En el mismo edificio en que en el año 1934 el expresident de la Generalitat Lluis Companys fue procesado por "deslealtad" jurídica a raíz del 6 de Octubre, y éste respondió que él había sido "leal", pero a la República catalana, al exconseller de la Presidència Francesc Homs no le ha temblado la voz durante el juicio del 9-N para mirar a los magistrados del Tribunal Supremo y avisarles de que está convencido de que Catalunya volverá a poner las urnas, en el referéndum prometido por el Govern catalán antes de finales de septiembre. Ha argumentado que detrás hay un mandato "democrático, contrastadísimo" que lo avala, al margen de la sentencia resultante del caso.
Éste ha sido el punto álgido de un alegato de cariz marcadamente político, donde el acusado ha reiterado que se encontraba ante un juicio donde se mezcla la legalidad con la acción de los gobernantes. Eso lo ha llevado a declararse "inocente" de los delitos que se le imputan de prevaricación y desobediencia, sosteniendo que dio respuesta a un clamor ciudadano, que tiene su origen en la suspensión del Estatut por parte del Tribunal Constitucional. "Me siento inocente, que no quiere decir que no cometí los hechos. Siempre los he acogido, y los he admitido, y muchos otros que hice", ha dicho.
Homs y su abogada, Eva Labarta, han señalado en paralelo los efectos de que se tumbara el Estatut para el crecimiento del proceso soberanista. El primero ha dicho que fue un "gran error de Estado", y Labarta ha remachado que "de aquellos polvos, estos lodos". Precisamente, han aprovechado el precedente para avisar de que una sentencia condenatoria al exconseller podría ser un nuevo punto de inflexión en las relaciones entre Catalunya y España. El líder del PDeCAT en el Congreso lo ha justificado, pues la base de su trabajo en 2014 y ahora es la "dignidad" y el "derecho a decidir" de unos ciudadanos que así lo manifestaban en la calle.
Homs ha utilizado un tono épico al menos en dos ocasiones conforme avanzaba en su discurso. La primera era sobre las acusaciones de la Fiscalía de que se había prevaricado porque las consultas eran competencia del ejecutivo central. "Si poner urnas es hacer un pulso al Estado, yo no quiero ser de este Estado", ha remachado el exconseller, pausado y sonriente. El segundo, ha sido sobre la desobediencia, donde ha citado un poema de Joan Maragall, que le ha servido para anunciar más tarde su convicción de que habrá un referéndum en Catalunya, pese al juicio celebrado estos tres días.
"Sou quatre innocents, quatre bojos, quatre criminals de lesa pàtria -ens contestaran incoherentement-;
però ai! de vosaltres; perquè nosaltres som els ministres, nosaltres els consellers, nosaltres els generals, nosaltres els jutges, els directors, els hàbils, els oradors, els fonaments i puntals, en fi, de la vella pàtria espanyola.
A la qual cosa contestarem rient: -Doncs nosaltres som els que fan pàtries noves".
("Sois cuatro inocentes, cuatro locos, cuatro criminales de lesa patria -nos contestarán incoherentemente-;
¡pero ay! de vosotros; porque nosotros somos los ministros, nosotros los consejeros, nosotros los generales, nosotros los jueces, los directores, los hábiles, los oradores, los cimientos y puntales, en fin, de la vieja patria española.
A lo que contestaremos risueños: -Pues nosotros somos los que hacen patrias nuevas").
Labarta se ha centrado en argumentos de cariz más legal y ha denunciado las presuntas incongruencias de la Justicia española. Ha recordado que el Consejo de Ministros se reunió de urgencia un lunes, pero no con la misma rapidez cuando la Generalitat pidió una aclaración sobre la providencia del TC, previo a la consulta del 9-N. Más tarde, ha alegado que el Estado tiene todavía 34 incumplimientos de sentencias por motivos competenciales con Catalunya. La idea era desacreditar la omnipresencia del imperio de la ley, a lo que Homs se ha sumado, recordando que no siempre la ley es igual a democracia, en una alusión velada al franquismo.