El acuerdo sobre el traspaso de Rodalies cerrado este jueves entre ERC y PSOE para allanar la investidura de Pedro Sánchez no será un camino sencillo, sino más bien la apertura de un proceso de negociación donde prácticamente habrá que establecer los términos del traspaso "vía a vía, estación a estación", según han detallado fuentes del Govern poco después de cerrarse el acuerdo. En líneas generales, el acuerdo tiene tres ejes principales: el económico, la prestación de servicios y la titularidad de las infraestructuras ferroviarias, pero para llegar al objetivo político de conseguir que "Renfe deje de operar el servicio de Rodalies" habrá que abrir una etapa, que se prevé larga, de negociación con el Estado, para definir cuál será el ámbito final de un traspaso que se quiere "íntegro e integral", pero que finalmente incluirá muchos detalles que todavía se tienen que definir.
Por eso, aunque la letra del acuerdo es muy específica en algunos aspectos, como la forma de que tendrá este traspaso por medio de una nueva empresa, Rodalies de Catalunya, que sustituirá a Renfe, participada a partes iguales por la Generalitat y el Estado, pero con la balanza decantada en favor del Govern, que nombrará al presidente, el cual tendrá voto de calidad, también se prevé que los acuerdos considerados estratégicos requerirán una mayoría cualificada. Es decir, aunque el Govern tenga capacidad decisoria, tendrá que buscar el consenso, al menos con respecto a los grandes proyectos, mientras que para la letra pequeña no habrá más remedio que negociar al detalle.
R1, R2 y R3, los "mínimos"
A modo de ejemplo, y con respecto a la cuestión de las infraestructuras, el acuerdo especifica que el Ministerio de Transportes "traspasará al Govern la titularidad de la infraestructura ferroviaria en la cual los servicios prestados sean de forma exclusiva titularidad de la Generalitat" y marca "como mínimo" las líneas de Rodalies R1 en el Maresme, el R3 en el tramo Papiol - l'Hospitalet - Vic - Puigcerdà y la línea Sant Vicenç de Calders de la R2. Fuentes del Govern han insistido en definir como "mínimos" estas tres líneas, pero no han excluido que se puedan transferir otras, reiterando que todo eso tendrá que ser objeto de una detallada negociación.
Asimismo, tampoco hay un calendario claro más allá de una fecha de inicio que coincidiría con la nueva legislatura —una vez investido Sánchez como presidente del gobierno español— y la esperanza de poder desarrollar el acuerdo en los próximos cuatro años. Y es que tan pronto como se ha anunciado el acuerdo, han surgido las reticencias y las dudas sobre cómo se sustanciará todo. No será ajena a esta situación el posicionamiento de los sindicatos, que ya han mostrado su preocupación por el futuro de los actuales trabajadores de Renfe y Adif, además de alertar del riesgo de privatización del servicio, un extremo negado por el Govern, que pone la gestión pública de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) como ejemplo.
Lo que sí que parece claro es que la gestión del servicio por parte de Renfe desaparecerá en manos de la nueva empresa Rodalies de Catalunya, pero para que este traspaso sea, como quiere el Govern, "íntegro e integral" hará falta alguna cosa más que un cambio de nombre. Por eso es tan importante el traspaso de las infraestructuras, el verdadero caballo de batalla del acuerdo, ya que el servicio, de hecho, ya estaba traspasado, aunque con Renfe como operador y sin control de incidencias por parte del Govern: "Hasta ahora no teníamos capacidad de monitorizar las incidencias más allá de la voluntad del operador de comunicárnoslas".
"Sin infraestructura no hay traspaso"
"Sin infraestructura no hay traspaso", han asegurado las mismas fuentes, que por eso admiten que ahora se abre un periodo largo de negociaciones en el que, de momento, no se puede concretar mucha cosa más que lo explicitado sobre las líneas R1, R2 y R3, aunque el acuerdo, al menos formalmente, garantiza la dotación económica necesaria para poder gestionar la infraestructura y ofrecer un servicio que desde el Govern siempre se ha considerado como manifiestamente mejorable. Y como la infraestructura incluye las vías, los túneles, las catenarias, las estaciones, las cocheras, los talleres y todo aquello que posibilite el servicio, aquí es donde se abre todo un abanico de posibilidades que todavía está por decidir.
En este sentido, el Govern admite que las tres líneas son "la referencia" de salida y que ahora habrá que perfilarlo todo para establecer qué se traspasa y qué no, dada la complejidad de la red ferroviaria. Aparte de que las líneas de alta velocidad quedan excluidas, ahora habrá que trabajar sobre las de ancho ibérico que "tienen una compartición de Rodalies y mercancías", teniendo en cuenta que las líneas exclusivamente dedicadas a mercancías tampoco entran dentro del acuerdo. Por lo tanto, quizás el pacto ha sido rápido, o se ha escenificado así, pero la translación a la realidad pedirá su tiempo.