A la tercera va la vencida. La crisis de gobernabilidad en el Ajuntament de Girona se ha cerrado con un acuerdo de gobierno in extremis entre CDC y PSC. El acuerdo implica la dimisión del efímero alcalde Albert Ballesta y ha generado un terremoto en la política municipal gerundense que se ha trasladado a las estructuras de partido nacionales.

El PSC se apunta el triunfo de la gobernabilidad en Girona

Horas después de confirmarse la dimisión de Ballesta, tal como avanzó en primicia El Nacional, los socialistas han mostrado la satisfacción del PSC por el acuerdo alcanzado. “Celebramos que Girona tenga un gobierno estable y un acuerdo de buen gobierno", ha apuntado la portavoz de política municipal, Eva Granados. La socialista se ha referido al PSC como la base sólida de la política catalana que "cuando extiende la mano, lo hace por la estabilidad y el buen gobierno".

Esquerra, rebotada

Nada que ver con la reacción de Esquerra, con quién Convergència negociaba un acuerdo para aprobar el cartapacio municipal y que, según los republicanos, estaba a punto de cerrarse. La edil republicana Maria Mercè Roca ha lamentado haber conocido “por la prensa la ruptura de las negociaciones" y ha criticado “el tono" usado por Ballesta en su despido, en qué ha cargado contra ERC-MES.  Ha acusado a la oposición que lidera este partido de “demagogia" y “populismo". La concejala ha reprochado a Ballesta que habían acordado "lealtad por las dos partes" y que el ya exalcalde la ha roto. Roca ha lamentado "las formas" y ha criticado las declaraciones de Albert Ballesta, en las cuales ha considerado que ERC-MES boicoteaba las conversaciones y planteaba propuestas inasumibles.

El PP, estratégico

Por su parte, el portavoz del PP, Enric Millo, ha aprovechado para cargar contra CDC y ha tildado de “lamentable el espectáculo que ha dado en Girona". Tras recordar que Albert Ballesta era el número 19 de los convergentes en la ciudad, ha apuntado que su dimisión hace hacer "el ridículo a todos los gerundenses y que la ciudad no se lo merece. Los gerundenses lo castigarán", ha sentenciado.

Cogiendo el guante de Millo pero en clave estatal, la vicepresidenta de Estudios del PP, Andrea Levy, ha aprovechado la ocasión para denunciar que los socialistas hacen el “doble juego”: "No puede ser que digan una cosa aquí en Catalunya y otra en el resto del Estado. No puede ser que Sánchez niegue que en Catalunya pacta con los independentistas. Si no hace nada, lo que tiene que decirnos a todos los españoles es que está de acuerdo con el proceso independentista. Esto no va de ser presidente a cualquier precio”. Levy se refiere a la adhesión de algunos muncipis gobernados por los socialistas a la Associació de Municipis per la Independència (AMI), como es el caso de Girona.

Levy también ha atacado a Ciudadanos. Ha definido a la fuerza naranja como “socio del PSOE” y la ha convertido en cómplice. “Ciudadanos tendrá que responder de por qué el partido socialista pacta en los ayuntamientos con los independentistas”, ha advertido.

Ciudadanos, de puntillas

En este sentido, Ciudadanos se ha limitado a decir que las negociaciones en Girona se rompieron por la negativa del partido naranja de subir el sueldo del alcalde y han restado importancia al acuerdo entre socialistas y convergentes: “no es un pacto de gobierno sino un cartapacio para iniciar el mandato”, ha dicho el portavoz Fernando de Pàramo.

Govern, respeto absoluto

Otra de las reacciones esperadas era la del Govern. La portavoz Neus Munté ha remarcado que “las dinámicas locales son diversas” y ha asegurado que no presupondrá “cambios en las relaciones y sinergias de los partidos en el Parlament de Catalunya”. Cabe recordar que el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, había confiado personalmente la alcaldía a Ballesta. Desde el ejecutivo catalán han reiterado que no es un tema que se haya abordado en el Consell Executiu de este martes y que tampoco hay previsión de hacerlo.