La semana empezaba con un ministro reconociendo, en conversación informal en los pasillos del Senado, que el Gobierno percibe una competición entre socios para ver quién estira más de la cuerda en las conversaciones para aprobar los presupuestos. El objetivo de estas formaciones, opinaba, sería poder ponerse la medalla de ser quien haga descarrilar las negociaciones y, quizás consecuentemente, la legislatura y el mandato de Pedro Sánchez. El ministro se refería, especialmente, a Podemos y a su voluntad de vengarse de Yolanda Díaz fulminando a Sumar. La semana ha acabado con el caso de Íñigo Errejón, investigado ya por una agresión sexual y con denuncias de violencia machista, un escándalo que dinamita por dentro la coalición de izquierdas que fundó Yolanda Díaz y que envenena todavía más la guerra con Podemos por controlar el espacio situado a la izquierda del PSOE. Al presidente del Gobierno —asfixiado por los casos Koldo-Ábalos-Begoña y por una aritmética en que necesita los votos de Sumar, Podemos, catalanes y vascos— se le resquebrajan todavía más los cimientos que lo mantienen en la Moncloa.
En Podemos están dispuestos a hacer caer a Pedro Sánchez si eso les permite ganar la guerra cainita en unas nuevas elecciones, ahora que Sumar está en horas bajas. Los morados, mientras tanto, hurgarán en la herida que deja el escándalo de Íñigo Errejón. Este jueves por la tarde, por ejemplo, Laura Arroyo, una de las presentadoras de Canal Red —una cadena de televisión por internet de propaganda de Podemos— contestaba por Twitter a Elisa Mouliaá, que justo denunciaba haber sido otra víctima de agresión sexual. "Cuenta con nuestro plató si quieres explicar a tu testimonio", dejaba por escrito la trabajadora de Pablo Iglesias.
El exlíder del partido, cuando se ha pronunciado sobre el escándalo de Errejón, ha sido más crudo que Ione Belarra e Irene Montero; ellas han trasladado apoyo a las víctimas y han evitado entrar en el cuerpo a cuerpo con Errejón. Se han limitado, solo, a pedir explicaciones a sus adversarios de Sumar y Más Madrid. En cambio, Pablo Iglesias manifestó que no estaba sorprendido por las acusaciones de violencia machista contra quien fue su mano derecha, ya que "eso se hablaba desde hace un año".
El jueves, fuentes del PSOE ya mostraban abiertamente su preocupación con este tema, pero Pedro Sánchez se vio obligado a reaccionar a la noticia. Su primera respuesta fue la de cerrar filas con su principal socio y "condenar" la violencia machista de Errejón, que proviene de un partido que abandera la causa feminista. En su mensaje, el líder socialista destacaba la vocación de Sumar para la igualdad entre hombres y mujeres, a pesar del escándalo. Al día siguiente, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, subía el tono contra el presunto agresor y le instaba a "ser valiente, dar la cara y enfrentarse a la justicia". Fuentes de la Moncloa, consultadas sobre todo este lodazal, aseguran no estar decepcionados con Yolanda Díaz y excusan que no informara el presidente o las altas esferas del Gobierno antes de que el escándalo se hiciera público, con el argumento que Errejón no forma parte del ejecutivo y es una "cuestión interna". El problema será, en todo caso, si se mantienen las sospechas que la vicepresidenta segunda ya lo sabía desde hacía mucho más tiempo y si, como hizo Más Madrid, lo habría tapado. Este sábado, Sumar aseguraba que no sabía nada y a la vez evitaba asumir ninguna responsabilidad.
Sumar, en caída libre
El socio de gobierno del PSOE no levanta la cabeza. Ha sufrido porrazos ya desde su nacimiento, porque la plataforma se convirtió a toda prisa en una coalición para las elecciones generales del 23-J y el resultado de la candidatura fue mucho peor que el que se esperaba. Yolanda Díaz solo introdujo a 31 diputados en el Congreso. Ahora solo tiene 27, porque cuatro son los de Podemos que decidieron emanciparse e ir por separado en esta cámara. Después, hizo aguas en las elecciones gallegas y vascas, donde Sumar y Podemos concurrieron por separado.
