Las negociaciones entre el PSOE y el independentismo catalán para aprobar una ley de amnistía que ponga a cero el contador judicial del procés ha despertado las facciones más radicales de las organizaciones ultras. Dominadas por la batuta de Vox y animadas por terminales mediáticas afines, los grupos violentos se han hecho suyas las manifestaciones que desde hace una semana se concentran cerca de la sede del PSOE en Madrid, en la calle Ferraz, desplegando un repertorio de violencia de calle contra la policía española en unas escenas inéditas desde la Transición española. Ni por el qué ni por el cómo, sino por el quién. El paradigma de la exaltación ha cambiado en el último lustro gracias a la cobertura discursiva que han proporcionado tanto el Partido Popular como Vox, contribuyendo a exaltar los ánimos hasta el punto que la furia ultra ha hecho la demostración de fuerza mayor que se recuerda desde el final de la dictadura franquista.
En más de 40 años de democracia, las acciones violentas ultras de la extrema derecha en el Estado se habían reducido a capítulos de ira puntual, a ataques perpetrados contra independentistas catalanes y vascos, contra comunistas y contra personas vinculadas al movimiento LGTBI. "Rojos", "maricones", "guarros" y "separatas" han sido el blanco de la furia reaccionaria y, en este sentido, a la década de los 90, los cabezas rapadas hacían y deshacían por las calles. Conviene recordar el asesinato transfóbico de Sonia Rescalvo, una mujer trans que murió apalizada por seis skinheads neonazis en el Parc de la Ciutadella de Barcelona en 1991, o el asesinato del independentista Guillem Agulló a manos de militantes de extrema derecha en un municipio de Castellón, en el País Valencià.
Las expresiones neofascistas se habían articulado en partidos residuales como Democracia Nacional, la Falange Española, España 2000 o Movimiento Social Republicano, formaciones con una presencia casi inexistente en las instituciones -tan solo algún concejal en el País Valencià-. Con el paso de los años y a partir de la irrupción de Vox, el movimiento ha cogido impulso y ha encontrado en el partido de Santiago Abascal un discurso catalizador con el cual identificarse a partir de valores conservadores, católicos y en algunos casos partidarios del golpismo para derribar la estructura democrática.
Ahora bien, el avance del movimiento independentista en Catalunya ayudó a la movilización de las filas, sobre todo desde el otoño del 2017, simbolizada por el referéndum del 1 de octubre. Este es el contexto, aunque el caldo de cultivo de emergencia nacional lo ha alimentado sobradamente tanto el Partido Popular como Vox. Desde que Pedro Sánchez empezó a gobernar en 2020, la derecha y la extrema derecha han contribuido a abastecer el clima de la "España se rompe". Con respecto al PP, primero Pablo Casado y después Alberto Núñez Feijóo han deslegitimado los acuerdos del PSOE con los independentistas catalanes, restante validez al gobierno progresista y sus alianzas parlamentarias.
Las dudas del PP con la violencia
Los indultos, la reforma del Código Penal derogando la sedición y modificando la malversación y ahora la amnistía han sido gasolina para argumentar que el PSOE se está arrodillando delante de Esquerra Republicana y Junts per Catalunya. En esta estrategia de agitar conciencias y remover los intestinos, el dúo formado por Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar se han mostrado implacables en este afán. con discursos subidos de tono que han marcado el paso indiscutiblemente a los líderes de la derecha española. En este contexto se tienen que enmarcar las declaraciones del expresidente Aznar hace más de una semana sentado al lado de Feijóo, en el momento en que se estaba descoyuntando el pacto PSOE-ERC y se avanzaba decididamente hacia el de Junts. Con un tono inquietante, el referente ideológico del PP dio la orden: "El que pueda hacer que haga. El que pueda aportar que aporte. Y el que se pueda mover, que se mueva". Y el que quería entenderlo, lo entendió.
Dicho y hecho. Unas horas más tarde la Audiencia Nacional, con el juez Manuel García Castellón al frente, puso en marcha la maquinaria para imputar a Carles Puigdemont y Marta Rovira por el caso del Tsunami Democàtic, con la ayuda inestimable de un informe de la Guardia Civil. La palabras que apuntaban un camino tuvieron una réplica en las calles, casi de forma inmediata. A través de las redes sociales se empezaron a organizar manifestaciones a las puertas de la sede del PSOE, en la calle Ferraz en Madrid. Con apariciones estelares como la de la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre -que ayudó a cortar Ferraz al tráfico el primer fin de semana- el camino todavía es más fácil.
