La noción del tiempo es subjetiva. Para el ciclo de la historia, 24 días es una pequeñez, como una gota en el océano. Para Alberto Núñez Feijóo, el tiempo que tiene que pasar hasta el 26 y 27 de septiembre se le puede hacer una eternidad. Sin los apoyos exigidos y con escasas posibilidades de conseguir más, el candidato designado por Felipe VI para la investidura se aboca a hacer una travesía por el desierto, que, en opinión de los analistas consultados por ElNacional.cat, responde a una estrategia "errática" y "agónica" del Partido Popular. Los expertos coinciden en que la previsible foto con Junts puede suponer "mucho desgaste" para Feijóo y admiten que el contexto es ideal para Pedro Sánchez, que, sin el foco, puede negociar su alternativa con discreción.
La reunión infructuosa con Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados, en la que el popular ofreció una legislatura de dos años, es la última muestra de hoja de ruta contradictoria que está desplegando el equipo de Feijóo. Después de hacer bandera durante el 23-J de querer "derogar el sanchismo" a toda costa, el PP ruega ayuda a Pedro Sánchez para que deje gobernar la lista más votada y a la vez restar importancia e incidencia a los partidos nacionalistas, como Junts, ERC, el PNV y EH Bildu. Después de abominar Junts como un partido de "golpistas" y liderado por un "prófugo de la justicia", el PP sitúa a Carles Puigdemont como un interlocutor válido con quien "hablar", por mucho que las exigencias de Junts son claras e inasumibles a ojos del votante conservador: amnistía y referéndum de autodeterminación.
Una estrategia "errática" de Feijóo
"Feijóo ha acabado preso de las expectativas que él mismo construyó en torno al 23-J". Esta es la impresión que traslada el politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Pablo Simón en declaraciones a ElNacional.cat. Su convicción era ganar las elecciones y gobernar en solitario o bien con Vox y, en el afán de defender que gobierne la lista más votada, Feijóo se ha construido su propia jaula que ahora lo atenaza. Lo atenaza tanto porque no puede sumar nadie más que con Vox, Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria (172 votos) y esto le aboca a una investidura probablemente fallida. "La cuestión clave es si la derrota parlamentaria se convertirá en un fracaso político", admite Simón, que no tiene claro que Feijóo pueda sobrevivir a una posible investidura exitosa por parte de Pedro Sánchez.
El análisis lo comparte la profesora titular de Ciencia Política y Administración de la Universidad Complutense de Madrid Paloma Román. En conversación con ElNacional.cat, Román cree que se habían creado unas "expectativas desmesuradas" con el político gallego y defiende que, después de las negativas que se está llevando en el Congreso, se ha demostrado que "el PP no tenía un plan B". "El contexto le será extremadamente hostil", afirma la profesora, "porque Feijóo tendrá que estirar el mes para intentar estar en el foco de la iniciativa y mantener la etiqueta de candidato para evitar que caiga en el olvido que ha ganado las elecciones". De hecho, Román recuerda que el líder del PP "le han fastidiado todos los éxitos desde el 28 de mayo".
Ante la negativa rotunda del PSOE, el PP todavía mantiene viva la llama de poner en marcha una ronda de contactos con el resto de partidos, menos con EH Bildu. La agenda todavía no tiene fechas concretadas ni los interlocutores invitados, cosa que hace pensar que será una vía por llenar los 24 días que faltan hasta la primera sesión de la investidura. En la lista hay dos formaciones con quien sueñan firmar pactos improbables: el PNV y el más delicado, Junts per Catalunya. Los vascos se han cansado de dar calabazas a Feijóo mientras haya Vox en la ecuación, aunque accederán a la reunión por "cortesía". En cambio, el PP tampoco descarta reunir los juntaires, a pesar de la urticaria que eso levanta a Alejandro Fernández.
