España ha denegado ahora la entrada por segunda vez del líder del Polisario, Brahim Ghali, ante un empeoramiento de su estado de salud, según informa la prensa marroquí.
Según el diario Infomédiaire, España no ha querido repetir el episodio de antes del verano, cuando Ghali fue acogido en un hospital de Logroño, pero eso abrió un conflicto diplomático con Marruecos, que acabó con una crisis humanitaria y finalmente con el cese de la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.
El diario Libération del Marroc ha añadido que, ante el deterioro de salud, Argelia, que da apoyo al Polisario, ha pedido ayuda a Cuba, y Ghali está siendo trasladado allí en un vuelo medicalizado y proporcionado por los argelinos. Después de salir de España, Ghali fue ingresado en el hospital Aïn Naadja de Argel, donde en los últimos días ingresó a la unidad de cuidados intensivos (UCI).
Según la prensa marroquí, el estado de salud del líder del Polisario, afectado de covid y con cáncer de estómago, es crítico, y se ha abierto en los campamentos de los refugiados de Tindouf el debate sobre la sucesión de Ghali.
Después del conflicto abierto por González Laya, con Marruecos, alimentado por el vicepresidente Pablo Iglesias hasta que abandonó el Gobierno, el presidente español, Pedro Sánchez, ha dado un giro hacia una mejora de las relaciones con el régimen marroquí. España entró en un bucle de conflictos desde que chocó con Marruecos por el Sáhara, al desvincularse de la estrategia de EE.UU. en la zona, que considera a Marruecos un socio preferente, al encontrarse con una política de puertas abiertas en la frontera de Ceuta que provocaba polémica en el mismo Gobierno español, y al tomar el riesgo de no recibir más información sobre yihadismo.
La última curva de esta crisis ha sido que la escalada de tensión entre Marruecos y Argelia. Después de la decisión de España de acoger a Ghali, ha puesto sobre la mesa dificultades para el suministro de gas, no porque se pueda cortar el servicio sino porque se puede encarecer, lo que se sumaría a la luz.
Argelia y Marruecos anunciaron a finales de agosto que rompían sus relaciones. Y la ruptura diplomática entre los dos países norteafricanos ha aumentado la incertidumbre sobre el gasoducto Magreb-Europa, que cada año suministra millones de metros cúbicos de gas desde el desierto argelino, pasando por Marruecos hasta España y otros países europeos.
La distribución del gas no se ha detenido en ningún momento, pero la posibilidad de un cambio en las condiciones o incluso el cierre de su paso por Marruecos toma fuerza. El contrato firmado entre ambos países expira el 31 de octubre y todo apunta que las negociaciones para renovarlo no avanzan.
El gas de la cañería de acero de carbono de más de 1.400 kilómetros de longitud reporta por Marruecos unos 800 millones de metros cúbicos de gas natural, que cubre buena parte de las necesidades energéticas del país, además de una cantidad en comisiones sobre el 7% y que implica unos 200 millones de euros al año.