Fernando Reinares (Logroño, 1960) es catedrático de Ciencia Política y Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos, experto en terrorismo yihadista. Acaba de publicar 11-M. Pudo evitarse, un libro que detalla cómo fue posible el mayor atentado de la historia de Europa. Veinte años después de la masacre, responde a las preguntas de ElNacional.cat en una entrevista. Aborda cuál es la actual amenaza terrorista en el estado español, qué efecto han tenido en la sociedad y la política las teorías de la conspiración que mantuvieron a ETA en el punto de mira por los atentados de Madrid. A pesar de ello, no considera que los gobiernos posteriores a Aznar se hayan caracterizado por la opacidad. Así, en lo que se refiere al 17-A, considera que las dudas sobre la relación entre el imán de Ripoll y el CNI se responden con la “destreza” con la que Es Satty ocultó sus verdaderas intenciones a los servicios de inteligencia españoles que lo trataron en la cárcel.
¿Cuándo cree que concluirá su investigación sobre el 11-M?
Dediqué primero unos cuantos años a dar respuesta a dos preguntas: ¿quién estuvo detrás del 11-M? ¿Por qué se atentó en España? Y a ello respondí definitivamente en el libro 11-M. La venganza de Al Qaeda, que se publicó en 2001. Pero quedaba pendiente un interrogante crucial. Hubo terroristas con voluntad de perpetrar una matanza como la de los trenes de Cercanías pero, ¿cómo fue posible que consiguieran hacerlo? ¿Cómo fue posible que sortearan todos los controles de las agencias e instituciones antiterroristas? A esto doy respuesta en mi nuevo libro, 11-M. Pudo evitarse.
Por lo tanto…
Es posible que aquí termine mi trabajo sobre el 11-M. Aunque nunca se sabe del todo, tengo otras tareas que van a ser prioritarias a corto plazo. En cualquier caso, me siento muy orgulloso de haber contribuido, desde el ámbito académico, a un buen conocimiento del 11-M. Últimamente me emociona en especial escuchar a víctimas de los atentados lo mucho que los resultados de mi investigación han significado para ellas. Hace dos años, la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo me concedió el Premio por la Memoria y la Paz, y al recogerlo pude constatar que mi trabajo ha merecido la pena mucho más allá de lo que imaginaba.
¿Qué dudas quedarán pendientes de responder sobre el 11-M?
Es impensable saberlo absolutamente todo de unos atentados de la envergadura y complejidad del 11-M, planificados y preparados durante dos años, que movilizaron a un número tan numeroso de individuos insertos en una red yihadista con muy importantes conexiones internacionales que además evolucionaron a lo largo de ese periodo de tiempo. Pero sabemos lo sustancial sobre quién estuvo detrás y sobre por qué se atentó en España.
¿Solo lo sustancial?
Bueno, estoy convencido de que la red yihadista del 11-M implicaba a un número entre significativa y considerablemente mayor de individuos de los que podemos hablar con fundamento. Es decir, veinticinco y su instigador, Amer Azizi, quien desde 2003 actuó como conducto con el mando de operaciones externas de Al Qaeda basado en Pakistán. Tampoco conocemos suficientemente, por ejemplo, cómo iba a ser el plan terrorista que la red del 11-M tenía previsto llevar a cabo tras los atentados de Madrid. Porque es preciso tener en cuenta que los terroristas no habían completado su plan. Los atentados del 11-M constituían el inicio. Pero dudo que sean cuestiones que puedan llegarse a elucidar algún día.
¿Por qué pudo evitarse el 11-M?
En 11-M. Pudo evitarse explico que los principales terroristas del 11-M eran conocidos de antemano en distintas unidades policiales, que incluso estaban siguiendo a un buen número de quienes prepararon y ejecutaron los atentados de Madrid. Esto permite entender en qué medida se trató de un fallo policial. Ese conocimiento policial previo no evitó que los terroristas llevaran a cabo su voluntad de matar. Se ignoró el efecto bumerán, que en el caso del 11-M alude a la Operación Dátil, iniciada en noviembre de 2001. Sin saber de la Operación Dátil no se entiende el 11-M.
Explíquese.
Los atentados en los trenes de Cercanías pudieron haberse evitado si el conocimiento policial previo que se tenía hubiera sido bien interpretado, si la legislación y el entendimiento judicial del terrorismo yihadista hubiesen sido adecuados, si no hubiese faltado coordinación y confianza entre servicios antiterroristas, si se hubiese contado con una agencia de inteligencia adaptada a la amenaza, si algunos países de nuestro entorno hubiesen cooperado más o mejor. También si los terroristas no se hubieran beneficiado de determinados entornos permisivos. Puede afirmarse que en el 11-M falló el sistema español de lucha contra el terrorismo en su conjunto.
Apuntar a ETA el 11-M impidió reflexionar cómo fueron posibles los atentados
¿Por qué los terroristas escogieron Madrid?