Las peticiones diáfanas de Junts dejan poco margen para la esperanza y, sobre la amnistía y el referéndum, Feijóo ha sido tajante negándose pactar nada que salga de los límites de la Constitución. ¿Por qué se aviene a sentarse con Junts si sabe que no pactará nada? "Es un mensaje equívoco para los votantes -que van despistados- y forma parte de una estrategia errática del PP [...] Puedes hacer relato, pero no tienes ni negociación ni mayoría", afirma Simón en ElNacional.cat, que tampoco entiende que el líder del PP se quiera reunir con los presidentes autonómicos sabiendo que no tienen voto en el Congreso de los Diputados.
La foto con el nuevo "kingmaker" de la política española
La obstinación de Feijóo en querer "hablar" con todas las fuerzas políticas lo empuja a buscar una fotografía con el injuriado Junts, aunque resulte inútil. Las exigencias de Junts son transparentes y, a ojos de los expertos, será perjudicial para los intereses políticos de los conservadores y, a la vez, un empujón para Carles Puigdemont. Por un lado porque, en opinión de Román, la foto "no le hará ningún bien" de cara a su electorado y sus aliados, como Vox, y "en el horizonte ya ha aparecido Isabel Díaz Ayuso". La presidenta madrileña se ha apresurado este jueves a quejarse del intento frustrado de pactar con el PSOE, en una actitud que la dirigente ve "ingenua". Desnudar un santo para desvestir otro.
La previsible fotografía del PP con Junts -no confirmada- puede tener "muchos incentivos" para los independentistas porque, según Simón, convierte a Carles Puigdemont en el kingmaker de la política española, "no solo para la investidura, sino para toda la legislatura". Si se acaba superando la posible elección de Pedro Sánchez que los socialistas meditan poner a mediados de octubre, el renovado gobierno progresista necesitaría el concurso de Puigdemont para validar muchas iniciativas legislativas de la legislatura, como cualquier reforma de una ley orgánica.
Junts tiene un capital político que le ha caído del cielo y, como mensaje al electorado catalán, la reunión con el PP tiene un "alto valor añadido". Para Simón, "Junts podrá decir que negocia con el Estado, no con un partido" porque, a diferencia de Esquerra Republicana, conseguirá sentarse con el PSOE y el PP, "que son España". De hecho, la apuesta por conversar con Junts tampoco gusta a las terminales mediáticas afines a la derecha española. Según el editorial del lunes pasado del diario ABC, establecer "un diálogo negociador" con Junts es "una estrategia plagada de riesgos" que resulta "incomprensible para gran parte de los españoles".
Pedro Sánchez va desbrozando el camino
La designación de Felipe VI pone todos los focos y presión mediática sobre Feijóo. Él ha querido la iniciativa, pero su insistencia y tenacidad, en paralelo, deja mucho camino para recurrir a Pedro Sánchez. Un camino discreto y silencioso, alejado de las cámaras, a partir del cual puede explorar los pactos que la aritmética le exige. Hasta el 26 y 27 de septiembre puede observar placenteramente cómo Feijóo se abrasa en la travesía por el desierto mientras piensa en articular y repetir los 178 que sirvieron para escoger Francina Armengol como presidenta del Congreso de los Diputados. Por eso el socialista y Yolanda Díaz tienen la tranquilidad de amarrar el despliegue de una ley de amnistía que requerirá de un esfuerzo jurídico muy complejo.
¿Un escenario ideal para Sánchez? "Sí, porque Feijóo vive una situación agónica y él busca los apoyos para renovar el gobierno progresista una vez fracase la investidura de septiembre", explica la profesora de la Complutense. Añade más elementos el profesor Simón, que recuerda que "cuando los partidos son discretos quiere decir que hay contactos y que las negociaciones avanzan". Con los días que quedan hasta la investidura de Feijóo y con el tiempo que tarde Felipe VI en designarlo candidato, Sánchez puede casar la discreción con el tiempo que requiere urdir una mayoría. Y con fechas simbólicas para el independentismo con las que hay que ir con cautela: "El PSOE ha entendido que las negociaciones no se tienen que hacer con prisas con la Diada y la conmemoración del 1-O por el medio". La empresa de Sánchez y Díaz tampoco es fácil porque la aritmética supone una precisión quirúrgica con un bloque heterogéneo de nacionalistas, independentistas y fuerzas de izquierdas. Y en el horizonte se avistan elecciones autonómicas en Catalunya y en Euskadi.