En las últimas horas los Estados Unidos y el Reino Unido habían recibido la amenaza de un inminente ataque terrorista en Kabul. Finalmente, este ha llegado. En medio de la caótica evacuación de afganos que huyen a contrarreloj de las milicias talibanas, tres atentados han masacrado la ciudad y todo apunta que han sido obra del Daesh-K, también denominado Estado Islámico Khorasan.
Sin embargo, ¿quiénes son? ¿Forman parte del Estado Islámico del que hemos hablado en numerosas ocasiones durante los últimos años? Pues sí. El Daesh-K es la rama de este grupo que actúa en Afganistán y, de hecho, ahora quieren controlarlo, según ha afirmado un portavoz de los Estados Unidos a Politico. Su nombre hace referencia a una región histórica que en la actualidad se repartiría entre Afganistán y Pakistán.
Con un modus operandi basado en los atentados suicidas con coches bomba o con explosivos en personas, tienen un claro objetivo: imponer un estricto régimen bajo la charía o ley islámica.
El origen del Daesh-K
El grupo surgió el año 2015, momento de plena expansión del califato en Siria e Irak y está formado, principalmente, por talibanes provenientes de Afganistán y Pakistán que estaban desencantados con su organización.
Aunque en su momento álgido, en el 2016, se calcula que el grupo llegó a tener entre 2.500 y 8.500 combatientes, durante los últimos años se había debilitado. Varias derrotas militares, causadas por los ataques por parte del ejército afgano con el apoyo aéreo de las fuerzas especiales norteamericanas sumado a la detención de algunos de sus principales líderes hicieron que el grupo quedara reducido a los 2.000 y 4.000 integrantes.
Ahora bien, han aprovechado la inestable situación actual en el territorio para reaparecer a raíz de la retirada de las tropas americanas.
Dos enemigos definidos
Tienen dos enemigos principales: los talibanes - recordemos que, entre las víctimas de los atentados, también hay miembros de este grupo - y los Estados Unidos. ¿Por qué exactamente?
Todo se remonta al acuerdo de paz que sellaron el mes de febrero de 2020 con el entonces presidente de los EE. UU., el republicano Donald Trump. Un pacto considerado como el punto de partida de todo el repliegue militar y la consiguiente ocupación del país producida durante las últimas semanas por parte de las milicias talibanas.
El Estado Islámico, apartado
Desde el Estado Islámico se mostraron absolutamente en contra, dado que este incluye el compromiso que el nuevo régimen no alojará terroristas internacionales ni organizará ataques al exterior.
De hecho, su portavoz, Abú Hamza al-Qurashi, tildó el pacto como una engañifa que tapaba "la actual alianza entre los apóstatas talibanes y los cruzados para combatir en Estado Islámico", y que, en realidad, quería "establecer un gobierno nacional" que reúna a ambos bandos.
Un nuevo riesgo: el conflicto armado
Nos encontramos, entonces, ante la amenaza de un conflicto armado cada vez más tangible, con dos frentes marcados luchando por el poder.
Y, como siempre, las víctimas potenciales son los miles de civiles que se encuentran, día tras día, con un panorama cada vez más incierto y desesperanzador mientras piden ayuda para poder atravesar las fronteras y huir del país.