Homenaje del Parlament al que fue su presidente entre 1999 y 2003, Joan Rigol, muerto el pasado mes de mayo. El acto se ha convertido en una reivindicación de la política en mayúsculas y de la capacidad de diálogo y consenso que caracterizó al político democristiano. El presidente del Parlament, Josep Rull, y los expresidentes de la Generalitat Jordi Pujol, José Montilla y Artur Mas, han encabezado el homenaje donde ha estado presente una amplia representación del Govern en funciones, así como los presidentes de los grupos parlamentarios de PSC, Salvador Illa, y ERC, Josep Maria Jové, o la portavoz de Junts, Mònica Sales, entre otros. También los expresidentes de la cámara Anna Erra, Laura Borràs, Roger Torrent, Carme Forcadell, Ernest Benach, y Núria de Gispert.

El presidente del Parlament ha asegurado que el reconocimiento que hoy han dedicado a Rigol es un acto para homenajear a un "hombre excepcional", pero también un "homenaje a la política con mayúsculas", "a la política llena de la vocación insobornable de servicio y que es capaz de construir un nosotros potente, ambicioso y generoso". Rull ha enumerado algunos características primordiales para entender a quién era Joan Rigol -"unos valores de los cuales nuestra nación hoy está sedienta", ha remachado- y que ha sintetizado en los valores que sitúan como eje de la política la dignidad humana, el valor de la persona por encima cualquier otro elemento.

Partidos y poder

"El presidente Rigol hacía una reivindicación a ultranza de la política también hecha desde los partidos políticos, decía que no hay democracia sin partidos, pero al mismo tiempo advertía del corporativismo y la endogamia y decía que si se cerraban en sí mismos se desconectaban de la sociedad", ha asegurado Rull, que ha recordado que el expresidente hoy homenajeado también alertaba que el objetivo de un partido no puede ser nunca la erosión del otro y que las instituciones no son del partido que gana las elecciones sino del pueblo. También se ha referido a su visión del poder, y su lamento que la política no se podía reducir a la obtención y mantenimiento del poder y menos al dominio de los unos sobre los otros. 

Rull ha concluido asegurando que Rigol era un patriota catalán, un nacionalista catalán, que defendía que "el diálogo no es un atributo de los débiles, sino el valor que tienen las personas que tienen unos valores profundos".

País entero

La capacidad de diálogo de Rigol ha sido también destacada por Artur Mas que en su intervención en el acto ha querido exponer las razones por las cuales lo escogió como coordinador del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, cuándo el procés empezaba a ponerse en marcha y en torno al derecho a decidir se reunían 107 de los 135 diputados del Parlament. "La primera razón es porque Rigol tenía un claro sentido de país entero, en su catalanidad y su complejidad social, cultural, lingüística y demográfica", ha explicado. La segunda razón era su "altísimo sentido institucional"; era un hombre, ha asegurado, que tenía "carácter y criterio", pero también era absolutamente leal. Y la tercera razón, su talante, "Joan Rigol era un muy paciente tejedor de consensos y acuerdos", ha explicado.

"Fue un hombre bueno al servicio de una causa noble. Y cuando digo un hombre bueno no quiere decir solo a una buena persona. Eso también, pero fue un hombre constructivo, dialogante, resolutivo", ha remachado Mas.

El legado de los políticos

En el acto ha intervenido también el presidente del Parlament que sustituyó a Rigol, Ernest Benach, que ha reivindicado "el legado de los políticos". "¿Estamos cuidando lo suficiente el legado que nos han dejado tantas y tantas personas que han hecho política y han contribuido a hacer el país tal como lo conocemos ahora?", se ha preguntado, Benach ha subrayado que una nación es su gente pero también sus instituciones, y las instituciones solo se consolidan con complicidad y consensos en las cuales Rigol fue un "maestro".

El secretario general de la UGT, Josep Maria Àlvarez, ha glosado la figura de Rigol, en su faceta como conseller de Treball entre 1980 y 1984, y ha subrayado la aportación como conseller desde su ideología democristiana; el escritor Josep Ramoneda, se ha referido a su aportación como conseller de Cultura entre 1984 y 1985, cuando impulsó el Pacto Cultural y tuvo que dimitir en el intento.