Si los militantes de Esquerra Republicana votaron su nueva dirección en un tenso congreso entre noviembre y en diciembre del año pasado, ahora llega el turno del millar de afiliados que tiene el partido a Barcelona, la Federació más poderosa y numerosa de los republicanos. También es la única que podría llegar a suponer un dolor de cabeza para Oriol Junqueras después de recuperar el mando de la formación, ya que con la resaca del congreso nacional, en estas primarias internas, que se celebrarán el 26 de abril, habrá dos candidaturas diferentes: Endavant Barcelona, liderada por Eva Baró (concejal y actual presidenta de la Federació), y Dignitat Republicana, con Creu Camacho al frente. El motivo detrás de esta división (más allá de las corrientes críticas contra Junqueras dentro de la formación) no es otro que el congreso suspendido de Esquerra el 13 de junio del 2024. Aquel día se tenía que decidir sobre la entrada del partido en el gobierno de Jaume Collboni, una oportunidad que el grupo municipal y la federación defendían. Mientras tanto, la dirección nacional, con Marta Rovira al frente después de la dimisión de Junqueras, no quería saber nada de ello en aquel momento, cuando el partido tenía que encarar las negociaciones con el PSC para la investidura de Salvador Illa.
El resto es historia: el congreso, que se tenía que celebrar al Orfeó Martinenc, se desbordó, la cita se tuvo que suspender y aunque la idea era convocar de nuevo la militancia, esta no ha podido votar nunca el preacuerdo que habría dado dos tenencias de alcaldía a los republicanos. La herida abierta de aquel congreso que nunca se llegó a celebrar sigue supurando y es lo que ha hecho que en Barcelona se enfrenten dos candidaturas.
Los antecedentes del congreso
ERC ganó las elecciones municipales en mayo del 2019, con Ernest Maragall como fichaje estrella, pero un pacto entre los comunes de Ada Colau, el PSC de Collboni y también Manuel Valls, frustró la alcaldía para los republicanos. Cuatro años más tarde, con un contexto político radicalmente diferente, pero con una candidatura con nombres muy parecidos, el resultado de Esquerra fue nefasto. Perdieron casi la mitad de los votos y pasaron de ganar con 10 concejales a ser cuarta fuerza con 5. Con todo, Xavier Trias y Margall sellaron un pacto que habría dado la alcaldía a Junts y la primera tenencia a Esquerra, que se quedó en papel mojado ante un pacto de última hora de socialistas, comunes y PP. Meses más tarde, Maragall se fue (después lo harían también Trias y Colau) y con él su veto al PSC de Collboni, a quien dedicó durísimos reproches durante la campaña electoral. Con su adiós, el grupo municipal quedó liderado por Elisenda Alamany, que empezó a negociar una posible entrada en el gobierno.
Primero hubo un acuerdo para los presupuestos del 2024 (que se aprobaron automáticamente después de que Collboni superara una moción de confianza) y el alcalde de la ciudad aseguró que tenía la intención de ampliar el gobierno municipal con fuerzas de progreso antes de empezar el verano. En medio de todo ello, los comunes hicieron caer los presupuestos del Govern de Pere Aragonès y este decidió que era mejor convocar elecciones. En medio de la guerra interna de Esquerra, en su discurso de despido como secretaria general del partido, Marta Rovira acusó a Junqueras de estar detrás de "maniobras poco compartidas" y al margen de la dirección contra el Governde ERC, asegurando que animó a Elisenda Alamany a sacar adelante el pacto con Collboni, siendo consciente que eso haría enfadar los comunes. En aquel momento, Alamany ya había sido anunciada por Junqueras como su candidata a relevar Rovira en el cargo. "Dejar fuera de los comunes de Barcelona implicaba hacer tambalearse el proceso de negociación de los presupuestos y aquí sufrí mucho, excesivamente. (...) Es uno de los episodios que más me alejó de la dirección porque se imponía una línea política sin consenso suficiente. El presidente del partido, la Federació de Barcelona y su portavoz en el ayuntamiento siguieron negociando y forzando la situación, alegando que Barcelona tenía que ser soberana".
