La dimisión de Juan García-Gallardo, uno de los líderes más destacados de la última era de Vox, ha vuelto a abrir la caja de pandora de la crisis interna en el partido de ultraderecha. Este lunes García-Gallardo presentó su renuncia a todas sus funciones dentro de la formación, es decir, presidente de Vox en Castilla y León y portavoz en las Cortes regionales, así como la dirección nacional. La decisión del líder en Castilla y León se ha gestado en solo 72 horas y, siguiendo la línea que otras figuras destacadas del partido, García-Gallardo se ha despedido con reproches, de nuevo, hacia la cúpula de Abascal, acusándolos de evitar "pluralidad de liderazgos y carismas" y, según apuntaba en su carta, para "ocupar cada vez más espacios en detrimento de los otros".
La dimisión de García-Gallardo se empezó a gestar el pasado viernes, cuando Vox anunció la expulsión de dos procuradores de la comunidad que lideraba, por haber cargado contra el partido exigiendo más democracia interna y volvió al grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderado por Giorgia Meloni (ahora pertenecen a los Patriotas por Europa, de Viktor Orbán). Vox afirmó que la decisión venía del grupo parlamentario en Castilla y León, pero realmente venía avalada por una directriz del vicepresidente de Vox, Ignacio Garriga, quien exigió a García-Gallardo que tenía que acatar el orden. A pesar de que Gallardo no se negó frontalmente, el punto más álgido del enfrentamiento llegó el domingo. Según relata el ABC, tuvo una discusión telefónica con "gritos y amenazas" en la que Garriga le dejó claro que o firmaba la expulsión de los dos procuradores o lo sustituirían como portavoz.
Discrepancias con la cúpula de Vox
Durante el fin de semana, García-Gallardo meditó qué decisión tomaba. Con este enfrentamiento con la cúpula nacional sobre la mesa, se puso en contacto con parte del comité ejecutivo nacional de Vox, que también han abandonado a Abascal durante los últimos años, y según apunta El Mundo, estuvieron aconsejando García-Gallardo hasta a última hora del domingo. Este lunes tenía que presentar formalmente la expulsión de los procuradores y había convocado una rueda de prensa a las 10:15 horas que, finalmente, Vox tuvo que desconvocar sin dar explicaciones. García-Gallardo había decidido no firmar el documento y, por lo tanto, desobedecer las órdenes desde la sede de Bambú y abandonar todos sus cargos en Vox. Poco antes de hacer el anuncio a través de las redes sociales comunicó su decisión en la sede nacional.
La salida de García-Gallardo es consecuencia de una relación desgastada con la cúpula de la formación, especialmente después de que Abascal lo obligara a salir del gobierno autonómico, donde ocupaba la vicepresidencia. Sin embargo, desde la dirección nacional justifican su dimisión a consecuencia de una crisis interna en Castilla y León previa a la ruptura con el PP. Según señala El Mundo, a García-Gallardo le costó asumir ocupar el cargo de "solo" líder parlamentario y las "formas bruscas" con sus compañeros hacían el ambiente irrespirable. La mayoría del grupo se distanció de García-Gallardo, que incluso planteó a Ignacio Garriga una remodelación del grupo y promocionó, precisamente, a los dos procuradores que le obligaban a expulsar: Ana Rosa Hernando y Javier Teira. La dirección nacional le negó la petición y le pidió esperar a la configuración de la lista electoral de cara en 2026. Así pues, según señalan varias fuentes, el último enfrentamiento con Garriga ha sido solo la gota que ha colmado el vaso. El mismo García-Gallardo criticaba en su carta la gestión interna: "Entré en un proyecto unido, pero amplio, en el cual existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas. Esta situación ha cambiado. La dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los otros".