El diputado catalán de Vox Ignacio Garriga, encargado de defender la moción de censura contra Pedro Sánchez que se debatirá el miércoles y jueves en el Congreso de los Diputados preparará su discurso en un espacio muy peculiar, en el recinto religioso del llamado Cerro de los Ángeles, una colina situada a Getafe (Madrid), donde tuvo durante la Guerra Civil el episodio simbólico del fusilamiento de una gran figura de Cristo crucificado.
A diferencia del discurso de otros partidos de derechas, que pretenden dar por olvidada la Guerra Civil y lo enmascaran en conceptos tan bienintencionados como falsos como que no hubo vencedores ni vencidos o que todo quedó olvidado con la supuestamente ejemplar transición a la democracia, en Vox no esconden sus simpatías y complicidades con el bando fascista que provocó y ganó en aquella guerra. Ultraderecha eran y ultraderecha son y en este contexto no sorprende que Garriga tire de nostalgia guerracivilista para preparar su discurso y, ya que está ahí, rezar.
Que Garriga se cierre hoy en el recinto religioso del Cerro de los Ángeles encaja pues con el discurso ultraderechista de Vox y su particular visión de la historia de España, llena de hazañas bélicas, conquistas y reconquistas, tercios de Flandes, reyes católicos y listas de monarcas visigóticos siempre en nombre de la cristiana y evangelizadora España y su unidad de destino universal.
¿Que pasó en el Cerro de los Ángeles?
El episodio del Cerro de los Ángeles pasó justo al principio de la Guerra Civil. El mismo día que el golpe de estado militar se extendió a la península, el 18 de julio de 1936 cinco madrileños católicos se quedaron de guardia en la colina, donde se alzaba una gran cruz que simbolizaba el catolicismo español en un punto considerado como el centro geográfico de España -en eso los geógrafos no se ponen de acuerdo.
El día 23, milicianos republicanos tomaron el control de la zona, fusilaron a los cinco defensores y seguidamente, en un acto de propaganda, fusilaron también la gran cruz con cristo crucificado -la posterior leyenda aseguró que ninguna bala tocó la figura. Poco después la dinamitaron y tiraron al suelo.
Acabada la guerra, el nuevo régimen decidió reconstruir el monumento y lo convirtió en un símbolo de la resistencia religiosa en aquello que denominaron la 'barbarie encarnada'. La presencia de Garriga se convierte pues en un símbolo del discurso de Vox, decidido a mantener la mística que convirtió la Guerra Civil en una defensa encendida de la religión católica.