Dos tenencias de alcaldía
Las negociaciones entre republicanos y socialistas se reanudaron oficialmente en Barcelona después de un paro por el ciclo electoral de las elecciones en el Parlament y las europeas. Así, el martes 11 de junio se anunció el preacuerdo y la convocatoria de la votación de la militancia. Según explicaban, se contemplaba que ERC tuviera "responsabilidad de gestión en áreas claves para los republicanos, como la lengua catalana, juventud, turismo, promoción económica, derechos sociales, proyección de ciudad, personas mayores o calidad urbana" y dos tenencias de alcaldía, la de Turismo y la de Derechos Sociales.
Un desenlace imprevisto
Ante la convocatoria del congreso, la militancia de Barcelona se empezó a mover rápidamente y asistió en masa al congreso presencial. De hecho, se movilizó tanto, que en palabras del ahora secretaria general del partido, Elisenda Alamany, pasaron "cosas extrañas" una hipermovilización que no se esperaban ante el menor interés que había por otras cuestiones entre los afiliados barceloneses. Así, había militantes de base de la formación, desde los más nuevos como aquellos de piedra picada que no querían ni oír hablar de entrar a gobernar con el partido que había arrebatado a Ernest Maragall la posibilidad de ser teniente de alcalde. Pero también cargos del Govern (ya en funciones), consellers, secretarios generales de departamentos... y el mismo Maragall que semanas más tarde, dejaría de ser militante del partido y que se oponía a entrar a gobernar con el PSC de Jaume Collboni. Cuando Elisenda Alamany llegó, la cola ya hacía tiempo que no avanzaba y se que se reunieron más de 500 militantes por una sala de menos de 300 localidades.
De todos los desenlaces posibles, acabó pasando lo que no se contemplaba: la militancia ni validó ni rechazó el preacuerdo, simplemente no lo votó, se aplazó el congreso sine die y abandonaron el barrio del Clot con la sensación de no haber podido decir la suya. A partir de entonces, la guerra interna a escala nacional se aceleró, primero, con la publicación de un manifiesto que pedía a Oriol Junqueras que terminara como presidente del partido y que no intentara la reválida. Después, con la publicación que los carteles contra los hermanos Maragall salían de dentro del partido.
¿Asamblea o una nueva votación? Dos fórmulas diferentes
En este contexto, cada una de las candidaturas apuesta por una manera diferente de cerrar el debate. Por un lado, la candidatura de Eva Baró, Endavant Barcelona, actual presidenta de la federación y también concejala del ayuntamiento que en el 2024 defendía la entrada en el ayuntamiento y ahora quiere reabrir el debate a través de la convocatoria de una asamblea para poder volver a hablar y analizar cuál es la situación. Hace falta tener en cuenta que esta candidatura tiene como número 2, Lourdes Arrando, que solo hace 18 meses, daba apoyo a la candidatura rival de Baró en las primarias del 2023 a la federación y que se resolvieron con un empate técnico. Ahora, después de año y medio y de limar diferencias, han construido una candidatura unitaria, y por eso mismo, hay a quien da por hecha su victoria en las primarias del 26 de abril.
Endavant Barcelona se compromete así a convocar la militancia antes del verano en esta asamblea que tiene que servir para tratar el estado de la cuestión. Sin ir más lejos, si ERC hubiera entrado en el gobierno de Collboni en aquel momento, habría tenido tres años de presencia a las instituciones barcelonesas para poder dejar su huella, mientras que ahora ya solo quedan dos y el margen de maniobra es mucho menor. Además, desde diciembre, la número 1 del partido en el ayuntamiento, Elisenda Alamany, a quien muchos ven como candidata a la alcaldía en el 2027 es también secretaria general del partido y buena parte de la dirección actual de la federación, con Baró al frente, dieron apoyo a la candidatura de Junqueras en el congreso nacional.
En cambio, la candidatura de Creu Camacho, Dignitat Republicana, apuesta directamente por consultar la militancia (en esta ocasión de manera efectiva) sobre la entrada en el gobierno municipal para cerrar de una vez por todas, dicen, este debate. En un comunicado anunciaron la intención de someter el pacto a una votación en línea, y evitar así problemas de aforo. Antes, eso sí, quieren conocer el contenido del pacto en sí. Cerrar el debate de la entrada en el gobierno municipal a solo dos años de las elecciones del 2027, será, entonces la primera tarea que tendrá quien gane las primarias del 26 de abril, sea a través de una votación o, incluso, de descartarla al considerar que, un año después, ya no hay alicientes para hacerlo en el nuevo contexto en la capital catalana.