"No es momento de hablar de eso ahora", se quejaba un dirigente del Partido Popular sobre si se abría la batalla sucesoria a lo largo de los próximos meses y quién se postularía. Mariano Rajoy hacía minutos había anunciado la dimisión al frente del PP para acelerar la renovación con un congreso exprés en julio, con la idea de rearmar al partido conservador antes de los comicios municipales y autonómicos del 2019. A diferencia de su predecesor, José María Aznar, Rajoy se marchaba de la dirección sin señalar a un sucesor y prometía "estar a la orden, repito, a la orden". Es decir, lealtad absoluta al nuevo delfín. Si bien, fuentes próximas al líder aseguran que intervendrá lo "mínimo posible" y sólo para garantizar que el relevo no se convierta una guerra civil entre los tres aspirantes con más posibilidades.
El primero es Alberto Núñez Feijóo (1961, Orense) presidente de la Xunta de Galicia. Según fuentes populares, Feijóo tomó la palabra muy emocionado durante el Comité de Dirección Nacional de este martes para despedir al líder. Y de hecho, es el barón autonómico con más números para ostentar el cargo, después de que Cristina Cifuentes se viera obligada a marcharse por el asunto del mastergate y las cremas. Ahora bien, este funcionario autonómico de 56 años y de larga experiencia en las instituciones, nunca se ha postulado directamente, pero a menudo ha sido señalado como una figura capaz de competir con el afán regenerador de Ciudadanos y Albert Rivera. La cuestión es que su proyección quedó en entredicho durante la entrevista con el periodista Jordi Évole, en Salvados, cuando salió con dificultades del paso al dar explicaciones por una fotografía con un narcotraficante gallego, de paseo en un yate, cuando dijo que no sabía quién era –pese a que era una personalidad a menudo aparecida en la prensa.
Otra potente candidata es la exvicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (Valladolid, 1971). Segunda de su promoción de Abogados del Estado, una de las oposiciones más complicadas para acceder a la función pública, con 46 años Santamaría ha sido durante más de 10 la mano derecha de Rajoy. A favor juega su proyección pública forjada durante el tiempo como portavoz de la Moncloa, casi 5 años, la valoración positiva que le dan las encuestas, el valor negociador que le adjudican partidos como el PNV, y la posibilidad de que su línea política suponga la continuidad del hasta ahora presidente –es decir, un PP escindido del ala liberal de Aznar. En contra de la candidatura de la vallisoletana juegan archi-enemigos como el exministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, y los rumores apuntan que ella habría sido artífice de que dejara de ser ministro. Margallo mismo aseguró hace unos días que haría "todo aquello posible" para que ella no llegara a portavoz del grupo parlamentario.
En último término, aparece la ministra de Defensa y secretaria general del PP María Dolores de Cospedal (Madrid, 1965). También abogada del Estado, Cospedal ha sido la principal mano derecha de Rajoy al frente del partido a lo largo de los duros años de la polémica por el despido en "diferido" de Bárcenas, los discos duros, el 15-M, o el juicio de la trama Gürtel. Encargada de pasar lista en las filas del partido y hacer el trabajo sucio como el de despedir a Cifuentes, Cospedal ha demostrado su valía política al frente del ministerio de Defensa, cuando en menos de una semana pidió disculpas a las víctimas por el accidente del Yak-42. Sin embargo, su proyección pública ha sido menor que la de Santamaría, de las cuales a menudo se ha dicho que existe una profunda rivalidad. Ambas protagonizaron la última imagen del Dos de mayo, donde no casi se dirigieron la mirada. Por este mismo motivo, se especula que Cospedal podría invertir esfuerzos en torpedear la posibilidad de que la exvicepresidenta se haga con el poder.