Felipe de Borbón regresa este domingo a Catalunya, donde no había estado desde el 28 de agosto, cuando encabezó la manifestación de repulsa por los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils. Como ya es tradición, el Rey inaugurará una nueva edición del Mobile World Congress, el principal evento global que acoge la capital catalana. Pero en una situación desconocida en las últimas cuatro décadas, al Rey de España no lo recibirá ninguna autoridad catalana de primer nivel.
Las dos principales autoridades del país en estos momentos, el presidente del Parlament, Roger Torrent, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, encabezan un inédito plante institucional al jefe del Estado. Ni el uno ni el otro, como tampoco ningún miembro de la Generalitat (intervenida) participarán en la recepción oficial organizada por la Casa Real pero sí que estarán en la cena posterior, en el Palau de la Música, lo cual les permitirá mantener el compromiso político e institucional con el Mobile.
El motivo de la protesta no es otro que poner de manifiesto, ante el jefe del Estado, que la situación política, institucional y social del país, con líderes políticos presos y exiliados, dista mucho de la "normalidad". Una denuncia institucional que también se verá reflejada con protestas en la calle, incluida la convocatoria de la cacerolada-claxonada "más grande que se ha oído nunca". Òmnium y la ANC ya han hecho un llamamiento a la ciudadanía a participar.
El clima es de alta tensión. Como ya se vio el viernes en el Col·legi de l'Advocacia, cuando la cúpula judicial plantó a Torrent después de que el presidente del Parlament se refiriera a los presos políticos ante el ministro de Justicia, Rafael Catalá. Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación de alejamiento primero y después ruptura total entre las instituciones catalanas y la monarquía española?
El Mobile de Puigdemont y Junqueras
Ahora hace un año, Felipe VI fue recibido por todas las autoridades del país en la apertura del Mobile. En las diferentes recepciones, la cena de gala y la inauguración oficial de la gran feria tecnológica, participaron el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, el vicepresident, Oriol Junqueras, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y, por descontado, la anfitriona del Mobile, la alcaldesa Colau. Era un momento de calma tensa: el proceso independentista empezaba a quemar etapas, pero las decisiones clave todavía no se habían tomado. Había todavía margen para explorar algún tipo de acuerdo.
En el 2017, y a pesar de la frialdad entre Barcelona y Madrid, incluso hubo momentos para la empatía: aquella imagen de Junqueras haciendo sitio a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría para la foto oficial de grupo con el monarca. Un año después, el paisaje no tiene nada que ver: el gobierno de Puigdemont fue cesado en aplicación del 155 a raíz del referéndum del 1 de octubre y la proclamación de la República catalana del 27 y el president está ahora en el exilio en Bélgica, con 4 consellers más, mientras que Junqueras está en la prisión, al igual que el también conseller Quim Forn -responsable, junto al major de los Mossos Josep-Lluís Trapero del desmantelamiento del comando del 17-A- y los líderes soberanistas Jordi Cuixart y Jordi Sànchez.
Catalunya no ha conseguido ser reconocida como Estado independiente, pero la España de Felipe VI tiene presos políticos y el monarca ha tenido un papel protagonista en el estado de cosas que ha conducido a donde estamos. Al menos así lo considera la mitad de la población catalana, la que el 21-D volvió a dar apoyo a los partidos independentistas, que revalidaron la mayoría absoluta en el Parlament. Una mayoría que, no obstante, no puede (re)investir legalmente al president legítimo: Puigdemont. Legítimo no por legitimista sino porque es quien tiene más apoyos de la Cámara para volver a presidir a la Generalitat de Catalunya.
Los tres mensajes del Rey sobre Catalunya
Son tres mensajes reales los que explican los porqués de la ruptura. Media Barcelona y media Catalunya no perdonan a Felipe VI el discurso del 3 de octubre del 2017, en que, dos días después de la brutal represión policial del referéndum, no sólo obvió toda referencia a los heridos -más de 1.000, según los responsables de Sanitat- sino que situó el Govern y media Barcelona y media Catalunya fuera de la ley. Lejos de ejercer el papel arbitral y moderador que le otorga la Constitución, el jefe del Estado validó con su silencio la violencia policial indiscriminada, como acreditan las imágenes que dieron la vuelta al mundo. Y dio su visto bueno a la posterior intervención de la autonomía por parte del gobierno de Mariano Rajoy, con el apoyo de sus aliados del PSOE y Cs, invocando "la responsabilidad de los legítimos poderes del Estado de asegurar la orden constitucional".
En el tradicional mensaje de Navidad, una vez celebradas las elecciones del 21-D convocadas por Rajoy con el resultado del batacazo monumental de los partidos del 155, aunque Cs fue la primera fuerza, el Rey no se privó de advertir al futuro gobierno catalán de las consecuencias de perseverar en el camino iniciado, aunque interrumpido.
Cero gestos. Y todavía volvió, el 25 de enero, en el foro económico de Davos (Suiza), donde, ante la élite mundial y talmente como si fuera un Mariano Rajoy o un Albert Rivera en una convención de partido, justificó el 155 y la política aplicada a Catalunya para garantizar "el imperio de la ley".
