Pocas horas antes de que el presidente Mariano Rajoy acuda a declarar como testigo por el caso Gürtel ante la Audiencia Nacional, un nuevo escándalo estallaba este martes en Córdoba en el marco de otra trama de corrupción: la Púnica. El diario El Confidencial publicaba información sobre que el PP de la región se podría haber financiado presuntamente de forma irregular cargando gastos de la campaña electoral andaluza del 2008 a un grupo inmobiliario. Precisamente, ello habría tenido lugar cuando el número dos en el actual ministerio del Interior, José Antonio Nieto, era quien presidía la formación.

La prueba que apuntaría a la presunta responsabilidad del PP provincial serían unos correos electrónicos encontrados por la Guardia Civil, con el remitente del actual portavoz del PP en el Ayuntamiento de Córdoba, José María Bellido. El presidente del partido, Adolfo Molina, justificó que hacían referencia a unos pagos que se hicieron con sus asientos contables pertinentes y sin facturas "amañadas". Molina alegó que la contabilidad de la formación era "totalmente pulcra y transparente, auditada todos los años por la dirección nacional del PP y por el Tribunal de Cuentas". Por ello, pretende emprender acciones legales.

El suceso podría haber pasado sin más a la espera de una sentencia firme, si no fuese porque Nieto no es un personaje desconocido para la opinión pública: es el secretario de Estado de Seguridad. El Congreso lo llamó a comparecer hace meses, y más tarde lo reprobó en el marco de la Operación Lezo por haber pasado información presuntamente a Pablo González, hermano de Ignacio González –expresidente de la Comunidad de Madrid– durante una reunión que mantuvieron en Interior. Por ese motivo, Molina atribuyó el escándalo a una campaña "de acusación y derribo" contra contra el número dos del ministro José Ignacio Zoido, pues niega cualquier implicación en la trama.

Si bien, la oposición no ha tardado en pedir su dimisión, nuevamente. Lo hizo Podemos, a través de la dirigente andaluza, Teresa Rodríguez, quien ha calificó al PP mediante los términos de "organización para delinquir". El PSOE, a su vez, pidió explicaciones porque "sería muy grave" que la trama fuese cierta, según el portavoz autonómico. En Madrid, el responsable del Área de Anticorrupción y Transparencia de Ciudadanos, Toni Cantó, exigió lo mismo, resaltando la "nula credibilidad" de los populares para "limpiar" el partido y depurar "responsabilidades" políticas.

En paralelo, la Púnica ha reabierto una herida en el PP de Murcia. El Tribunal Superior de Justicia desestimó este martes el recurso presentado por el expresidente de la comunidad, Pedro Antonio Sánchez, y su antiguo colaborador David Conesa, quienes negaron la existencia de indicios incriminatorios en contra de ellos. Con el gesto del TSJ, ambos serán procesados y tendrán que declarar próximamente, algo que ha llevado al PSOE a exigir que deje su escaño en el Parlamento de Murcia, después de que Cs le presionase hace meses para que se marchase de la presidencia.

Sentado en los estrados de la Audiencia Nacional

Todo ello llegaba horas antes del ya de por sí complicado paseo de Rajoy este miércoles hasta la sala de la Audiencia Nacional, que hará acompañado por un ayudante y nadie del Gobierno. El presidente declarará como testigo por el caso Gürtel y alegará que no tenía responsabilidades políticas en el PP durante el periodo investigado (1999-2005), pues en 2004 cortó toda colaboración con las empresas de Rafael Correa, tras asumir la dirección de Génova. Este testigo ha sido preparado junto con el abogado del PP, Jesús Santos (Consulta toda la información aquí).

En Génova preocupa la imagen de la corrupción encarnada en un Rajoy meramente testimonial, pero este guarda un as en la manga para ahorrarse la fotografía del día siguiente en los diarios. Se sentará en estrados, como indica el auto del juez, y no en la silla donde lo hicieron antes el extesorero Luis Bárcenas, o el propio Correa. Por ello, reina un optimismo impostado en el PP sobre un impacto mediático con que la oposición alimentará sus argumentos. "Al día siguiente saldrá el sol", prefería zanjar un íntimo colaborador de Rajoy, frente a las nubes negras que planean ya sobre el Congreso.