Maxi, Pili, Carmen y Antonia. Son la muralla humana de Oriol Junqueras, su ejército. Todos ellos vecinos de Sant Vicenç dels Horts, les ha unido la lucha por la libertad de su exalcalde. Son los impulsores del Free Junqueras, una plataforma surgida de la indignación por el encarcelamiento del líder de los republicanos y el resto de presos políticos. "La rabia que tenemos acumulada la tenemos que transformar en lucha", afirma uno de ellos, Maxi Calero, que además de ser uno de los impulsores de la plataforma es también amigo del vicepresident.
Los cuatro son el ejemplo perfecto de la Catalunya mestiza, plural y diversa, que no entiende de orígenes ni identidades. Y tampoco les hace falta. Maxi ha vivido casi toda su vida en Catalunya, pero es nacido en un pequeño pueblo de Extremadura, en Malcocinado. Ha trabajado durante casi veinte años en un matadero de pollos y después en el mundo construcción. Ahora, a punto de prejubilarse, se declara orgullosa e infatigablemente comunista.
También se declaran así Carmen y Antonia, 'Las Carmelas'. Las dos llegaron a Catalunya cuando eran muy pequeñas, después de abandonar Córdoba por la falta de trabajo y el hambre. Pili también es de Andalucía, pero en su caso de Jerez de la Frontera (Cádiz), y confiesa que ella hasta hace bien poco era socialista e iba a las manifestaciones del 12 de octubre cantando "viva España". Ellas han trabajado en fábricas y limpiando. "Somos kellys todas", dice Pili sonriendo, y añade: "Soy la Kelly, la que lo limpia todo, y ahora limpiaremos incluso al país".
España nos ha hecho independentistas
Están orgullosos de sus orígenes, de su tierra natal, donde todavía conservan parte de la familia y van allí a menudo. Después de todo lo que ha pasado, sin embargo, lo tienen claro. "España nos ha hecho independentistas", exclaman, después de confesar que es la "soberbia" del Gobierno y del españolismo lo que les haría ahora decantarse probablemente por la papeleta del sí en un referéndum. Los discursos de Oriol hicieron una parte, la represión y los "a por ellos", el resto.
Nos han citado en un restaurante del centro de la ciudad, en Cal Sagristà, uno de los restaurantes preferidos de Junqueras, para explicarnos qué hay detrás de las camisetas y pancartas de Free. A cada palabra que pronuncian rezuman vitalidad, ganas de lucha y mucho amor por su exalcalde. Entre risas, y también alguna lágrima, nos explican que la plataforma nació a raíz del miedo que tenía Neus, la mujer de Junqueras, de que el encarcelamiento le hiciera caer en el olvido.
Desde entonces han celebrado decenas de actos, entre los que destacan las paellas, los partidos de fútbol, y también las presentaciones del libro Fins que siguem lliures de Sergi Sol. Ahora están a punto de organizar una de gorda. El próximo día 11 de abril es el cumpleaños de Oriol. Hará 50, y sus amigos de Sant Vicenç le quieren preparar una fiesta. La fecha, además, es significativa: coincide con el pistoletazo de salida de la campaña electoral para las elecciones en el Congreso, donde Junqueras es cabeza de lista. De hecho, ERC también tiene previsto empezar la campaña aquí, en Sant Vicenç, con un acto aquella misma noche.
Sant Vicenç se está convirtiendo en el centro de la República. Hace años era imposible imaginar la hecatombe que está teniendo lugar en el Baix Llobregat
"Sant Vicenç se está convirtiendo en el centro de la República", asegura Maxi, que se muestra sorprendido de "la hecatombe que está teniendo lugar en el Baix Llobregat". Así, destaca el aumento significativo de votantes de ERC en pueblos como el suyo, pero también en Cornellà, Sant Joan Despí o Viladecans, y considera clave en este procés tanto la actitud del Gobierno como el hecho de que haya "personas capaces de convencer a los no autóctonos". En este punto, dice que el Estado ha sido "una máquina de hacer independentistas" y que "Oriol es el refugio de gente que se han quedado huérfanos", votantes tanto del PSUC como del movimiento comunista.
Él no se declara independentista como tal, sino que ve la independencia "como una herramienta para llegar a la república" y piensa luchar para conseguirla. En definitiva, se declara un luchador "de toda la vida" y recuerda que el movimiento comunista siempre ha estado a favor de la autodeterminación de los pueblos. También rechaza los discursos unionistas que aseguran que en Catalunya no se puede hablar castellano ―"todo mentira"― y añade: "los catalanes nacemos donde nos da la gana".
