Esperanza Aguirre no reaparece para cualquier cosa. No se pone por poca cosa. Lo ha hecho esta semana en una entrevista en El Mundo, para impulsar la candidatura de Isabel Díaz Ayuso a presidir el PP de Madrid. Una conversación de traca donde vuelan los dardos y pone al descubierto la guerra abierta. ¿Sobre el sector de José Luis Martínez-Almeida que dice que ha revivido el partido? Que son unos "niñatos", unos "chiquiliquatres" que no han ganado elecciones. Y se va de la lengua: "No sé a qué llaman ellos revivir, pero casi sería mejor que remueran. Porque desde que está la gestora no ganamos una elección". Y sobre la dirección de Génova, ¿qué tiene a decir a la exlideresa madrileña? "Que en el PP no hay nadie de más de 55 años que se dedique a pensar".
Todavía faltan meses para los congresos autonómicos del PP, que se celebrarán todos durante el primer semestre del año que viene. Y el madrileño previsiblemente será de los últimos a celebrarse, justo antes del verano que viene. Pero una cosa son los calendarios que utiliza Génova en beneficio propio y otro muy distinta los intereses de la Puerta del Sol. Isabel Díaz Ayuso y su mano derecha Miguel Ángel Rodríguez ya han empezado a mover los hilos. En la discreción, filtrando su candidatura a nueve meses vista y haciendo explotar la guerra interna de la formación. Y también a la luz pública, con la presidenta de la Comunidad de Madrid presionando para que se adelante el cónclave madrileño y poder hacerse con la joya de la Corona en el completo. Nada de bicefalias a la vasca: quiere controlar el partido y el gobierno.
Y como muchos de los movimientos de Isabel Díaz Ayuso, este también ha pillado a Pablo Casado a pie cambiado. Incluso ha eclipsado todos sus planes a corto plazo. El jefe de la oposición se está preparando para un intento de relanzar la marca del PP, impulsada por las encuestas de diarios afines. El 2 y 3 de octubre celebrará la convención estatal en la simbólica plaza de toros de Valencia, donde Mariano Rajoy y José María Aznar consiguieron buenas fotografías. Los dos expresidentes le acompañarán para la clausura. Y la semana previa Casado tiene previsto recorrer España, desde Santiago hasta Valencia, un poco como cuando Pedro Sánchez fue defenestrado del PSOE. Pero sin salir de la M-30 ya ha encontrado el primer obstáculo.
Es así como José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid y hombre de máxima confianza de Casado, se ha visto abocado a la carrera para liderar también el PP de Madrid. El mismo Casado le ha empujado a una batalla que el portavoz estatal no tenía previsto librar. Todo sea para evitar que el fenómeno Ayuso se les acabe comiendo a todos. No en balde, quien gane este congreso será quien acabe decidiendo las listas de las elecciones autonómicas y municipales que tendrán lugar en sólo dos años. Casado ha evitado cualquier tipo de posicionamiento apelante a la "neutralidad".
Dentro del PP hay muchos temores. Algunos dirigentes no esconden el desconcierto frente a lo que puede ser una guerra fratricida que no sólo desgaste la dirección de Pablo Casado sino incluso, a nivel externo, la pròpi imagen de la formación. A la dirección de Génova se suma un segundo temor: que Ayuso haga jaque a Casado. Pero es un juego de tronos y la escabechina ya ha empezado a ser televisada. Los puñales vuelan de ida y vuelta. El mismo secretario general estatal, Teodoro García Egea, aprovechó la rueda de prensa del lunes para responder a Aguirre: "Lo que destrozó al PP de Madrid fue la corrupción". Y Ayuso aprovechó esta semana el pleno de la Asamblea de Madrid para poner el dedo en la llaga: "Tenemos alguien que gana elecciones... pero nos va la marcha". Sea como sea, hoy por hoy Ayuso parece tener más números que nadie para llevarse el congreso.
Un partido perseguido por la corrupción
Lo apuntó en modo de puñalada Teodoro García Egea, pero lo cierto es que la corrupción es la sombra que no deja de cernir sobre los populares madrileños. En general sobre el PP, pero especialmente sobre la sucursal de la capital española. Todavía se están enfrentando a los tribunales a cuatro grandes causas y hay decenas de imputados. En primer lugar, hay pendientes de juzgar piezas del caso Gürtel, como las adjudicaciones irregulares en Boadilla del Monte. En segundo lugar, el caso Púnica, del que sólo se ha cerrado una de las trece piezas abiertas. En tercer lugar, el caso Lezo, que persigue al expresidente Ignacio González y está dividido en cuatro líneas de investigación. Y también está el caso de la Ciutat de la Justícia, del que la Audiencia Nacional abrió el juicio oral antes de las vacaciones de verano. Un futuro bien negro para la joya de la corona.
¿Modelo exportable?
Encuestas sobre el PP de Pablo Casado hay de todo tipo. La de los medios conservadores afines hace semanas que le sitúan en La Moncloa de la mano de la extrema derecha de Vox. En cambio, el barómetro del CIS, hecho público esta semana, amplía la distancia sobre Pedro Sánchez de los cinco a los nueve puntos. Sobre lo que no hay encuestas es sobre un hipotético salto de Isabel Díaz Ayuso a la política española. La principal incógnita es si un producto tan madrileño, tan centralista, funcionaría en el resto del Estado. Basta comparándola con el liderazgo del presidente gallego Alberto Núñez Feijóo. Los precedentes no le juegan a favor. El intento de Esperanza Aguirre para catapultarse funcionó regular.