Si el 20-D una de las mayores aportaciones de la campaña de Jorge Fernández fue la irrupción del angelical Marcelo, el eficiente custodio que, según confesó el ministro, lo acompaña y le ayuda a aparcar el coche, esta vez el debate ha sido menos celestial. De hecho, lo ha situado en un peligroso limbo que parece verterlo a un infierno político. Seguramente, ayer Fernández Díaz recibió uno de los reproches que a un ferviente creyente como él más dolor le ha provocado a lo largo de toda su carrera política: ¡"No tiene perdón de Dios"!, le echó en cara a media mañana el presidente de ERC y vicepresident del Govern, Oriol Junqueras.
El escándalo por la filtración de las conversaciones que mantuvo el ministro de Interior con el responsable de la Oficina Antifrau de Catalunya (AOC), Daniel de Alfonso, no sólo ha hecho saltar por los aires la campaña, la ha reventado desde dentro y de manera violenta. Pero, además, ha encendido el soberanismo. Ha conseguido aquello que las candidaturas independentistas estaban intentando desde el primer día, sin demasiado éxito, para frenar el arrollador empuje de En Comú Podemos. Ha atizado al independentismo con el sentimiento de indignación, precisamente aquel que aparece en el material genético de todos y cada uno de los movimientos de este procés.
Campanya parada
Las resonancias de la polémica han provocado que la campaña se detuviera durante unas horas, que todos los focos se centraran en las sedes de Esquerra y de Convergència, las dos formaciones que el responsable de la Oficina Antifrau ha perseguido de manera sistemática y hasta el agotamiento, como él mismo confesa en las grabaciones.
"Pena, tristeza y rabia", confesó el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, que acusó al ministro de haber construido un "GAL mediático". Fue una de las primeras reacciones de la mañana. El resto fueron cayendo en cascada. Desde la sede de Esquerra, el vicepresident Junqueras, contra el cual había apuntado directamente Fernandez Díaz, compareció acompañado de la plana mayor de la formación republicana para acusar al ministro en funciones de haber perdido "cualquier sentido de la vergüenza y la dignidad".
Acto seguido fue el expresident Artur Mas quien compareció desde la sede de CDC, acompañado de los investigados por el 9-N y por el exalcalde Trias, que también fue víctima de la filtración de un informe finalmente desmentido. El expresident denunció que esta situación sólo se puede explicar porque subsiste en España un "Estado de matriz franquista".
Manifestación unitaria
De repente, el ministro ha conseguido lo que los estrategas de las campañas independentistas pugnaban infructuosamente por conseguir: ha vuelto a centrar el debate en la tensión independentista, ha indignado en la calle y ha provocado que en cuestión de horas se convocara una manifestación unitaria, incluso con la CUP, que ha congregado a un millar de personas ante la Delegación del Gobierno español en Barcelona.
Durante las primeras horas, el aparato del Estado ha intentado controlar la polémica. El escándalo ha estado ausente de las portadas de los diarios de papel e incluso de los informativos de TVE el primer día, pero eso no ha hecho más que hinchar la polémica. Las grabaciones que van trascendiendo no han conseguido más que hacer crecer la tensión. Y la polémica ha saltado a los medios internacionales, lo que provoca pánico en el Ministerio de Exteriores, harto de enviar argumentarios a las sedes diplomáticas.
Revocación en el Parlament
Hoy además, el director de la Oficina Antifrau tendrá que comparecer en el Parlament ante la comisión de Afers Institucionals para iniciar el procedimiento de revocación de su cargo, que se tendrá que hacer efectivo en un pleno que empieza el miércoles de la semana próximo. La petición ha sido firmada por JxSí y la CUP, pero también por CSQP, PSC y Ciudadanos. De momento, De Alfonso ha dejado claro que no piensa cargar él con la polémica.
Todo esto se concentrará en las últimas 48 horas de campaña. La peor pesadilla de un estratega electoral del PP. El impacto real que pueda provocar en el resultado del domingo está por ver, pero es innegable que el escándalo se ha instalado con una fuerza que ningún discurso electoral habría podido aspirar a conseguir. La entrega por fascículos de las horas de conversación registradas no hacen más que subir la espectacularidad de la denuncia y la irritación del mundo soberanista. Un curioso tramo final de campanya, que se ha acabado convirtiendo en una auténtica traca en pleno solsticio de Sant Joan, cuyo resultado resulta ahora mismo imprevisible.