El Estado francés no ha dado ni cuatro días de tregua a los vecinos de Banyuls (Roselló). Después de que el domingo pasado un grupo de voluntarios apartaran las rocas que bloqueaban la circulación en la frontera que separa la Catalunya Norte del Principado, la Prefectura de los Pirineos Orientales las ha vuelto a colocar este mediodía. Francia decidió clausurar la frontera administrativa a raíz del estallido de la pandemia de coronavirus ahora hace más de un año y medio, pero a diferencia de otros, el paso del Coll de Banyuls todavía no se ha reabierto. De hecho, la prefectura quiere mantenerlo clausurado hasta el 30 de abril de 2022. El motivo, tal como alegó el ejecutivo de Macron, es el control de supuestos "tráficos de personas, drogas y la lucha antiterrorista", argumentos que no han convencido a los vecinos y los alcaldes de la zona transfronteriza y que han tildado de "racistas".
Frontera
La clausura de la frontera en el Coll de Banyuls, que separa la Marenda del Alto Empordà, ha sido motivo de conflicto y protestas por los vecinos en los últimos meses. Este malestar llegó a un punto álgido el pasado domingo, cuando un grupo de voluntarios de los dos lados de la frontera ligaron con cuerdas las piedras que el Estado francés había colocado para cerrar el paso, hasta retirarlas. Este miércoles al mediodía, las autoridades francesas lo han vuelto a clausurar.
Según el Colectivo por la Aperturade los Pasos Fronterizos, "era de esperar" que la administración francesa repusiera las piedras de grandes dimensiones que bloqueaban el paso y que el domingo retiraron vecinos de un lado y el otro de la frontera, "pero no por previsible deja de indignar a la gente de la Albera y la Marenda que utilizan la carretera por su actividad, y los que ven el impacto del bloqueo en su actividad económica", ha afirmado la entidad en un comunicado. El colectivo ha exigido la apertura de todos los pasos de frontera que el gobierno francés mantiene cerrados desde enero de manera "arbitraria". Además, la plataforma ha reivindicado que iniciativas como la del domingo "ponen en evidencia la incongruencia y la impopularidad del cierre": Mantener cerradas las carreteras va contra la actividad diaria de la población de la zona: contradice el espíritu de libre circulación europeo y el derecho al refugio", aseguraban entonces en un comunicado.
Cerrado
Este no es la primera vez que los vecinos de la Marenda y el Alto Empordà se rebelan contra la frontera. Un centenar de personas se manifestaron a principios de junio en la misma zona. Entonces, la Prefectura de Perpinyà abrió la frontera a petición del alcalde de Banyuls, Jean Michel Soler. La apertura, sin embargo, no duró más de 24 horas: la Prefectura retrocedió y rectificó explicando que se trataba de un "error administrativo". Arran de eso, colocaron piedras de grandes dimensiones con el fin de impedir el paso. Carles Lagresa, el alcalde de Espolla, el último pueblo antes del Coll, trasladó su decepción en esta manifestación y aseguró que no entienden por qué se mantiene cerrado este paso.
Formalmente, Francia argumenta la lucha contra el terrorismo y el tráfico de drogas y personas, pero Lagresa aseguró que estaba "más vigilado" cuando no había la frontera bloqueada. "Antes, cada cierto tiempo pasaba a la policía tanto en un lado como en el otro. Ahora por aquí se puede cruzar con moto o bicicleta y no hay vigilancia", explicó. Por eso, el alcalde pidió que se reabra después de recordar que se trata de un perjuicio por toda la comarca. "Por aquí pasa mucha gente que va a Figueres o a otras localidades. Es un perjuicio importante". Por su parte, el estado francés ha decidido ampliar el cierre de este paso y de dos más en la Cerdanya hasta el 30 de abril de 2022.