El voto de los catalanes que residen en el extranjero será muy minoritario en las elecciones al Parlament del 14-F, pero no para que no haya interés, sino porque la combinación de las restricciones por la Covid-19, la dificultad en conseguir el voto rogado y la confusión producida por el intento de aplazar las elecciones han constituido, según el responsable de comicios de la Federación Internacional de Entidades Catalanas (FIEC), Toni Montserrat, una "tormenta perfecta" que ha disparado la abstención al 94%.
Según informa ACN, de las 255.087 personas que residen permanentemente en el extranjero, sólo 15.509 se han podido registrar, un 6% del total. La cifra, además, está bastante lejos de la participación en las elecciones del 21-D del 2017, cuando se consiguió casi un 12% de participación.
La dificultad del voto rogado
Los catalanes que viven en el extranjero tienen que solicitar el voto para poder ejercer este derecho. Es el sistema del voto rogado que se instauró en el 2011 con el objetivo de acabar con posibles casos de fraude. Ahora bien, este intento por salvaguardar el proceso electoral en el exterior ha generado dificultades a los expatriados por los plazos y la burocracia que implica. La pandemia todavía ha acabado de complicarlo más hundiendo la participación de la comunidad catalana emigrante en las elecciones del 14-F.
Es como si a toda la población de Badalona se le pidiera que rellenara un formulario por poder votar. ¿Qué pasaría? Que un porcentaje enorme no lo rellenaría", afirma Montserrat para ilustrar la magnitud del problema. Con todo, reconoce los "grandes esfuerzos" del Instituto Nacional de Estadística por facilitar esta vez la petición del voto por Internet, pero asegura que mucha gente todavía prefiere ir presencialmente a las embajadas o consulados. Después tienen que esperar las papeletas, pero a menudo no llegan.
La Covid-19, un obstáculo añadido
Las trabas burocráticas habituales y los retrasos todavía se han hecho más duras este año por las restricciones de movilidad a raíz de la pandemia. Por ejemplo, los plazos para pedir el voto coincidieron con la Navidad, cuando muchos emigrantes viajan a Catalunya. A la vuelta a su país de residencia, tenían que hacer cuarentena.
Desde la FIEC también lamentan la incertidumbre que generó el intento de aplazamiento de las elecciones cuando quedaban pocos días para cerrar el periodo de solicitud. "Es cierto que la Junta Electoral lo amplió, pero casi no se hizo publicidad", critica Montserrat.
La FIEC señala otro obstáculo particular de esta convocatoria electoral: la coincidencia con el verano en América del Sur. Allí reside una parte importante de los catalanes expatriados que precisamente ahora hacen vacaciones.