo avanza como la seda, sin escollos destacados que puedan hacer tropezar las relaciones. Anticapitalistas y republicanos han adelantado en varios ámbitos, que van desde la revisión del modelo de orden público de Catalunya al plan de rescate social.
En cambio, sobre las conversaciones con Junts, mantienen el silencio. Lo único que ha trascendido públicamente es que están atascados en la concreción de la hoja de ruta independentista porque los de Puigdemont piden acotar la vía del diálogo con un límite temporal y una auditoría que garantice que no se eternizará en el tiempo.
Referéndum en esta legislatura
Si una cosa ha dejado claro ERC no sólo durante la campaña sino por escrito en todos sus documentos internos, es que sería un grave error volver a poner fechas al procés, una vez constatado el fracaso de los famosos 18 meses de Junts pel Sí.
Esta idea choca con las propuestas tanto de Junts como de la CUP. Aunque los junteros llevan el compromiso por un nuevo referéndum en el programa, Laura Borràs expresó, en campaña, su apuesta para activar la DUI si el independentismo superaba el 50% de los votos el 14-F, como ha pasado. Con respecto a la CUP, los anticapitalistas son partidarios de volver a repetir un referéndum antes del 2025, es decir, dentro de esta legislatura -si es que no se adelantan las elecciones.
En la imagen principal, Oriol Junqueras interviene en el consejo nacional de ERC. / Marc Puig