El Govern ha cerrado este sábado en Madrid la celebración de Sant Jordi, la 'diada' "más transversal, cultural y cívica de los catalanes". Así se ha expresado la consellera de Cultura, Sònia Hernández, en un acto que ha servido para clausurar un ciclo de actividades que la delegación de la Generalitat en la capital española ha organizado esta semana. El acto de este sábado tenía que contar con la presencia del president de la Generalitat, Salvador Illa, pero finalmente no ha asistido por cuestiones de agenda. La consellera se ha disculpado en su nombre. "Estamos aquí sin haber digerido el éxito de este Sant Jordi que hemos pasado", ha señalado Hernández en el arranque de su discurso en el que ha sacado pecho de las cifras que tiene la Generalitat en sus manos: se han facturado aproximadamente 26 millones de euros con la venta de dos millones de ejemplares correspondientes a 70.000 títulos diferentes. "Una vez confirmados estos datos, habremos tenido el mejor Sant Jordi de la historia", ha señalado.
"Como dijo el presidente Illa, Sant Jordi es de todos y es el mejor momento para regalar libros cuando algunos se vanaglorian de atacar las artes y las universidades; no hay gesto más revolucionario que abrir un libro; cuando regalamos un libro y una rosa decimos muchas cosas; sí a la creatividad y a las personas que hay detrás, a la diversidad, a la educación y a la cultura; Sant Jordi es el mejor ejemplo que la cultura no es ornamento, sino fundamento", ha añadido la consellera. Ha pronunciado su discurso en la librería Blanquerna, después de que se celebrara un acto para presentar el libro Una historia optimista, las memorias ampliadas de Jordi Solé Tura, histórico socialista catalán que fue ministro de Cultura. Han participado en el acto su hijo y autor de la obra, el periodista, director de cine y guionista Albert Solé, así como la abogada y política Cristina Almeida. Más tarde, la Generalitat ha organizado un vermú popular con productos catalanes y música en directo en los jardines de la delegación del Govern en Madrid.
La consellera de Cultura ha cerrado un ciclo de 16 actos que la delegación del Govern en la capital española ha celebrado desde el día 23 de abril. Se han organizado actividades de música, teatro y literatura en tres espacios diferentes y cuatro días de programa. La delegación ha instalado una lona gigante en la Gran Vía de esta ciudad con el lema 'Celebra Sant Jordi en Madrid'. Tal como expuso la comisaria del programa de estas 16 actividades, Llucia Ramis, la voluntad del Govern ha sido replicar en la capital española la esencia de la festividad de Sant Jordi, con la intención de proyectar las sinergias entre Barcelona y Madrid. Un "carácter especial" es el que el Govern le ha querido dar a la Diada de este año, según apuntó hace unos días la delegada del Govern en Madrid, Núria Marín.
El protagonismo de Madrid en la agenda del Govern
El Govern de Salvador Illa vuelve a normalizar visitar Madrid de forma habitual. De hecho, en los últimos meses el president ha protagonizado acontecimientos de gran envergadura, como la conferencia celebrada este pasado mes de marzo en el Círculo de Bellas Artes ante empresarios españoles o el acto gastronómico celebrado con motivo del salón de turismo Fitur. El pasado mes de septiembre, también para celebrar la Diada en la capital española, el jefe del Govern pronunció un discurso en el que reiteró que desde la entrada del PSC en el Palau, Catalunya ha vuelto.
Discurso en Palau: diálogo, paz, entendimiento, convivencia y fraternidad
El pasado miércoles fue el primer Sant Jordi de Salvador Illa como president de la Generalitat. En el tradicional discurso institucional de un jefe del ejecutivo en esta festividad, quiso destacar el diálogo, el entendimiento, la paz, la convivencia y la fraternidad. Hizo referencia a los avances conseguidos por el catalán en las instituciones europeas, reiteró la exigencia de un alto al fuego en Gaza y en Ucrania, y tuvo unas palabras de recuerdo para el papa Francisco. Illa pronunció sus palabras ante la fuente de Sant Jordi del patio Gótico del Palau de la Generalitat. Detrás suyo había una bandera con el crespón negro por la muerte del Pontífice.