La política española se sumerge esta semana en una dimensión poco conocida. Un más que probable jefe de la oposición hará un discurso de investidura para solicitar la confianza del Congreso de los Diputados. Envalentonado por el ala más dura del PP gracias a la concentración de este domingo, Alberto Núñez Feijóo se tira a partir de hoy a una piscina en la que hace semanas sabe que no hay suficiente agua para salir elegido, dado que el líder de los conservadores se ha quedado estancado en los 172 votos (PP, Vox, Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro). Los cuatro apoyos que le faltan se han convertido en utopía, a menos que algún diputado del PSOE responda a la seducción del transfuguismo que el PP ha agitado en los últimos días. Delante de él, Pedro Sánchez —que no se sabe si será el responsable de hacer la réplica por parte de los socialistas— se esforzará por señalar que Feijóo vive cautivo del apoyo de Vox, mientras empieza ya a referirse a un posible pacto con Junts per Catalunya y a una eventual ley de amnistía con cuentagotas.

Mientras el PSOE quiere instalar un marco en el que Feijóo está aislado, en la sede de Génova existe el convencimiento de que la concentración de este domingo en Madrid demuestra que la oposición a la amnistía es un clamor que, no solo pertenece al PP, sino que une a la sociedad española de forma transversal y, por eso, plantearán una investidura contra los planes de Pedro Sánchez con Carles Puigdemont. Desde su entorno explican que pronunciará un discurso "propositivo" que incluirá propuestas "económicas, sociales e institucionales" y lo combinará con un alegato contra la hoja de ruta que está trazando Pedro Sánchez para repetir mandato en la Moncloa, con despliegue de la amnistía incluido, que consideran una "cacicada". De hecho, la secretaria general, Cuca Gamarra, ha señalado este lunes que su partido "prefiere la dignidad que un gobierno con indignidad".

El PP da por hecho que la investidura no saldrá adelante esta semana en el Congreso y, ante una eventual investidura de Sánchez, se ha dedicado desde el minuto cero a alimentar una especie de estado de emergencia nacional contra la posibilidad de que los socialistas vuelvan a pactar con los independentistas catalanes. La única esperanza —remota— que le queda a Feijóo es apelar al transfuguismo de los diputados del PSOE que no compartan las intenciones de Sánchez. Nada hace pensar que pueda darse un movimiento de estas características, pero la política española es una auténtica caja de sorpresas.

Para el PP, la manifestación contra la amnistía también es una evidencia que se ha cerrado el debate sobre el liderazgo de Feijóo. En la plaza de Felipe II, Isabel Díaz Ayuso, José María Aznar y Mariano Rajoy le apoyaron públicamente en su intento de investidura. Sin embargo, a nadie se le escapa que la presidenta madrileña y el expresidente Aznar han marcado el paso a Feijóo para que se decidiera a salir a la calle a rebelarse contra "la desigualdad entre españoles".

El dirigente gallego se ha pasado todo el lunes, con la ayuda de sus vicesecretarios, retocando y puliendo su discurso con el que quiere apelar a todos los españoles, no solo los 350 diputados. Según fuentes de su equipo de confianza, el cálculo es que dure una hora y media y no se espera que hable en gallego, sino que hablará exclusivamente en castellano desde la tribuna de oradores. En el pleno, Feijóo tendrá el apoyo de once presidentes de autonomías gobernadas por el PP y cinco líderes regionales del partido. Solo faltarán los de Cantabria, las Islas Baleares y Melilla, dado que tienen que asistir a sendas sesiones de control.

 

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, esperando a la vuelta de la esquina

Esta semana acabará una de las excusas del PSOE para no tener que decir ni mu sobre la amnistía. A pesar de la vorágine de preguntas constantes por parte de los periodistas a varios ministros y líderes socialistas sobre una hipotética ley de amnistía, todavía no hay ninguna duda resuelta. "Paciencia","respetar plazos" y "respeto constitucional" han sido las excusas de todos estos políticos para evitar responder sobre este tema. El argumento es que el candidato a la investidura es Alberto Núñez Feijóo y que el PSOE no se puede pronunciar sobre negociaciones para investir a Pedro Sánchez hasta que el líder popular no haya fracasado en su intento de convertirse en el presidente del Gobierno.

Habrá que ver si ahora los socialistas alargan su silencio, también, hasta que Felipe VI no proponga formalmente al secretario general de los socialistas para intentar ganar un debate de investidura. Hasta entonces, parece que hay un pacto de silencio religioso firmado entre el PSOE y Junts per Catalunya. Porque no pasa lo mismo con Esquerra Republicana. Aunque ERC haya anunciado este lunes que hay intercambio de documentos entre Madrid y Barcelona, el Gobierno lo niega a medias. Por los pasillos de la Moncloa, el equipo de Pedro Sánchez frunce el ceño, se zafa y asegura que no le consta que el PSOE esté ya profundizando en las cuestiones técnicas de una amnistía.

