El Gobierno ha aprobado este lunes dar luz verde a la declaración de impacto ambiental (DIA) que tiene que permitir sellar definitivamente y abandonar los pozos del proyecto Castor. Casi tres años después del inicio de los trámites administrativos, Enagás podrá empezar a desmantelar de manera definitiva los almacenes del Castor, que desde el 2016 estaban inutilizados con unos sellos provisionales, que tenían una caducidad de entre dos y cuatro años. La DIA prevé instalar 37 tapones en los 13 pozos, a través de una unidad de operación. En concreto, para 22 de estos será necesario utilizar la perforación mecánica, mientras que para los 15 restantes se harán detonaciones en el subsuelo marino. Hace tres años, Enagás previó que esta operación tendrá un coste de unos 70 millones de euros.
Las fases del sellado de los pozos
La DÍA ha previsto que el proyecto se llevará a cabo en tres fases diferentes. La primera será la de aproximación y posicionamiento de la plataforma de operaciones, que se tendrá que anclar en el fondo marino en una lámina de agua de unos 60 metros, junto con la misma plataforma Castor con tres patas metálicas autoelevables y cuatro anclas.
Con respecto a la siguiente fase, consiste en ejecutar el sellado y abandono definitivo de los pozos, y la retirada de los tapones temporales. También se limpiará el fluido "detectado en el 2015 que impregna las paredes interiores de los pozos" para asegurar que el cemento se adhiera. Asimismo, Enagás apuntó, en aquel momento, la existencia de restos de petróleo en los pozos de producción. Esta fase, según ha informado la ACN, es la más complicada y se dividirá en cuatro etapas diferentes.
En la última fase, se restaurará el fondo marino y se efectuará la desmovilización, con la retirada de las cañerías que conectan a las cabezas de los pozos con el fondo, comprobando su estado con un vehículo operado de forma remota, así como de las cabezas de pozo instaladas en la plataforma de pozos. También se retirará la plataforma de operaciones, los equipos y el personal.
Riesgos en el desmantelamiento
En el documento del proyecto, se señala que el principal riesgo previsto es el posible vertido de hidrocarburos, asociado a la rotura de un tanque de la Jackup MODU de operaciones; un vertido de restos de crudo asociado a un 'blowout' de gas en superficie durante tres días, o el vertido mientras se provee de combustible la estructura de operaciones. Aunque Enagás ha dejado claro que es un riesgo "bajo", el parque natural del Delta del Ebro ha advertido que un vertido accidental de hidrocarburos podría llegar a la costa del espacio natural, causando un daño "muy serio".
En caso de situación accidental, también se podrían generar seísmos por la inyección de fluidos en el interior de los pozos. No se descarta esta posibilidad, ya que habrá cambios de presión en el yacimiento y eso aumenta el riesgo de sismicidad. Asimismo, tampoco se descarta que las detonaciones en algunos de los tapones también eleven este riesgo.