El carácter inamovible del estado español en aspectos como su modelo territorial y la ingeniería política, económica y mediática detrás que así lo garantiza, es uno de los ejes en torno a los cuales pivota la hipótesis del libro España no se toca (La Campana, 2023), obra que firman a cuatro manos subdirector de Nació, Ferran Casas, y el subjefe de informativos de Catalunya Ràdio, Joan Rusiñol. La obra, que se ha escrito a lo largo de los últimos dos años, toma la forma de un reportaje de investigación periodística que recorre la historia más reciente del estado español, desde el ocaso de la dictadura franquista hasta nuestros días, con la irrupción de la izquierda alternativa española a la escena política (y paso a la esfera institucional) o la explosión del procés independentista catalán, que consiguió llegar al hito del 1 de octubre del 2017, un episodio que, desde hace más de seis años, condiciona la vida política a España por haber conseguido tocar probablemente la fibra más sensible del régimen de 1978: la sagrada unidad territorial.
Casas y Rusiñol han salido en busca de pruebas, a través de entrevistas a una veintena de personajes que o bien han sido testigos presenciales o bien protagonistas de la historia más reciente -algunos de los cuales hablan bajo la condición de anonimato. A través de las páginas del libro aparecen las opiniones de nombres como José Luis Rodríguez Zapatero, Esperanza Aguirre, Pere Aragonès, Gonzalo Boye, Artur Mas, Jaume Giró, Juan Carlos Monedero, Mònica Terribas o Juan Luis Cebrián. Más allá del contenido del libro, los autores hacen a través de su trabajo una reivindicación del periodismo "que busca las razones y se aferra al análisis de los hechos" alejándose de cualquier "activismo".
¿Cómo funciona la política española?
El reportaje pretende exponer las informaciones más esmeradas y precisas a que les permitan hacerse preguntas sobre cómo funciona la política española y las razones que no siempre resultan evidentes. Desde el 1 de octubre del 2017, con la celebración del referéndum a Catalunya y la consiguiente represión que el estado español empezó a articular sobre el movimiento independentista, se ha ido popularizando la referencia al deep state de España, o la serie de poderes ocultos que, desde la discreción, marcan los límites de lo que puede llegar a ser posible dentro de las fronteras españolas.
Los periodistas también dan un repaso de los contextos geoestratégicos que han marcado el desarrollo del estado español desde la muerte de Franco, la sucesión del régimen a través de Juan Carlos I de Borbón, los diferentes roles asumidos por los actores políticos del estado español -desde el estamento militar en los miembros de los partidos de izquierdas, sean españoles o catalanes- o el impacto del terrorismo de ETA y la instrumentalización de la lucha violenta para justificar la falta de apertura y la poca voluntad política y predisposición al cambio.
Casas y Rusiñol muestran al lector las razones que permiten afirmar que los poderes ocultos en España han conseguido mantener el statu quo, un país que toma la forma de estado estricto con leyes democráticas que convive, sin embargo, con un deep state, cloacas y funcionarios que van por libre, una idea que se entiende perfectamente desde Catalunya y a la luz de los hechos que han tenido lugar los últimos años con las estrategias desplegadas para sofocar las aspiraciones independentistas. Este "estado ampliado" es expeditivo cuando ve el orden amenazado, un hecho que desgasta la imagen de una España democrática porque las cloacas no tienen nada de democráticas y las garantías desaparecen para algunos actores políticos, como se ha visto y denunciado reiteradamente desde el independentismo catalán.
Los autores del libro defienden que la Transición española fue una reforma y no una ruptura de régimen, como lo demuestra la permanencia en sus posiciones de policías y funcionarios. "No fueron apartados, no se va desfranquititzar España". Una situación que contrasta con el que, en cambio, sí que sucedió a la vecina Portugal, donde la política patriótica fue disuelta y, además, enviada a juicio. España, por otros senderos, redactó una Constitución que se ha convertido en un tótem intocable, lo que se describe como la Constitución "petrificada" y, como se acuerda en el libro, tutelada por|para el estamento militar, sobre todo con respecto a los aspectos relacionados con el modelo territorial, Catalunya y el País Vasco. "Hay una renuncia a hacer política y al reformismo".
El contraste entre Zapatero y Aguirre
Una de las voces con mayor peso en el libro es la del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que admite que la cuestión territorial fue el más difícil a la hora de elaborar la Constitución, "políticamente irreformable". Además, las opciones conservadoras y españolistas se han reforzado de manera que el estado de la cuestión no permite ser optimista. A pesar de haber vivido un periodo "en el cual todo parece posible", que va de la primavera del 2014, en el otoño del 2017, el estado español y sus poderes fácticos, actuando como un tipo de poder contrarrevolucionari han salvado de momento el statu quo, neutralizando ya sean los nuevos movimientos desde la izquierda (como Podemos y el suyo el "asaltar los cielos") o el independentismo (con proclamas como "ahora es la hora", que hacían pensar que había llegado el momento de la independencia).
Zapatero representa en el libro el reformismo. "La democracia tiene que ser una promesa abierta, es por naturaleza incompatible con una idea petrificada y conservadora, con un baúl cerrado. El mandato de la transición no está cerrado". En cambio, al otro lado, en el mismo libro, Esperanza Aguirre, se aferra al inmovilismo y a los mantras del españolismo: ¿"Qué hay que hacer con Catalunya? La ley, toda la ley y nada más que la ley. Pedro Sánchez hace lo que le dicen los enemigos de España, es decir, los comunistas, los independentistas catalanes y Bildu con el fin de mantenerse en la Moncloa".