La vieja guardia del PSOE, de la mano de Feijóo

Parte de la previa de este debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo ha sido protagonizado por la vieja guardia socialista, que ha decidido elevar el tono contra Pedro Sánchez, levantarse contra la posibilidad de exculpar a independentistas y pedir, incluso, que haya un pacto favorable a situar a Feijóo en la Moncloa. Así de claro se ha expresado Felipe González, que admitió haber votado al PSOE el 23-J con la pinza en la nariz.

González incluso ha sido capaz —o al menos lo ha aparentado— de recuperar su buena relación con Alfonso Guerra, y la semana pasada participó en la presentación de un libro del exvicepresidente del Gobierno. Aquel acto se convirtió en un auténtico aquelarre con insultos al independentismo y a Puigdemont, faltas de respeto a Pedro Sánchez y una llamada al acuerdo entre PP y PSOE para que en el tejado de la Moncloa se vuelva a clavar una bandera azul.

González y Guerra no han sido los únicos que han puesto el grito al cielo. El PSOE llegó incluso a romperle el carné del partido a Nicolás Redondo Terreros, después de que criticara al Gobierno y manifestara sus dudas sobre si continuar afiliado al partido. De forma similar se ha expresado en las últimas semanas Joaquín Leguina. Y todo eso ha arrastrado a los barones socialistas Emiliano García-Page y Javier Lambán a decir la suya y volver a mostrarse discordantes con las tesis de Ferraz.

Imagen de archivo de Feijóo en el Congreso de los Diputados / Foto: EFE

La travesía por el desierto de Feijóo hasta la investidura

Con los resultados del 23-J recién salidos del horno, Feijóo siempre defendió que su propósito era presentarse a la investidura como ganador indiscutible de las elecciones estatales. Con el paso de los días, el líder conservador fue chocando una vez y otra contra la misma pared. A pesar de reclutar el apoyo sin condiciones de Vox, UPN y CC, el PP se ha obstaculizado repetidamente con la calculadora. Son 172 votos insuficientes que le hicieron perder el control de la Mesa del Congreso, pero que le otorgaron la posibilidad de presentarse a la investidura, por mucho que los números no le salieran de ninguna manera.

Acogiéndose a una "costumbre", el rey Felipe VI le brindó la oportunidad de presentarse como candidato al Congreso de los Diputados y la presidenta Francina Armengol le otorgó un mes de margen para que buscara apoyos debajo de las piedras. Los esfuerzos fueron inútiles porque el PNV le dio calabazas en tres ocasiones y la idea de convencer a Junts per Catalunya se convirtió en una trampa que costó a Feijóo el primer conflicto territorial con Alejandro Fernández. Para más inri, el gallego promovió una ronda de contactos con partidos y agentes sociales y económicos que acabaron en nada. Sin apoyos en el bolsillo, solo le ha quedado agitar el avispero contra la amnistía y preparar el terreno ante una repetición electoral.

¿Cómo será el debate de investidura?

La sesión arrancará a las 12 del mediodía con el discurso de Alberto Núñez Feijóo, que tiene tiempo ilimitado y puede intervenir tantas veces como le apetezca. El primero a rebatir será el PSOE, y cada partido tendrá 30 minutos de réplica. Después de los socialistas, tendrán la palabra de mayor a menor representación, cerrando el debate el PP. La sesión de este miércoles arrancará a las 9 de la mañana con la intervención de los grupos que no hayan tenido tiempo de decir la suya, a quien Feijóo puede replicar conjuntamente o individualmente sin límite de tiempo. Las contrarréplicas de los grupos no se pueden alargar más de 10 minutos. Acabado el debate se hará la primera votación, que tiene que salir con 176 votos. Como es bastante probable que no salga adelante, al cabo de 48 horas —viernes— habrá un segundo debate más corto y con una votación que el candidato tiene que superar por mayoría simple. Todos los debates se podrán seguir íntegramente en el streaming de ElNacional.cat.

El PSOE, pues, es el primer grupo que puede rebatir. Ahora bien, existe la duda de si lo hará Pedro Sánchez o si delegará este papel a un miembro del grupo parlamentario socialista, como por ejemplo el portavoz Patxi López. Ninguna de las dos portavoces del PSOE y del Gobierno, Pilar Alegría e Isabel Rodríguez, han querido desvelar este lunes qué estrategia seguirá el Gobierno. Y si, por lo tanto, se delegarán todas las responsabilidades a Patxi López, si lo hará, en cambio, Pedro Sánchez o si, incluso, se podría optar por la misma estrategia que en la moción de censura de Vox a través de Ramón Tamames: que intervengan Sánchez y Yolanda Díaz.