Y en las elecciones europeas, el porrazo fue estrepitoso. Consiguió solo tres eurodiputados (Podemos consiguió dos), quedando por detrás de Ahora Repúblicas y aglutinando solo 12.000 votos más en todo el Estado que Alvise Pérez con 'Se Acabó La Fiesta'. Eso provocó la dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora general del partido. Y los barómetros también presagian lo peor. Esta semana, el CIS pronosticaba que en unas hipotéticas nuevas elecciones, Sumar obtendría la mitad de los votos que el 23-J, y una encuesta de SocioMétrica aplastaba la formación reduciéndola a solo 10 parlamentarios en la conformación de un nuevo hemiciclo.
El caso Errejón dinamita Sumar por dentro
Y ahora ha llegado el escándalo de Íñigo Errejón para dinamitarlo todo. Más Madrid, el partido de Errejón, ha desconvocado su cumbre de otoño. La formación está reventada por dentro porque la detonación ha sido doble: Loreto Arenillas, hasta hace nada diputada de la formación en la Asamblea madrileña, maniobró para silenciar y encubrir los tocamientos que Errejón habría hecho a una chica en un concierto de Castellón de la Plana en junio de 2023. Ya ha sido destituida. "Desgraciadamente, no hemos sabido hacer lo suficiente", se limitaba a lamentar el viernes la ministra de Sanidad y líder de Más Madrid, Mónica García. "Lo tendríamos que haber sabido", añadía la secretaria de Comunicación de Sumar, Elizabeth Duval.
La guerra interna por el control de Sumar, después de la renuncia de Yolanda Díaz el pasado mes de junio, no había hecho nada más que empezar. Ahora se ha agravado. No habían pasado ni 24 horas desde que Íñigo Errejón había dimitido como portavoz del grupo parlamentario en el Congreso que Izquierda Unida ya pedía ser "copartícipe" de la decisión de su sucesor. Se tiene que encontrar suplente, también, para el encargo elaborar la ponencia para la próxima asamblea de la coalición. El líder de IU, Antonio Maíllo, exigía "responsabilidades de quien tuviera conocimiento" del escándalo "y no hiciera nada", y aseguraba que a él sí que le consta que Sumar lo sabía. Y Enrique Santiago, diputado en el Congreso de IU, exclamaba en declaraciones a los periodistas que "Sumar le debe al país una reparación ética y política".
Podemos, en confrontación directa con el PSOE
Podemos, que percibe la debilidad de Sumar, ha encontrado el momento idóneo para elevar el precio de su apoyo al Gobierno. La militancia responderá este domingo si Sánchez está obligado a cumplir dos líneas rojas con el fin de tener presupuestos: bajar por ley un 40% el precio de los alquileres y romper relaciones comerciales y diplomáticas con Israel. Fuentes del Gobierno, de momento, indican a este periódico que estas exigencias son "inasumibles" y se escudan en la "inconstitucionalidad" de la demanda relacionada con la vivienda.
En esta misma línea, Podemos busca últimamente la confrontación directa también con los socialistas. En las pasadas sesiones de control al Gobierno, Podemos se ha referido a PSOE y PP como el "bipartidismo de la corrupción". Y esta pasada semana, la líder del partido protagonizó un amargo cara a cara en el Congreso de los Diputados con la ministra de Vivienda. "Ustedes defienden a los rentistas porque son rentistas", le recriminaba Ione Belarra a Isabel Rodríguez. La socialista no se quedó callada y le aseguró que con las tres propiedades que tiene "no le llega para pagar el chalet de Galapagar", en referencia a la polémica torre donde vive Pablo Iglesias con Irene Montero. Preocupada, una importante ministra del Gobierno resume el escenario diciendo que, a la izquierda del PSOE, hay "ansiedad por ser los protagonistas".