Los catalanes nacemos donde nos da la gana
Junto con tres amigos más ―Lolo, Domingo y Fran― fueron unas de las primeras visitas que recibió Junqueras en la cárcel, justo después de su encarcelamiento. Los cuatro ―dos de Extremadura, uno de Huelva y otro de Córdoba y de equipos de fútbol diferentes (del Madrid, del Betis y del Córdoba)― hicieron camino hacia Estremera para ver a su amigo. "La gente se esperaba que a Oriol lo fueran a ver a los 'catalanets", dice riendo y rompiendo todos los tópicos posibles, a lo que puntualiza: "Catalunya es otra cosa. Catalunya es diversa".
Ahora son ellos cuatro los que ayudan a Neus con los niños, Lluc y Joana. Son ellos los que se los llevan a jugar al futbolín, los que les llevan huevos kinder o los que escuchan como Lluc, el hijo mayor que ya tiene seis años, explica los avances que ha hecho en el aprendizaje de chino. "Eso lo tendría que hacer su padre", lamentan con tristeza.
Y es eso, este "injusto" encarcelamiento, lo que ha llevado a estos vecinos de Sant Vicenç dels Horts a llenarse de lazos y chapas por Junqueras y los presos. "Hay asesinos y maltratadores en la calle y ellos allí encerrados. No es justo", dice Carmen visiblemente afectada. También Antonia, con el corazón medio encogido, confiesa: "Yo siempre le decía que ni un paso atrás y después pensé 'madre mía, ni un paso atrás y mira ahora dónde está el pobre'".
Van a todas partes con sus complementos por los presos. Incluso a Andalucía, cuando van a ver a su familia. "No lo entienden. Lo ven como una ofensa", confiesa Carmen con cierta tristeza. "Me preguntan por qué lo llevo si yo soy andaluza. Yo nací allí, pero vine aquí porque no podía comer. Vinimos a trabajar, no me regalaron nada, pero sí que pude trabajar", defiende, a lo que la Pili y Antonia añaden que los catalanes les acogieron muy bien, les ayudaron e incluso algunas tiendas del pueblo les dejaban pagar las cosas a plazos si les faltaba dinero.
¿A por ellos? ¿A por quién? ¿A por mí que también soy andaluza? ¡No bonito, no!
Ellas no eran independentistas. Llevan el lazo por los presos, pero están indignadas por el hecho de que no se pueda hacer un referéndum, hasta tal punto que aseguran que ahora muy probablemente votarían que 'sí' a la independencia. "La soberbia que tienen hace más independentistas", exclama Antonia, que reconoce que una de las escenas que le ha dolido más de todo el procés fue escuchar a la gente de Andalucía gritar "a por ellos". "¿A por ellos? ¿A por quién? ¿A por mí que también soy andaluza? No bonito no", añade.
Con una carta de Oriol en la mano, Antonia explica que viendo el juicio por la televisión se enfada mucho, especialmente con las declaraciones de los guardias civiles, que ve completamente fabricadas. "Yo creo que la sentencia ya está dictada", reconoce. De hecho, todos lo ven así. En lo que no se ponen de acuerdo, sin embrago, es en cómo reaccionar después. Mientras que Pili es una firme defensora de cerrar puertos, aeropuertos y carreteras; Maxi lo pone en duda porque cree que no es eso lo que quieren los presos. "Quieren poner de manifiesto que el estado español es un estado en bancarrota y que no hay separación de poderes", exclama.
Si España gana este pulso, el retroceso que tendremos será bestial. Yo me marcharía a mi pueblo
"Si España gana este pulso, el retroceso que tendremos será bestial", alertan Antonia y Pili, que confiesan que si eso pasara, volverían a sus pueblos natales o, incluso, se plantearían irse al exilio. "Yo me marcharía. ¡Si se puede luchar no! Si se puede luchar, me quedaría aquí y lucharía tanto como hiciera falta. Pero si fuera lo que hay, me marcharía", reconoce Pili.
De momento, sin embargo, seguirán yendo a todas las manifestaciones que haga falta ―ya sean en Barcelona como en Bruselas, en Madrid o en las prisiones―, seguirán vendiendo camisetas y chapas para recaudar dinero para los presos y seguirán luchando desde el centro de "Tabarnia" ―como lo llaman ellos mismos― para "contrarrestar las historias que otros puedan dar".