"Hay que calificarlos de golpistas". Luis María Anson lo tiene claro y así lo publica hoy en El Mundo en un artículo titulado "Puigdemont y la fuerza". El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, "el pobre Arturo Mas y sus lacayos" no sólo han cometido un "delito de sedición", sino que también "están perpetrando un golpe de estado". Este es el nuevo argumento que se está poniendo de moda entre los contrarios al proceso, que, incluso, llegan a decir que "si dispusieran [el Govern] de carros de combate y organización militar, este golpe de estado que prepararían pasaría de incruento a violento".

Y no sólo eso. El también miembro de la RAE tiene claro que si tuvieran la fuerza "quizás la utilizarían para imponer, totalitariamente, la secesión de Catalunya". Anson no se corta ni un pelo, pues, a la hora de afirmar por activa y por pasiva que "algunos dirigentes catalanes están instalados a la sedición y el golpismo" y, como está convencido, exige que "respondan por sus delitos", entre otros, "robar" a los catalanes. De hecho, ayer ya escribía en El Imparcial —diario que dirige— que "Arturo Mas sabe muy bien qué ha hecho, sabe que puede acabar entre barrotes, no por secesionista, sino por las corruptelas que Germà Gordó tiene en sus manos denunciar".

En medio de este intríngulis se encuentra Puigdemont, a quien acaba definiendo como un "político de tercera división [...] que tiene la desvergüenza de preguntarle [a Mariano Rajoy] si utilizará la fuerza para evitar el secesionismo".

Lavado de cerebro

A página entera, José María Carrascal opta por hacer una encuesta entre sus "amigos catalanes", una encuesta de la que acaba deduciendo que "no será fácil que [los catalanes] renuncien a ser diferentes (superiores)" y que, además, le ha hecho ver que hay un punto común entre todos: el "pesimismo" que, asegura, "dominó sus respuestas".

Explicando que hay dos bandos -los que atribuyen la culpa al gobierno español y los que lo hacen en catalán "por haberse metido en una piscina vacía", Carrascal ha soltado que lo peor que ha sufrido la ciudadanía en Catalunya es "el lavado de cerebro al que han sido sometidos los catalanes durante cuatro décadas", en un momento en que -siempre según sus palabras-" unos líderes nacionalistas que se presentaban como separatistas con todos los medios de comunicación y enseñanza a su disposición, que convencieron a la población de su rasgo diferencial respecto al resto de España, con carta blanca de unos gobiernos centrales que necesitaban de vez en cuando de sus votos".

Hablar de referéndum es, por el periodista citado, motivo para crear un "trastorno bipolar" a los catalanes, que, quiere subrayar, "reconocen que no está previsto en la Constitución y que haberlo planteado a la brava fue un error".

Las vírgenes de Casanovas

El artículo de Pablo Planas en Libertad Digital va en la misma línea que el de Anson poniendo encima de la mesa que el principal problema del president es que "cante" Gordó, pero también lo es que la exministra de Justícia de José María Aznar entre 1996 y 2000, Margarita Mariscal de Gante, supervise en primera instancia la investigación del Tribunal de Cuentas para determinar si, al organizar el 9-N, "los cuatro fantásticos" cometieron malversación contable.

Refiriéndose históricamente a quien fue conseller en cap de Barcelona entre 1713 y 1714, Rafael Casanova, Planas recuerda que murió en la cama casi 30 años después del 11-S de 1714 y asegura que mientras "miles de personas murieron por culpa de su fanática obstinación y criminal conducta, él, después de una ligera convalecencia, volvió a lo suyo, tan tranquilo y desahogado".

Ahora, sin embargo, Puigdemont tiene que salir adelante con la promesa que hizo a la ciudadanía de Catalunya. "Se entiende que los presidents de la Generalitat se encomienden a Casanova", expone, al mismo tiempo que añade que "no consta que tenga vírgenes a su despacho", pero recuerda que "ha comprometido su palabra" y que "ya no puede dar marcha atrás". Eso sí. Planas no se olvida de volver a poner el miedo en el cuerpo a los funcionarios, a quienes afectaría, principalmente, la independencia.

El Govern contra Catalunya

Ni han querido dialogar nunca con el Estado, ni han querido escuchar a la ciudadanía. La Razón vuelve a virar en redondo y acusa al Govern de estar cerrados a hablar con los de Mariano Rajoy y señala que el ejecutivo español no utilizará la fuerza, ni medidas coercitivas para impedirlo, sino que utilizará "la fuerza de la ley".

Eso pasaría, entre otros, por suspender a Puigdemont que, como ya apuntaba Planas, considera que "la intentona de ahora no tendría que tener mayores consecuencias que la del 9-N". Pero mientras tanto y siempre a opinión del diario citado, el PDeCAT "puede quedar en la marginalidad política" y ERC "ve próximo el momento de situarse como fuerza central del nacionalismo catalán y llegar a la Generalitat". Y, en medio de todo eso, queda la ciudadanía.

Toni Bolaño, en otro artículo, aprovecha, además, para dejar claro que el "plan separatista" está en manos de Ada Colau, decida, finalmente, aquello que decida que, de momento, no está nada claro.

El FCB, símbolo del procés

Convencido de que el Barça se ha convertido "en un instrumento y un símbolo del procés", José María Marco quiere enviar un mensaje claro y escribe (también en La Razón) que el club "no saldrá indemne de la aventura en que se ha metido".

Mientras tanto, asegura, "el Real Madrid, que no es un símbolo partidista, representa muy bien las virtudes deportivas clásicas: esfuerzo, la competitividad, el trabajo en equipo...".