"Las dos cosas peores para mí fueron que te peguen en la planta de los pies con una porra, hace un daño horroroso, y que te pongan una bolsa de basura en la cabeza... La sensación que te entra es que te tienes que morir de un momento a otro". Este es el testimonio escalofriante de las torturas sufridas por la activista histórica y lingüista Blanca Serra i Puig (Barcelona, 1943) en el "edificio tóxico" de la jefatura de Via Laietana.
En el programa FAQS (TV3) del sábado, tanto Serra como Carles Castellanos explicaron de primera mano la brutalidad perpetrada por la policía española contra el activismo catalanista a finales del franquismo y durante la transición. Los dos fueron detenidos cuatro veces en aquella comisaría, donde los acusados de terrorismo o propaganda ilegal sufrían maltratos y torturas de manera habitual.
A raíz de su experiencia, Serra tardó cuarenta años en acercarse a la jefatura, ya que "emana desgracias y lágrimas solo de verlo". Ahora, Serra aboga por "seguir luchando" y "reconvertir" el edificio.
Odio a la catalanidad
A finales de la década de los setenta, Serra fue perseguida por el régimen franquista por su actividad política independentista. La activista recuerda como dentro de la jefatura reinaba "un odio y una rabia tremenda a la catalanidad". Para los que compartían sus ideas en aquella época, el "edificio tóxico" de Via Laietana simbolizaba la represión sistemática del catalanismo: "La primera vez en la Via Laietana pedí 'vull un advocat'-- me parece que lo dije en catalán--, y de la bofetada fui a parar a otro lado", explica Serra.
A pesar de la persecución, Serra no desfalleció nunca en su lucha: "Piensas que amas al país y quieres seguir luchando. Pero de todos modos... hay un miedo que te queda básicamente para siempre." Así y todo, Serra no ha desistido en la tarea de denunciar aquel capítulo tan oscuro de la historia y el significado de aquella comisaría, recientemente convertido en un símbolo contra la represión del estado español.
Como muchos otros activistas que sufrieron la misma situación, aAhora vuelvo a ir porque pienso que aquel edificio se debe reconvertir y se tiene que cambiar la percepción que tenemos de esta zona."
Pienso que aquel edificio se debe reconvertir y se tiene que cambiar la percepción que tenemos de esta zona
Via Laietana, sinónimo de tortura
Durante la entrevista, Serra explicó cómo las torturas perpetradas por la policía española en la comisaría de Via Laietana la dejaron "psicológicamente destrozada". La activista fue detenida cuatro veces, y gracias a las leyes antiterrorismo de la época, también fue transportada a Madrid en varias ocasiones. En la capital española, las torturas eran encubiertas de manera sistemática: "En Madrid firmé un papel asegurando que no me habían torturado. Yo estaba hecha un desastre."
Desde la celda, en la que pasaba diez días retenida, Serra oía los gritos de los otros detenidos mientras eran maltratados en los interrogatorios. Era allí donde empezaba la tortura psicológica: "La sensación de ir de la celda en la sala de interrogatorios... yo me quedaba absolutamente deshidratada, supongo que del miedo."
Este edificio de la Via Laietana es como un edificio tóxico. Emana desgracias y lágrimas sólo de verlo
Serra describió haber sido humillada, desnudada y maltratada. El hecho de que le taparan la cabeza con una bolsa de basura durante los interrogatorios formaba parte no solo de la tortura física, sino que hizo imposible identificar los agentes una vez quiso denunciar, cerrando así el círculo perfecto de represión y encubrimiento de la maquinaria opresiva española.
"Este edificio de la Via Laietana es como un edificio tóxico. Emana desgracias y lágrimas solo con verlo. Y no tan solo eran los políticos que recibían... recibía mucho el pequeño delincuente, que era muy maltratado." Además de describir el sufrimiento de los activistas catalanes, Serra incidió en el hecho de que la tortura fue un hecho intrínseco e inalienable de la comisaría de Via Laietana. Tal como relata Sierra, las mujeres, concretamente las vascas y las personas romaníes fueron el objeto de tortura habitual de la policía española.