De hecho, las escenas violentas han descolocado también al Partido Popular hasta el punto de expresar ciertas dudas a la hora de condenarlas. La primera reacción de Feijóo ante los disturbios resultó ser más bien tibia haciendo culpable a Pedro Sánchez del "malestar social" que encendía las calles. El máximo dirigente del PP acabó condenando la violencia y haciendo un llamamiento a la manifestación "pacífica y serena". Y en este contexto, Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a entrar a la carrera y se ha adelantado dos veces a Feijóo a la hora de capitalizar la opinión del Partido Popular: primero en el rechazo a los disturbios y después fijando posición en torno al pacto PSOE-Junts para investir a Pedro Sánchez, a quien acusó de querer "colar una dictadura por la puerta de atrás.
Las marcas juveniles de Vox que organizan de las manifestaciones
Tampoco hay que olvidar el papel inestimable de Vox, el partido promotor e instigador de la revuelta de calle y que ha hecho llamamientos a la "resistencia civil" en contra de los planes| de Pedro Sánchez. Mensajes destinados a garantizar una respuesta contundente en el asfalto que Santiago Abascal ha combinado |llamando a rebelarse contra el gobierno central a la policía nacional que estos días custodia el centro de operaciones del PSOE. El líder institucional de la extrema derecha pidió a funcionarios públicos como los agentes de la autoridad que "no obedecieran órdenes ilegales" dictadas por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Las movilizaciones en el barrio de Moncloa de la capital madrileña (zona universitaria por excelencia a causa de la proximidad a la Universidad Complutense) se han hecho crónicas y han abrazado la violencia la mayoría de los días en el tramo final, a cargo de grupos de neonazis a quienes nadie controla. Las concentraciones han acabado con decenas de detenidos por desórdenes públicos, enfrentamientos entre policías y manifestantes, pasacalles, lanzamiento de objetos, petardos, sillas y quemando mobiliario urbano, y los agentes disparando pelotas de gomas y repartiendo porrazos para dispersar a los concentrados. Cabe decir que una parte de la manifestación acostumbra a recriminar a los descontrolados la actitud desafiante y provocadora, cantándolos "violencia no". Pero la rabia se ha acabado imponiendo. En primera fila, tan pronto como llegan jóvenes con la cara tapada, es habitual que canten el himno de la Falange o el 'Cara al sol' o alcen el brazo al estilo nazi, al margen de las banderas españolas con el escudo franquista o banderas carlistas.
La promoción ideológica de las manifestaciones va a cargo de Vox, aunque la formación de Abascal ha construido una red de organizaciones secundarias que están orquestándolo todo, con el apoyo incondicional de influencers ultras como Alvise o Desokupa. Las convocatorias se traman en las redes sociales, como X, Telegram o Whatsapp, y las instiga la órbita civil de Vox. La más destacada es Revuelta, considerada la marca juvenil de la extrema derecha, una entidad de nueva creación que se presenta como un "movimiento juvenil que busca alimentar el espíritu revolucionario de la juventud patriótica". La organización, de quien se desconoce la fuente de financiación, se desentiende de vínculos con cualquier partido, aunque Vox le reservó un espacio privilegiado en su acto de presentación. Ante 100.000 personas en la manifestación de Colón en contra de la amnistía el 29 de octubre, su único portavoz, César Pintado, afirmó que representaba a "los jóvenes de espíritu ardiente" que tienen el objetivo de "librar sin condiciones la batalla" contra los independentistas y la izquierda. Revuelta se mueve en las redes sociales, en las calles y en las universidades.
En esta amalgama civil también figura Plataforma 711, que apuesta para defender "los valores cristianos" y de "la reconquista". De hecho se denomina 711 en referencia al "fatídico año en el cual se produjo la invasión de la Península Ibérica por parte del islam". La estrategia de Vox es utilizar estas organizaciones fantasma para hacer mover las convocatorias a las calles y, de esta manera, se puede desentender en caso de que se produzcan escenas de violencia. Vox ha dicho que apoya a todas las manifestaciones contra los pactos de Sánchez, aunque Abascal añadió: "Si no es pacífica, no es nuestra". Cada vez que hace acto de presencia le reciben con aplausos.