El resultado de todo ello, y que hoy tendrá su expresión en la tensión institucional en la apertura del Mobile, es que la monarquía española sufre la peor crisis en la relación con Catalunya de los últimos 40 años. Nunca la figura del rey de España había sido tan abiertamente cuestionada en el país. No son pocos los que observan que, mientras su padre, Juan Carlos I, pasó a la historia la noche del 23-F por haber parado un golpe de estado franquista después de negociar con los jefes del ejército, Felipe VI ni siquiera ha intentado mediar en la crisis catalana. El Rey se ha dedicado a leer discursos de parte, o, según se ha llegado a denunciar, a presionar empresas como la Seat para que se marcharan de Catalunya.
No consta ningún otro tipo gestión del jefe del Estado ni siquiera en las horas cruciales que precedieron la decisión de Puigdemont de no convocar nuevas elecciones y activar la Declaración de Independencia del 27 de octubre. Y por eso no sorprende que el independentismo, y el mismo presidente Puigdemont, que conoce a los reyes Felipe y Leticia desde su etapa de alcalde en Girona, ciudad sede de la Fundación Princesa de Girona, haya llegado acusar a Felipe VI de haberse puesto al frente de las tropas del "¡A por ellos!". El grito infame con que muchos ciudadanos españoles animaban a los policías y los guardias civiles que se trasladaron a Catalunya para reprimir el referéndum del 1 de octubre.
Como mantener el equilibrio
Ahora bien: ¿cómo mantener el equilibrio entre la protesta institucional legítimamente planteada desde el independentismo y la alcaldía de Barcelona y la necesidad de preservar un clima propicio a la siempre delicada continuidad del Mobile en la capital catalana? El debate estalló esta semana con la decisión del secretario de Tecnologies de la Informació de la Generalitat, Jordi Puigneró, que anunció su negativa a asistir a los actos inaugurales del MWC por la presencia del monarca.
Puigneró señaló una opción -el plante total al Rey- coincidente, por descontado, con la de los miembros de la CUP en el Ayuntamiento, pero también con la anunciada por el jefe del grupo de ERC, Alfred Bosch. En cambio, el exalcalde y jefe del grupo del PDeCAT, Xavier Trias, apuntó que acudiría a la cena de gala con el monarca en el Palau de la Música pero exhibiría el lazo amarillo como en señal de protesta por los presos políticos. Sin ir más lejos, y al lado de Junqueras, el otro miembro del Govern cesado por Rajoy todavía en prisión es el ya citado Joaquim Forn, conseller de Interior y mano derecha de Trias en el Ayuntamiento.
Coherent i compromès @jordiPuignero
— Míriam Nogueras (@miriamnoguerasM) February 23, 2018
(Secretari de Telecomunic. de la Generalitat)
No asistirà a la inauguració del MWC on hi haurà el Rei d'Espanya.
"El MWC és molt més q un acte d'inauguració i un sopar de gala" és PROGRÉS, tot allò que NO represententa el 155.#GRÀCIES https://t.co/VeyaXo9sPu
La posición de Trias, que evita el boicot directo al monarca, no fue bien recibida en sectores de su partido. La diputada en el Congreso Míriam Nogueras alabó a Puigneró: El MWC -tuiteó- es mucho más que un acto de inauguración y una cena de gala. Es progreso, todo lo que no representa el 155". Pero tampoco ni en el espacio de ERC ni en el de los comunes reinaban las unanimidades, como lo demuestra el hecho de que tanto la alcaldesa como el presidente del Parlament hayan aclarado su posición este sábado, tan sólo 24 horas antes de la llegada del jefe del Estado a Barcelona.
Albano Dante-Fachin, exsecretario general de Podem que este sábado ha visitado a Junqueras en la prisión d'Estremera, interpelaba a Colau y Torrent de manera muy directa este jueves desde su cuenta de Twitter:
Irán a comer con él, a hacerse la foto y a guardar protocolo las dos más importantes autoridades legítimas de nuestro país? Participarán Ada Colau y Roger Torrent en esta "visita" con la que Felipe quiere mostrar al mundo que vivimos en "territorio conquistado"?
— Albano-Dante Fachin (@AlbanoDante76) February 23, 2018
A Puigneró se han sumado este sábado, dos altos responsables más de la Generalitat (intervenida) que no asistirán a los actos del Mobile con presencia del Rey. Son Pau Villòria, secretario general de Empresa y Joan Aregio, secretario de Competitivitat. La alcaldesa y el presidente del Parlament han encontrado una posición de equilibrio entre la vía Puigneró-Bosch (el plante total) y la presencia crítica (la seguida por Trias). Participarán en la cena en el Palau de la Música y en la inauguración del Mobile, pero plantarán al monarca en las recepciones organizadas de acuerdo con el protocolo de la Casa Real.
La vía intermedia, pactada por Torrent y Colau, les permitirá representar institucionalmente a por lo menos el 54,96% de la población catalana que, según los resultados del 21-D, rechaza las violaciones de derechos básicos a raíz del proceso independentista, y, a la vez, al resto, dado que coincidirán con Felipe VI en la cena de gala. Y, naturalmente, les permitirá expresar su total apoyo al Mobile y los millares de empresas y emprendedores catalanes, españoles y de todo el mundo que lo hacen posible.
Casualidad o no, participarán sin ninguna reserva en los actos con presencia del jefe del Estado los representantes de los partidos del 155 en el ayuntamiento de Barcelona: el PP, el PSC y Cs.