Emoción, rabia y gritos de "¡independencia!". Son los sentimientos que han compartido unas 400 personas que se ha reunido este sábado por la tarde delante la Jefatura Superior de la Policía de la Via Laietana en un nuevo acto reivindicativo para que este edificio se convierta en un centro de memoria y reinterpretación de la impunidad y la tortura. A las seis de la tarde, ciudadanos e integrantes de la Comisión de la Dignidad han cortado la Via Laietana a la altura del número 43, con el edificio policial cerrado, y con una pequeña unidad de agentes al lado.
En esta ocasión, ha intervenido la escritora Gemma Pasqual y una decena de las 22 mujeres protagonistas de su libro Torturadas (Editorial Comanegra), en el cual despojan vejaciones y torturas vividas en el edificio de Via Laietana 43, en la época franquista, pero también en democracia, desde 1941 en el 2019. En el acto, algunas de estas mujeres luchadoras han leído fragmentos del libro, haciendo una buena previa para la festividad de Sant Jordi. Leyendo se han emocionado al rememorar aquel infierno y han puesto un nudo en la garganta a quien las escuchaban.
Por ahora, el Gobierno del PSOE no quiere oír hablar de convertir la comisaría en un centro de memoria, aunque en el 2017 el Congreso de los Diputados lo aprobó. Pasado, el Referéndum del 1-O y con las masivas protestas del 2019, contra la sentencia del Tribunal Supremo a los líderes políticos catalanes, el edificio se ha convertido en un símbolo para los españolistas, aunque no tiene ningún uso público: ni se expiden DNI ni se utilizan las infectas celas. "Ministro Bolaños cumpla la ley de memoria democrática e incluya Via Laietana 43 en la topografía del terror, como han hecho con los edificios de Donosti y Pamplona", ha reclamado Pilar Rebaque, una de las integrantes de la Comisión de la Dignidad y también una de las protagonistas del libro. Rebaque ha confesado qué Torturadas es un acto de justicia y da voz a las mujeres, muchas veces silenciadas y olvidadas por la historia, y no se ha olvidado de citar a las mujeres gitanas y las trans, que también padecieron vejaciones en esta comisaria.
Dar voz a las mujeres
La fotógrafa Mireia Comas ha sido la primera a leer uno de los fragmentos de su detención, en la que un policía le exigía la cámara y el carrete de fotos mientras seguía los movimientos sociales en plena democracia, y las patadas recibidas en la barriga cuando estaba en el suelo, con burlas porque lloraba. Carme Travesset, detenida en 1975, ha hecho un alegato firme en este tiempo de "conciencias líquidas y gaseosas", y ha abogado para que nadie olvide que entonces y ahora se luchó por el derecho a decidir y "su venganza -ha insistido- era darnos miedo" y ha exigido que se abran los archivos policiales y que "Via Laietana sea una brújula de lo que nunca más tiene que pasar." Maribel Ferrándiz ha descrito cómo fue detenida con su hermano gemelo. Maria Teresa Lecha también ha relatado su detención y la de su compañero Carles Castellanos, y que los enviaban a Madrid. Blanca Serra ha rememorado las torturas sufridas ella y su hermana Eva a manos de agentes de la policía española: "Su odio era hacia nuestra catalanidad y feminismo." Finalmente, madre e hija, Teresa Alabèrnia y Núria Cadenes, se han emocionado al leer sus pasajes, que ha hecho sollozar a más de uno. Xènia Garcia, la última testigo en el libro que sufrió vejaciones en octubre de 2019, también ha participado en el acto.
La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, tres años en prisión por el 1-O, hacía fotos a las mujeres mientras intervenían, y también les ha dado apoyo la exconsellera de Justicia, Ester Capella. Rebaque ha leído el nombre de una decena de mujeres, que no salen al libro, pero que también sufrieron vejaciones y, algunas de ellas participan en las concentraciones.
Reivindicación ciudadana
Por ahora la llama reivindicativa para que la comisaría de la policía española se convierta en un espacio de memoria, es protegida por la ciudadanía. Las instituciones catalanas no parecen suficientemente insistentes. La Comisión de la Dignidad convoca cada primero y tercero martes de cada mes una concentración, con el corte de la Via Laietana, donde testimonios de las vejaciones vividas en aquella casa del terror, como lo llaman algunos, explican las denigraciones vividas, y también se cintan los nombres de los torturadores para no olvidar.
El 20 de noviembre pasado, al cumplirse los 47 años de la muerte del dictador Franco en la cama, entidades catalanas como la misma comisión, Òmnium Cultural e Irídia pusieron en marcha un llamamiento mundial: un total de 176 entidades de una veintena de países ya se han sumado al reclamo para reconvertir la comisaría, con el lema Via Laietana, 43. Hacemos justicia, hacemos memoria. Rebaque ha pedido a todos los presentes a participar los martes en las concentraciones para conseguir que Via Laietana sea resignificado.
A medio acto, un anónimo, ha gritado: "I Pujol robaba..." Le han respondido con uno: "Calla!" y se ha seguido con los testimonios, en un acto real de memoria democrática. Después de los testimonios de mujeres, se ha enumerado los nombres de los policías agresores, con un final: "Torturadores!" El acto se ha cerrado con el canto de los Segadores y con gritos de independencia", "Puigdemont, nuestro presidente," y "la policía tortura y asesina".