La mayoría de los integrantes de la red terrorista del 11-M residían en Madrid y su entorno metropolitano. Era un escenario que conocía muy bien el ideador e instigador de los atentados, Azizi, al igual que los principales terroristas del 11-M, incluyendo la familiaridad que alguno de ellos tenía con localidades como Alcalá de Henares o Leganés. En los trenes de Cercanías circulando por la mañana a hora punta y al máximo de su capacidad de transportar personas identificaron con facilidad un blanco que les permitiera atentar con el mayor número de víctimas posible. En Madrid y sus alrededores había estado asentada la célula de Abu Dahdah, la célula de Al Qaeda desarticulada en el curso de la Operación Dátil y de cuyo remanente procede el primero de los tres componentes que aglutinó la red terrorista del 11-M. Precisamente como legado de la célula de Abu Dahdah, al sur de Madrid, concretamente en Morata de Tajuña, contaban con una finca que sirvió como base para sus operaciones y que empezaron a utilizar en 2002, casi al mismo tiempo que se estableció el núcleo inicial de la red terrorista. Y en otros lugares de Madrid contaban con ambientes que, como he dicho antes, podemos considerar como permisivos.
El Gobierno de Aznar mintió a la ciudadanía el 11-M señalando a ETA. Y actualmente aún hay incógnitas sobre el 17-A, especialmente la relación del imán de Ripoll con el CNI. ¿Son el resto de estados occidentales igual de opacos que el español con los atentados terroristas que han sufrido?
Insistir en la autoría de ETA fue un gravísimo error a partir del momento en que se constatan indicios que apuntaban al yihadismo. En la práctica, desde la misma noche del 11 de marzo, cuando Al Qaeda asumió los atentados a través de un diario en lengua árabe que se publica en Londres y llevaba casi dos décadas siendo canal exclusivo o preferente de sus comunicados. Ese error desencadenó una prolongada fractura política que, por un lado, impidió una adecuada reflexión sobre cómo habían sido posible los atentados de Madrid y, por otro lado, no ayudó a llevar a cabo de manera consensuada la necesaria reforma de las estructuras de seguridad interior, a fin de adaptarlas a la amenaza del terrorismo yihadista. Al margen de ese caso, no creo que los sucesivos gobiernos de España se hayan caracterizado por la opacidad. Otra cosa es que haya datos y hechos que son recibidos de manera inexacta, parcial o tergiversada por la ciudadanía. O que no son recibidos en absoluto, pese a ser públicos.
¿Qué quiere decir?
Me pregunto qué porcentaje de catalanes, por ejemplo, pensarían todavía que la siguiente afirmación es una invención: los últimos detalles de la preparación de los atentados del 11-S en Nueva York y Washington se fijaron en julio de 2001 entre Salou y Cambrils, con presencia de Mohamed Atta. Y, sin embargo, es una realidad conocida y publicada desde hace mucho tiempo.
El imán de Ripoll tuvo destreza el 17-A en ocultar sus verdaderas intenciones al CNI
¿Y sobre el imán de Ripoll?
Es Satty fue lo suficientemente astuto para ocultar el alcance de su extremismo violento a la mayor parte de la gente de Ripoll que lo conocía, también en el seno de la comunidad marroquí de la localidad, al igual que tuvo la destreza necesaria para ocultar sus verdaderas convicciones e intenciones a los agentes del CNI que lo trataron en prisión. En mi opinión, si el agente de la policía federal belga que se interesó en su día por ese individuo hubiese seguido los protocolos formales para solicitar información, en vez de comunicarse informalmente con un miembro de los Mossos d’Esquadra, se habrían establecido las condiciones para ponerlo bajo vigilancia policial a su retorno a Ripoll desde Bélgica.
¿Hay más riesgo a día de hoy que hace veinte años de sufrir un atentado yihadista en España?
No se trata de si más o menos. Esa métrica no sirve en este caso. La amenaza del terrorismo yihadista sigue siendo considerable en España y en el conjunto de Europa occidental, pero España es uno de los tres países europeos donde mayor número de yihadistas se ha detenido en los últimos años. Y se trata de una amenaza con una variedad posible de expresiones, desde los actores solitarios que se mueven por su cuenta y responden a llamamientos genéricos a la ejecución individualizada de atentados yihadistas hasta las redes articuladas que se desenvuelven enlazadas con el mando central de alguna rama de Al Qaeda o de Estado Islámico en el exterior. La probabilidad de atentados por parte de actores solitarios, que a menudo muestran problemas de salud mental, como en los casos de Cornellà, Torre Pacheco y Algeciras, es relativamente mayor, pero generalmente se trataría de incidentes terroristas de baja letalidad. La probabilidad de atentados ejecutados por integrantes de redes transnacionales ligadas a organizaciones con base en el exterior es relativamente baja pero de consecuencias potenciales mucho más cruentas. Entre una y otra expresión de la amenaza yihadista hay formas intermedias, como la que plantean las células independientes autoconstituidas, inspiradas por las principales organizaciones yihadistas pero sin conexiones con ellas. Por aquí podría ir la tendencia.